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Entrevista

Leonardo Cano, escritor: “En un futuro con una hegemonía de la mujer, me pregunto cómo sería su contraparte”

Leonardo Cano

Aldo Conway

Murcia —

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Cuando Leonardo Cano comenzó a escribir ‘Este es el núcleo’, novela ganadora del LV premio internacional de novela de Barbastro, prácticamente nadie sabía casi nada sobre inteligencia artificial. Hace seis años, el futuro quedaba muy lejos, y el escritor murciano, fundador junto a Miguel Ángel Hernández del Club Renacimiento, se propuso explorar la delgada línea de lo plausible con lo meramente imaginable. En un mundo en el que la muerte se ha visto superada por la tecnología, el ser humano ha alcanzado la capacidad de transferir los recuerdos y la conciencia a un metaverso y alcanzar la vida eterna; el protagonista, Pablo Alcubier, está a punto de convertirse en el primer hombre en transferir su mente al metaverso, un privilegio reservado únicamente para las mujeres.

Entre que la realidad supera con creces a la ficción y la tecnología avanza de manera casi exponencial, ¿tenemos que redefinir las lindes de la ciencia ficción?

Es verdad que cada vez parece que vivimos más inmersos en la ciencia ficción. A mí me ha servido ese futuro para tratar de entender el presente. Esta novela es fragmentaria, con fragmentos del presente, del pasado y del futuro, con lo que no se enmarca únicamente dentro de la ciencia ficción: aparecen problemas de pareja, de crianza, de la influencia de las IA en nuestras vidas, también de las dinámicas de poder de las empresas tecnológicas, de los magnates de la comunicación. Quise llevar el presente a un extremo para ver qué podía llegar a suceder; no para sermonear o para augurar futuros, sino para plantear dudas, buscar y analizar la sociedad en la que vivimos y examinar sus problemas sin dar respuestas fáciles.

El proceso de escritura ha ido en paralelo al auge y al desarrollo masivo de tecnologías como ChatGPT, imagino que la documentación para el libro no ha parado de actualizarse.

Leí un montón de libros de machine learning, de deep learning y artículos científicos sobre la posibilidad de la transferencia mental… libros y webs de transhumanismo. Hasta me di de alta en una newsletter del MIT, estaba al tanto de todo. Desde hace siete u ocho años, la IA se ha convertido en una obsesión para mí. Es cierto que cuando publicas una novela sobre algo que te obsesiona, la obsesión se calma y disminuye. Además, mientras escribía descubrí que un primo segundo que hacía años que no veía era experto en inteligencia artificial y terminó siendo de mucha ayuda.

Pero fíjate: hay momentos de la novela, como cuando a la protagonista se le pregunta si ha trabajado en algún GPT, que es, digamos, el modelo de procesamiento de lenguaje natural, que no estaba seguro de si el público iba a entender; y hace un par de años apareció ChatGPT y ahora todo el mundo está más o menos al tanto del tema. También tenía mis dudas con las referencias a Geoffrey Hinton, porque era un desconocido para la mayoría de personas, y acaba de ganar el premio Nobel de Física. 

Han sido unos cuantos años de escritura, pero es una novela que puede leerse en seis o siete horas. ¿Te has guardado material para más adelante? 

Durante estos siete u ocho años no estuve escribiendo la novela de forma continua, pero sí que estuvo gestándose en mi cabeza. En realidad, el proceso más largo fue el de corrección. Tenía mucho más material, el doble aproximadamente, y quizá en algún momento de mi carrera recupere esa otra mitad. Ahora mismo no es en lo que estoy trabajando, pero es cierto que cuento con mucho contenido que descarté. No lo eliminé porque me pareciera malo o no me gustara, sino porque creo que una novela debe girar en torno a ciertos temas o ideas que el autor desea transmitir.

Consideré que aquellas ideas quedaban más claras al concentrarme en unas pocas, ya que con todo ese material adicional habría demasiados asuntos sobre la mesa, lo que podía hacer que el resultado final perdiera coherencia. Me atrae la idea de los artistas que se toman su tiempo antes de publicar su obra: cuando un músico, un cineasta o un escritor tarda seis o siete años en lanzar su disco, su película o su novela, me resulta muy interesante.

Cuando uno confecciona una distopía, de alguna forma revela parte de sus miedos o sus inquietudes, ¿qué te preocupa más del futuro que está por venir?

Yo creo que, por ejemplo, a nadie se le escapa que vivimos en una sociedad muy polarizada; todo se polariza: las catástrofes, la justicia… y últimamente, si entras en redes sociales, o echas un vistazo a la prensa o a la vida política, parece que las mujeres y los hombres seamos enemigos. Con la novela quería tratar de mostrar esa tensión y comprenderla; no creo en las respuestas fáciles y no creo que esta sea una cuestión de buenos y malos, así que me interesaba construir un futuro ficticio en el que las mujeres son el género privilegiado, en el que los hombres están privados de la posibilidad de transferir su mente y, por ello, condenados a morir en algún momento.

Creo que esa batalla de géneros va a existir, nos vamos a separar cada vez más porque cada vez nos vamos a necesitar menos, por lo que tendremos que hacer esfuerzos para que esto no ocurra. También me preocupa, por ejemplo, la destrucción de puestos de trabajo que acarreará la IA; se crearán nuevos empleos, pero desaparecerán más de los que surjan. Quizá ese sea buen momento para plantear esa idea que algunos han pedido desde hace años, la renta básica universal, que a todas esas empresas que desarrollan inteligencias artificiales paguen un impuesto para compensar el empleo que destruirán. Creo que habrá que legislar muchísimo y reglamentar bien para que esto no se nos vaya de las manos. Lo que pasa es que, por supuesto, aun queda mucho tiempo para ello.

En el libro aparece un grupo terrorista conformado por hombres, “los postergados”, que se oponen a este hiperliderazgo de las mujeres. ¿Te has basado en los incel para desarrollarlos?

Imagino que de forma inconsciente sí, pero tendría que decirte que no. Los postergados aparecen como contrarrevolucionarios enemigos del privilegio de las mujeres; creo que en todas las revoluciones tienen su contrapartida, y en un futuro con una hegemonía de la mujer, me pregunté cómo sería su contraparte. Si te das cuenta, el otro bando por otro lado justifica sus acciones por la “inutilidad biológica” de los hombres y llegan a justificar incluso su extinción.

Mi intención era no dar la razón a ninguno de ellos; quería mostrar por un lado la faceta violenta y casi demoníaca de los postergados, pero tampoco quería dar la impresión de que las mujeres tenían totalmente justificadas sus ideas. No es que tengan razón ninguno de los bandos, pero sí tienen razón de ser.

Si tuvieras que elegir entre morir mañana o vivir para siempre…

Imagino que vivir para siempre. De hecho, es el dilema que plantea la novela. La pregunta es muy compleja y la respuesta es difícil de decidir. Esa pregunta la tienes que responder cuando ya estás a punto de morir, porque creo que casi nadie elegiría morir mañana; por otro lado, la eternidad puede ser tan aburrida... Borges y otros tantos escritores ya hablaron sobre eso.

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