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Vete tú a saber

Un cartel en apoyo a la sanidad pública en un balcón de Madrid

Elena Cabrera

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Empecemos rebobinando. Cuando estalló la pandemia, Alberto y yo solo teníamos entradas compradas para dos conciertos. Hablé de ello en la primera entrada de este diario: unos 20 días después del decreto del estado de alarma estaba prevista la actuación de uno de los grupos más importantes del rock gótico: The Sisters of Mercy. Escribí “me temo lo peor”. No tenía ni idea de lo que estaba por venir y además equivoqué mucho el tiro al pensar que, en lo que a mis egoístas aspiraciones musicales concernía, lo peor que podía pasar es que el concierto se suspendiera. Una semana después, lo compartí con vosotros, llegó la buena noticia del aplazamiento hasta septiembre. “Vete tú a saber cómo estamos en septiembre”, opinó mi pareja muy cabalmente. Eso también os lo conté, en una página especial que además venía titulada con un verso de una canción del grupo. Lo mismo que Alberto debieron pensar los promotores de la gira, o la propia banda, al volver a cancelar de nuevo los conciertos de septiembre y aplazarlos, esta vez a una más prudente fecha en marzo de 2021. Un año después. Y ahora viene la gracia. Las otras entradas que nos habíamos comprado nos abrían las puertas de un festival de reciente creación llamado Dark Mad, cuya segunda edición debía celebrarse en octubre de 2021 en Pinto, un pueblo a las afueras de Madrid. “Vete tú a saber cómo estaremos en octubre”, debió decir Alberto en algún momento. ¿Cuál es el trágico desenlace de esta dramática historia? Que ambas citas, tanto el concierto de The Sisters of Mercy como el festival Dark Mad han sido reprogramados para el mismo día: el 24 de marzo. Ni qué decir tiene que hablamos del mismo público: son las mismas 3.000 personas que irían al concierto y al Dark Mad. De hecho, el grupo bien podría ser el cabeza de cartel del festival. Este tiro en el pie es incomprensible y uno, o quizás los dos promotores, van a salir perdiendo. El público, desde luego. ¿Qué haremos nosotros? Ni idea por ahora. Pero lo cierto es que, ya que no podemos estar en dos sitios a la vez, habrá que tomar una decisión cuanto antes porque los promotores están anunciando unos plazos cortos para tomar la decisión de devolver la entrada.

Lo inquietante es que no parece un caso aislado. Hacer encajar los eventos musicales del año 2020 en el año 2021, teniendo en cuenta que ya había conciertos anteriormente programados para esas fechas, está siendo un calvario para los profesionales de la industria. Algunos nos preguntamos qué tipo de tejido musical va a quedar después de esto. Muchos grupos, nos enteramos por sus redes sociales, han perdido dinero por las cancelaciones de sus giras. Hay pequeños promotores que puede que no se recuperen de las cancelaciones. Y nosotros, bueno, nosotros no nos recuperamos del susto.

Hoy no hemos salido a nuestro balcón a aplaudir a las ocho. No había nadie en casa. Eso ya dice mucho de cómo va la desescalada. La Comunidad de Madrid ha ampliado los horarios de salida de los niños y, si los combinas con las ganas de los padres de tomar tintos de verano en las terrazas del barrio, diluye con tristeza el importante gesto de apoyo a la sanidad pública. Y, en verdad, también nos diluye un poco a todos como comunidad que se apoya mutuamente. A Alberto y a nuestra hija Eleonor les pilló en el parque. A mí, bajando por la calle Lavapiés, después de una segunda visita al fisioterapeuta. Aplaudí sorteando las terrazas, pobladas y ruidosas, mirando hacia los balcones, donde en lugar de alegría encontré medias sonrisas, algunas miradas serias y esquivas, en general gestos de resignación. Yo era la única persona que aplaudía en la calle. Las palmas fueron breves, apenas me dio tiempo a recorrer algunos portales, y a las ocho y tres minutos ya se había agotado.

Volví a mi barrio tal y como había venido, en Bicimad. Hice el mismo recorrido que dos semanas atrás me había maravillado a pesar de ir en moto. Sin duda, ya no era lo mismo. Pedaleando por el Paseo del Prado hacia Recoletos tuve que sortear mucho más tráfico y tener cuidad con algún conductor enfurecido, que se ve que lleva mal que aún haya bastantes ciclistas que no quieren perder la ciudad que hemos conquistado para el ritmo lento en las últimas semanas. No es el Madrid de antes del confinamiento, pero poco a poco va despertando el dragón. Lo veremos gráficamente en los medidores de contaminación.

Acabemos con un avance rápido de la cinta. El otro día, mi amigo R. me puso sobre la pista de esa genial idea del urbanista y asistente parlamentario del Grupo Socialista en el Congreso, Antonio Giraldo, de convertir la M-30 en un parque y, desde entonces, sueño con ella. Lo hago tan fuerte y tan despierta que a veces pienso que es verdad. Cuando le cuentas a alguien esta idea de Parque 30, lo primero que te dicen es ¿y por dónde van a pasar los coches? En realidad, en su gran objeción reside el corazón de su solución: por ningún lado, hay que sacar los coches de Madrid. Ojalá ideas radicales como estas salgan adelante. En caso contrario, solo nos quedará abandonar el barco.

La situación actual del contagio del coronavirus nos ha llevado a detectar 5.556.679 casos en el mundo. De ellos, 2.046.852 están en Europa y, de ellos, 237.906, en España.

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