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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

Los antisistema pueden ganar las elecciones

Birgitta Jónsdóttir, líder del Partido Pirata de Islandia.

Carlos Elordi

Si las encuestas no se equivocan, un partido en el que militan anarquistas, hackers, frikis de la web y antisistema de la más diversa especie, aunque muy pacíficos todos ellos, ganará las elecciones islandesas de este sábado y se hará con las riendas del Gobierno, sólo o formando algún tipo de coalición. El programa del partido Pirata, nacido hace cuatro años, no es muy concreto. Sus propuestas prioritarias son la libertad de información y expresión, la defensa de la privacidad en Internet, la democracia directa y la transparencia. También se propone ofrecer la residencia en Islandia a Edgar Snowden, el héroe norteamericano de Wikileaks.

La líder del partido, la poetisa anarquista Birgitta Jonsdottir, de 49 años también trabajó para Wikileaks. Desde hace cuatro años ocupa un escaño en el Parlamento de Reikiavik en el que el partido Pirata desembarcó tras haber obtenido el 5,9% de votos y tres representantes: sólo unos cuantos meses después de haber nacido. Hoy los sondeos le atribuyen casi un 30% de la intención de voto, diez puntos más que el partido que le sigue.

La lista de resultados electorales contrarios a la lógica y a los enfoques tradicionales de la política empieza a ser larga en Occidente. El triunfo del Bréxit en Gran Bretaña y la victoria de Donald Trump en las primarias republicanas norteamericanas son dos de sus hitos. Pero que un partido como el Pirata, clara y tajantemente anti-establishment y cuya líder cree que está encabezando una “revolución”, supondría un salto cualitativo que no dejará de tener resonancia internacional por muy pequeña que sea Islandia (323.000 habitantes) y por muy lejos que aparezca de los centros del poder político europeo.

La líder de los piratas dice que no es de derecha ni de izquierda, sino que quiere aplicar para su país lo mejor de una y otra. Eso sí, tras consultar al pueblo todos y cada de uno de sus pasos antes de darlos.

La reciente y agitada historia de Islandia explica sin duda alguna ese cambio radical del panorama político y la dramática pérdida de peso de los partidos tradicionales de centro-derecha y de centro-izquierda que desde hacía muchas décadas se sucedían en el poder. En 2008, poco después de iniciarse la crisis financiera internacional, Islandia entró en bancarrota tras comprobarse que no iba a poder pagar las deudas contraídas por sus bancos en el extranjero. Préstamos extranjeros por valor de más de 4.000 millones de euros –facilitados por sus principales acreedores, con Gran Bretaña a la cabeza– le sacaron de ese agujero.

Los banqueros responsables del desaguisado fueron procesados y varios de ellos terminaron en la cárcel. Decenas de miles de islandeses perdieron buena parte de sus ahorros y el país sufrió una crisis económica de la que aún no se ha recuperado del todo. El rechazo al establishment nació y se extendió en el clima social que se derivó de todo ello. Pero, aunque en precario, los poderes de siempre recuperaron el control de la situación. Una coalición entre el Partido Progresista, liberal, de centro, y el Partido de la Independencia se hizo con el Gobierno en 2012, contando con un estrecho margen de votos en el parlamento.

Desde entonces no se produjeron alteraciones mayores. Y la economía fue mejorando (la renta per cápita islandesa es la mitad de la española, pero mucho más equitativamente distribuida). Hasta que este verano la esposa del primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson, apareció en los “papeles de Panamá”. Como titular de una empresa que poseía 4 millones de euros en acciones de los bancos islandeses rescatados en 2008. Su marido tuvo que dimitir, se disolvió el Parlamento y se convocaron elecciones para el 29 de octubre en medio de una ola de rechazo hacia el establishment que no ha dejado de crecer al menos hasta hace unas pocas semanas. Y a lomos de la cual no solo ha cabalgado el partido Pirata sino varias otras formaciones que han nacido en los últimos tiempos.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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