Miguel Ángel Cámara, exalcalde de Murcia, cumplió este sábado 68 años. Lo hizo con el aspecto inmejorable que le reporta su afición por el ejercicio físico y una dieta equilibrada. Oriolano de nacimiento, pero murciano de adopción, presidió el consistorio de la capital entre 1995 y 2015, si bien había llegado al mismo como concejal ya en 1987. Alguien reparó entonces en que este profesor titular de Química Orgánica en la Universidad de Murcia (UMU) podría aportar algo a la vida municipal. Y por eso se incorporó a la candidatura que encabezaba Ramón Luis Valcárcel.
En aquellas elecciones, Alianza Popular sumó con el CDS, que lideraba Adolfo Fernández, ediles suficientes para gobernar: diez, los primeros, y cinco, los segundos. Sin embargo, la falta de entendimiento entre ambas fuerzas lo impidió. Los de Suárez reclamaron la alcaldía, a pesar de contar con la mitad de concejales que los populares. Y estos se negaron, por lo que el PSOE (12) gobernó la legislatura con apoyo de IU (2) en minoría.
Cámara permaneció como concejal en la oposición durante dos legislaturas más en las que el socialista José Méndez ejerció de alcalde. En 1991, aunque el PP fue el partido más votado, pero con los mismos concejales que el PSOE (13), y con Valcárcel de nuevo como candidato, un pacto del PSOE con IU (3) impidió a los populares gobernar. Y en 1995 llegó su momento. Encabezó la candidatura municipal del PP y obtuvo una holgada mayoría absoluta, que repitió en 1999, 2003, 2007 y 2011.
En 2012, Cámara se vio imputado en el caso Umbra, una presunta trama de corrupción urbanística en la zona norte de la ciudad. Durante la instrucción trascendió, según un informe de la Agencia Tributaria, que entre los años 2005 y 2006 no retiró un solo euro en efectivo del banco: ni en cajeros ni en ventanilla. Y que como patrimonio poseía cuatro viviendas, otras tantas plazas de garaje, dos coches y más de medio millón de euros en cuentas corrientes. En los siguientes comicios, los de 2015, el partido optó por prescindir de él y colocar al frente de la lista al exrector de la UMU y exconsejero del Gobierno regional José Ballesta. Aquel gesto disgustó a Cámara sobremanera. Lo consideró una falta de confianza en alguien que había formado tándem con Valcárcel durante tantos años, a pesar de que la relación entre ambos no pasara de ser una especie de matrimonio de conveniencia. En los cargos institucionales y en el partido. Sin embargo, era palpable que nunca hubo química entre los dos personajes.
A comienzos de junio de ese mismo año, el PP no alcanzó, por primera vez desde 1995, la mayoría absoluta en la Asamblea Regional y Ciudadanos puso como condición para apoyar a quien Valcárcel había designado como su sucesor, Pedro Antonio Sánchez, que Cámara dimitiera como secretario general del PP regional, cargo del que se fue poco antes de abandonar el Ayuntamiento y de que se constituyera la siguiente corporación. Cuando se celebró el pleno en el que Ballesta tomó posesión, Cámara no acudió al traspaso de poderes y a entregarle el bastón, una circunstancia que sorprendió a más de un observador, pero no a los fieles al exalcalde, conocedores de lo que pensaba sobre todo lo ocurrido.
Desde ese momento, Miguel Ángel Cámara se alejó de la vida orgánica del PP. Se centró en la Universidad como catedrático de Edafología y Química Agrícola, un puesto del que tomó posesión en enero de 2018. Ese año va a ser determinante para él, ya que en junio la jueza lo absuelve del caso Umbra. Tres años después, en 2021, la Audiencia Provincial ratifica esa absolución tras el recurso de apelación de la Fiscalía.
En todo este tiempo, Cámara ha seguido manteniendo contacto con antiguos colaboradores y compañeros de partido, a pesar de no estar ya en la primera línea de la política. Hay malpensados que incluso llegaron a asegurar que festejó el éxito de la moción de censura contra Ballesta en marzo de 2021. Es público y notorio que todavía ejercía una cierta autoridad moral en la organización del partido, especialmente en las pedanías, donde a lo largo de casi tres décadas se ocupó y preocupó de estructurarlo.
En los últimos tiempos, a Cámara se le sitúa como muñidor de una operación que pretendería descapitalizar al PP de esos efectivos, en beneficio de Vox, de cara al 28 de mayo. Durante una cena organizada esta semana en un restaurante de la huerta, se quiso escenificar esta circunstancia, con la intención de poner de los nervios a los partidarios de Ballesta. Incluso se llegó a sugerir que Cámara podría hacer acto de presencia en la misma, como invitado estelar, hecho que, por supuesto, no ocurrió. Sí que es cierto que merodean en el entorno de Vox antiguos colaboradores del exalcalde, buscando acomodo ante la posibilidad de que la lista que encabeza Luis Gestoso obtenga una nutrida representación en la Glorieta, y que su concurso resulte necesario para que Ballesta tenga opciones de volver a la alcaldía.
Cuando a Miguel Ángel Cámara se le pregunta si José Ballesta ha sido un buen alcalde, responde que eso es algo que tienen que decir los ciudadanos cuando hay elecciones. “Y a cada uno nos han dicho lo que han querido decir”, añade. Resulta evidente que, a buen entendedor, con pocas palabras basta. Pero de ahí a considerar que pueda desembarcar en Vox, como ha hecho el expresidente Alberto Garre, media un abismo. Hay consistentes razones que lo impiden.
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