Blas Ruiz Grau, escritor: “Nos quejamos de cosas sobre las que podríamos hacer algo, pero no movemos un dedo”
El inspector Nicolás Valdés regresa de la mano de su creador, el escritor Blas Ruiz Grau (Rafal, 1984), en 'No robarás' (Ediciones B), segunda parte de una trilogía que aúna 'thriller', psicopatía y novela policial a un ritmo trepidante de precisa construcción. Cuando hace años Blas tuvo que abandonar su profesión de informático por problemas de salud y se adentró por el incierto camino de la literatura, no podía imaginar que un día sus libros atraerían a decenas de miles de lectores. En esta entrevista nos da algunas claves de su nueva novela y reflexiona sobre lo aprendido en el camino. Entrevistar a Blas Ruiz Grau es tan trepidante como leer uno de sus libros.
La pregunta es muy tópica, pero tengo que hacértela: ¿Se puede leer 'No robarás' independientemente de 'No mentirás'?
Se puede, y de hecho me he esforzado para que la trama funcione por sí sola, pero no lo recomiendo. La experiencia será mucho mejor si sabemos por qué ciertas cosas están donde están o qué trajo al inspector Nicolás Valdés a ese punto de su vida.
Recomiendas “hacerse mirar esa cabecita” a quien crea ver algún parecido entre tus personajes y la realidad. ¿Te ha sucedido algo extraño a este respecto?
Me ha pasado de todo. Una vez me llegó un correo de una lectora mexicana confesándome que su pareja era un psicópata encarcelado por un montón de homicidios, y que eso a ella la atraía, que su padre ya era así. Se sentía orgullosa.
¿Contestaste?
No. Soy escritor, no policía. Más allá de lo mío, me aparto y se acabó. (ríe)
Hay en el libro un intenso trabajo de documentación en asuntos forenses, policiales, legales…
De hecho la investigación que hice de cara a estas novelas me dio para escribir un ensayo, 'Que nadie toque nada' (Oberon), sobre investigación criminal. Ya van cinco años desde que empecé y siempre he seguido en comunicación con los policías que me ayudaron y me ayudan. Han sido cinco años muy productivos en que he aprendido mucho, sobre todo que la ficción que hemos leído siempre no tiene nada que ver con el procedimiento real, que es muchísimo más interesante.
'No mentirás' se desarrollaba en Mors, un pueblo pequeño mediterráneo. Ahora llevas tus personajes a una gran ciudad.
Buscaba ese contraste. Para muchos 'No mentirás' tuvo tirón porque se desarrollaba en un pueblo pequeño y eso les sorprendió. Pero para la segunda parte yo quería algo distinto, no repetirme, así que me he llevado la historia a Madrid. Y no evoluciona sólo la historia, sino también Nicolás Valdés, el personaje principal, quien, siete años después, está mucho más curtido y experimentado. Trabaja en un sitio más grande, pero, cuando se precipiten los acontecimientos, se va a sentir tan pequeño como en Mors.
Lo que no has abandonado es tu forma de narrar, que quiere hacer vivir al lector la acción prácticamente en tiempo real.
Es mi obsesión: situar milimétricamente cada punto en que se encuentra la historia. Todos los lugares de la novela los he recorrido como lo hacen los personajes. Hay lectores, me he dado cuenta, que eso lo aprecian muchísimo.
La novela arranca con una cita del político y filósofo irlandés Edmund Burke: “Para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”.
Es una verdad tan grande… A menudo nos quejamos de cosas sobre las que podríamos hacer algo, pero no movemos un dedo. Y si no mueves un dedo, el mal sigue adelante. Pues lo mismo le pasa al inspector Nicolás en la novela. Él no le teme a nada, excepto a este psicópata. Le tiene miedo de verdad, pero, si no se enfrenta a él, seguirá campando a sus anchas.
La primera vez que te entrevisté acababas de publicar 'No matarás' y me dijiste que, llegado a ese punto, habías aprendido mucho de las críticas. Ahora, ¿qué has aprendido de 'No mentirás' a 'No robarás'?
He aprendido a ser más directo. A dar menos vueltas a las cosas. Eso es algo que aprecia el lector. Para recrearte en los detalles tienes que ser realmente bueno. Tienes que ofrecer una prosa y una literatura tremendas. Yo soy consciente de que no las tengo, así que intento ser directo, quitar todo lo que no aporte.
Aquel fue tu primer lanzamiento con un gran grupo editorial. Estabas muy nervioso, hasta el punto de no dormir. ¿Cómo vives la experiencia de la publicación esta vez?
Estoy más tranquilo. Todavía lo paso mal, pero es que aquel momento fue demasiado. Me obsesioné, no dormía, me pasaba el tiempo en el váter… Las semanas previas al lanzamiento no las disfruté. Muy mal. Esta vez he tenido nervios, pero a un nivel humano. Con 'No mentirás' rebasé todos los extremos. Estaba completamente ido. No era yo. Pero el nervio sigue, ¿eh?
¿Nos dirías tus referentes a la hora de escribir esta trilogía o prefieres que el lector los adivine?
No, qué va. La principal, sin duda, la novela patria policial. De hecho en el propio libro les doy las gracias a los autores que me han llenado. Lo hago de una manera un poco Blas, que es nombrándolos como lecturas del psicópata villano. Son gente a la que venero: Lorenzo Silva, Dolores Redondo, Juan Gómez Jurado, César Pérez Gellida… Es mi manera de decirles: “Os admiro”. Gellida, por cierto, dijo en la radio que yo era un hijo de puta y que no sabía escribir. Pues aprovecho para decir: César Pérez Gellida, eres un hijo de puta. Publícalo.
Soy sólo el mensajero.
Es un tipo tremendo.
Al final del libro adviertes a tus lectores: “Creo que nos vamos a ver antes de lo que esperáis”. ¿Qué puedes contarnos de la tercera parte?
Puedo adelantar que es absolutamente frenética, demencial. Voy a concentrar toda la acción, unas 500 páginas, en 72 horas. No habrá respiro. Estoy entusiasmado con el resultado.
Otra cosa que les dices a tus lectores: “Gracias por pensar que te voy a sacar durante un tiempo de esta mierda de mundo a través de mis letras”… Caray, tampoco está tan mal la vida.
Es lo que me dicen ellos. Literalmente, alguien me dijo: “Me has sacado de mis mierdas”. De ahí la expresión. Hay mucha gente cuyo mundo se desmorona. Me lo cuentan. Han perdido el trabajo, tienen una enfermedad, problemas familiares… Y, durante unas horas, no se han acordado de nada leyendo alguno de mis libros. Luego el mundo sigue su curso, no les has arreglado nada, pero sí les has dado un rato de alivio. Me lo han dicho muchísimas veces y es lo más grande que te pueden decir.
Tienes 15.539 seguidores en Twitter. ¿Cuál es tu secreto para mantener esa relación tan fluida con los lectores?
Es un topicazo, pero es la verdad: Ser yo mismo. Soy exactamente igual con los lectores que con mis amigos o mi familia. Puede que lleve un poco de coraza porque soy una persona muy insegura y no quiero mostrarlo. Pero mi trato siempre es el mismo. No llevo máscara de escritor. Y en las redes es así también, para bien o para mal, porque no me corto, no mido y hay veces en que me paso.
¿Algo más?
Sí, que todo el que quiera compre la novela, que tengo que comer. Ponlo, que es importante. (ríe)
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