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Una sequía permanente, agravada por la crisis climática: “En la Región de Murcia estamos al límite del desierto”

Humedal de Lo Poyo en el municipio murciano de Cartagena

Álvaro García Sánchez

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“En la Región de Murcia coexisten dos procesos que, en la actualidad, van caminando hacia la misma dirección”. Francisco Belmonte, investigador especialista en erosión y desertificación de la Universidad de Murcia (UMU), establece la diferencia entre dos términos similares, desertización y desertificación, que, asegura, el cambio climático no sólo “vincula”, sino que, sobre todo, “agrava”. La desertización, matiza el experto, es un fenómeno natural mediante el cual un territorio pasa, con el tiempo, a presentar “condiciones más áridas”, en las que predomina “la escasez de agua y la paulatina pérdida de vegetación”. La desertificación, por su parte, y relacionada estrechamente con la anterior, tiene que ver con la acción humana, con una mala utilización de los recursos hídricos y del suelo que conlleva la “pérdida de su fertilidad”.

Actualmente, las mezquinas consecuencias del cambio climático están agudizando la progresión de ambos procesos: la Región de Murcia ostenta el “puesto más desfavorable” de la Península Ibérica frente a la desertificación, según evidenció el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Ambiental (Imida) en un estudio publicado en el año 2022. El avance ininterrumpido del desierto ha provocado en la Región, en los últimos tiempos, pérdidas anuales de suelo de hasta 19 millones de toneladas, lo cual supone, a juzgar por los datos, “un riesgo de erosión medio-alto”.

 La sequía se abre paso: “Existe un déficit permanente de agua”

“Estamos al límite del desierto”, asegura Juan Pedro Montávez, catedrático de física atmosférica de la UMU. “Algunas partes de la Región ya presentan un clima desértico o semidesértico. Eso significa que existe un déficit permanente de agua”. Este año, que ya ha superado la mitad de la primavera, las lluvias se siguen retrasando. La sequía se abre paso con fuerza: el monitor del CSIC sitúa el territorio bajo unas condiciones alarmantes de aridez. Un informe reciente de la AEMET ha catalogado el último mes de abril como el más cálido y seco desde que existen registros. Incluso si llegase a haber chubascos antes del verano, éstos se quedarían cortos para paliar los efectos de su prolongada ausencia. “Las predicciones del futuro nos indican que va llover todavía menos”, continúa Montávez, “pero, al margen de eso, lo realmente preocupante es el aumento de las temperaturas”. “Las proyecciones apuntan que la probabilidad de que los termómetros sigan batiendo récords en el futuro es muy alta. Se trata de una tendencia que conduce a más déficit hídrico y más desertificación”.

Recorrer la Región de Murcia, hoy en día, es atravesar una tierra extensa y árida, un paraje frágil e inhóspito en diversos puntos, azotado por la escasez. No es infrecuente que se sucedan en el tiempo, debido al calor, y junto a la mencionada privación de lluvias, episodios de tormentas torrenciales, como aquella que asoló las proximidades del Mar Menor en 2019. Las tormentas, paradójicamente, también inciden en el desarrollo de las zonas desérticas. “Una tierra en proceso de desertización es una tierra débil, que ha ido perdiendo diversas capas”. “Cuanto más intensas son las precipitaciones, mayor arrastre de agua se produce”, asevera el catedrático. “Con el arrastre”, concluye, “se pierde una gran cantidad de suelo fértil en una tierra que no soporta la intensidad de las escorrentías”.

“Cuando se explota continuamente el suelo, pierde fertilidad, y eso puede llevar al abandono”

Unida al avance natural del desierto que la tesitura actual acelera, la acción humana posee una gran parte de responsabilidad en la pérdida de rendimiento del suelo como fuente de producción de alimentos. En la Región, para Francisco Belmonte, no ha sido la adecuada. “Cuando se explota continuamente, el suelo pierde fertilidad, lo cual puede llevar a su abandono. En las zonas de secano, por ejemplo, el excesivo arado está desencadenando la pérdida física del territorio. Para mantener la humedad en la tierra el mayor tiempo posible, ante las temperaturas, el agricultor la labra continuamente. Cuanto más se labra, más se suelta, y por consiguiente más erosión se produce, especialmente cuando llegan las tormentas”.

La desertificación es un círculo en el que cualquier inconveniente climático influye. Si las temperaturas se elevan, la tierra queda a merced de la carencia de agua. Si la sequía persiste, la gestión humana es vital. “En la Región de Murcia, además, hay un déficit hídrico estructural: la población está desequilibrada con los recursos hídricos propios. Este problema va a terminar por endurecerse si, como está previsto, la crisis climática sigue reduciendo los caudales. Entonces puede que se empiecen a abandonar más tierras y que se extienda aún más el proceso de desertificación”. En 2017, más de 24.000 hectáreas de cultivo habían sido abandonadas, especialmente en territorios de secano, según un estudio de la UMU. En estos momentos, la Cuenca Hidrográfica del Segura se encuentra al 34% de su capacidad total. La capacidad media de los últimos diez años en la misma época del año roza el 49%, quince puntos más.

Pese a la situación, ambos expertos coinciden en que existen soluciones que pueden amortiguarla. “Las zonas desérticas se van extendiendo, pero eso no significa que toda Murcia vaya a ser un desierto en el futuro”. “Es necesario modificar nuestras costumbres, obtener el agua de otras formas, como de la desalación. Sabemos lo que se nos viene encima”, apunta Montávez. “En zonas secas susceptibles al abandono se están poniendo en marcha cultivos de regadío, como cítricos, que pueden compensar el grave proceso de desertificación”, comenta Belmonte.

Medidas “sin demora” de Medio Ambiente y la CHS

La directora general de Medio Ambiente de la Región de Murcia, María Cruz Ferreira, tacha de “innegables” los desastrosos efectos del cambio climático. “La Unión Europea”, advierte la directora, “apunta al agravamiento del proceso de desertificación y sequía en el sur de España”. “Tenemos que trabajar para intentar revertir la situación sin demora”. “Desde la Comunidad trabajamos en políticas que apuestan por la readaptación, por el desarrollo rural y urbano, por la renaturalización y los espacios verdes. Queremos aumentar los servicios ecosistémicos, actualizar los mapas de vulnerabilidad y establecer un visor cartográfico que ajuste los riesgos de la crisis climática a la Región”.

Por su parte, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) activará una batería estratégica de sondeos en pozos de socorro con el objetivo de captar agua bajo situaciones de alerta y de emergencia, como parte de la estrategia nacional del Plan Especial de Sequía.

El acecho de los incendios

Otro factor que puede influir notoriamente en la desertificación cobra cada vez mayor trascendencia. “El contexto de crisis en que vivimos determina que puede haber más riesgo de que se produzcan incendios en la Región de Murcia”, admite Marco Turco, investigador de la UMU.  “Cuanta más aridez exista, más seco estará el potencial combustible. Históricamente hemos considerado los incendios como algo inherente al verano. Pero un estudio bastante reciente afirma que los parámetros meteorológicos de la primavera son, ahora, igual de propicios”, manifiesta Turco. “La vegetación nativa que hay en el Mediterráneo está adaptada al calor y al fuego. El problema reside en que aumente la frecuencia de los incendios. Si esto sucede, las plantas no tendrán tiempo de adaptarse, y una vez se quemen nunca más volverán a crecer. En su lugar sólo quedará la tierra”.

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