Prueba del Hyundai Tucson 48 voltios: sin límites en ciudad
Hyundai ha aprovechado el lavado de cara del Tucson, su modelo más vendido en Europa, para introducir mejoras de equipamiento y varias versiones microhíbridas que son acreedoras a la preciada etiqueta ECO de la Dirección General de Tráfico. Hemos tenido ocasión de probar la más potente de ellas, que monta un motor diésel 2.0 CRDi de 185 caballos asociado un cambio automático de ocho velocidades y a la tracción a las cuatro ruedas HTRAC.
El Tucson es el primer modelo de Hyundai en incorporar esta tecnología mild hybrid con la que se pretende reducir de forma significativa las emisiones de CO2 y el consumo. Básicamente, el sistema eléctrico auxiliar de 48 voltios cuenta con una batería de iones de litio, colocada en el maletero –al que le resta casi 30 litros de capacidad–, y un generador que hace las veces de alternador y de motor de arranque y cuya función es asistir al motor de combustión precisamente en dos situaciones en que gasta mucho combustible: al encenderse y cuando necesita especial empuje, por ejemplo al realizar un adelantamiento, donde recibe 12 kW (unos 16 CV) adicionales. Durante la desaceleración y el frenado, se recupera la energía para recargar la batería.
Lo cierto es que esa intervención en las aceleraciones pasa inadvertida para el conductor, pues el potente propulsor diésel ofrece mucho más par que el pequeño motor eléctrico que lo asiste, pero si sirve para bajar consumo y emisiones, bienvenida sea. La otra gran ventaja del sistema debería ser un mejor funcionamiento del sistema stop & start, aunque en el caso de la unidad de pruebas nos ha dejado un sabor agridulce: sí que el motor térmico se apagaba un poco antes de lo habitual, cuando el coche todavía rodaba por inercia a baja velocidad, y sin embargo, una vez detenidos ante un semáforo, volvía a ponerse en marcha a los pocos segundos, y con una fuerte sacudida de la transmisión hacia delante, sin que hubiéramos dejado en ningún momento de pisar el pedal del freno.
Queda claro que al nuevo Tucson le sobra fuerza para circular por ciudad y para tragar millas en carretera. El consumo que hemos podido medir se mueve en el entorno de los 8 litros cada 100 kilómetros, según se transite más por aquella o por esta. No se trata de una cifra particularmente brillante, pero hay que tener en cuenta que estamos en presencia de un SUV, un tipo de vehículo que no destaca por su buena aerodinámica, y que, aunque no es excesivamente largo (no llega a los 4,5 metros), pesa más de 1.800 kilos en orden de marcha.
El funcionamiento del nuevo cambio automático con convertidor de par, estrenado en el también recientemente actualizado Santa Fe –el todoterreno más grande de la marca–, resulta muy satisfactorio debido a su poco resbalamiento. Cuando se escoge el modo estándar de conducción, de los dos disponibles en esta versión, enlaza suavemente y sin tirones una marcha con otra, y en el programa Sport ofrece, a nuestro gusto, una respuesta aún más dinámica y precisa sin sacrificar un ápice de comodidad en las transiciones entre sus ocho velocidades.
En lo que se refiere al comportamiento, el Tucson presenta un adecuado equilibrio entre confort y precisión, por lo que podemos encontrar modelos más ágiles de reacciones pero a costa tal vez de utilizar unas suspensiones que miman menos a los pasajeros; igualmente, hay otros SUV de su tamaño más cómodos que, en contrapartida, se muestran menos efectivos en el paso por curva o los cambios de dirección. Seguramente el modelo coreano ocupa ese justo medio en el que Aristóteles situaba la virtud.
El interior del coche ofrece la amplitud necesaria para albergar a cuatro o cinco ocupantes con desahogo, de manera que el Tucson cumple con nota como vehículo familiar. La capacidad para cargar el equipaje de esos pasajeros se resiente en cierta medida en esta versión mild hybrid, pues pasa de 488 a 459 litros, pero sigue cumpliendo su cometido holgadamente. Los ajustes y materiales empleados en el habitáculo dan sensación de calidad.
En cuanto a las novedades incorporadas a la gama Tucson en general, se resumen en ligeros cambios estéticos que afectan a paragolpes, faros, parrilla delantera y pilotos, así como en mejoras de equipamiento. Una de las principales es que el sistema multimedia ahora es compatible con Android Auto y Apple CarPlay.
El precio de la versión probada (Style), 41.956 euros, puede parecer algo abultado si no se tienen en cuenta la tecnología embarcada (el sistema microhíbrido sobre todo) y su nivel de equipamiento, el más completo de la gama y que incluye, entre otros elementos, control de velocidad inteligente, detector de fatiga, cámara de visión 360º, faros adaptativos, portón manos libres, tapicería de cuero, asientos con calefacción (los delanteros, además, ventilados) y equipo de sonido Krell con 10 altavoces.
La tracción a las cuatro ruedas y el cambio automático de ocho marchas son otros atractivos de este Tucson que, para los clientes que vivan en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, tiene sin lugar a dudas en la etiqueta ECO colocada en la luna delantera uno de sus reclamos más persuasivos en la actualidad.