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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Sexo con alma y cuerpo de obispo

José Ignacio Munilla, coautor del libro "Sexo con alma y cuerpo"

Iker Armentia

Dadas las acuciantes circunstancias que estamos viviendo, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha decidido publicar un libro sobre uno de los problemas que está haciendo sucumbir las bases de nuestra civilización: follar. En concreto, follar con quien se desee y cuando se desee, algo prohibido a los obispos pero sobre lo que tienen más conocimientos que cualquiera de nosotros, humildes pajilleros de la Tierra (bueno, los obispos tienen prohibido follar en general, incluso aunque sea con fines reproductivos).

“La cultura del rollo provoca mucho sufrimiento”, dice Munilla que describe una sociedad perdida por culpa del desenfreno sexual al que están sometidos los jóvenes, encerrados en un carrusel satánico de magreos y cópulas informales (al parecer, todo el mundo se está sobando con todo el mundo todo el rato, y a la gente no le da tiempo ni de ir a comprar el pan). El libro esta destinado a desentrañar los males desencadenados por el “lío”, “pillar cacho” y todo lo que no sea dedicar una relación sentimental a hacer puzles.

Cuenta Munilla en 'Sexo con cuerpo y alma' -escrito junto a Begoña Ruiz Pereda- que un sábado por la mañana se le apareció un titular del Diario Vasco en pleno desayuno: “Casi 60.000 jóvenes vascos practican sexo sin protección”. Lo que más le preocupó al obispo no fue el riesgo de no usar preservativos: “Lo que a mí me llamó la atención fue la expresión utilizada para referirse a las relaciones sexuales”. Cuestión de prioridades.

Sí, las palabras son muy importantes en este libro sobre sexo. La expresión “practicar sexo” está proscrita, por supuesto, pero también la más inofensiva “hacer el amor”. El obispo prefiere fórmulas algo más burocráticas como “abrazo conyugal” o “acto conyugal” (eso se hace con la luz apagada, ¿no?). Claro que lo de “conyugal” no es casualidad: lo correcto es no entrar en materia hasta la noche de bodas y es mucho más sano para el matrimonio, según el obispo, no haber convivido bajo el mismo techo con anterioridad.

Atendiendo a la disertación de Munilla, el noviazgo es la etapa del discernimiento y el matrimonio, el de la entrega. Por eso, si nos dedicamos a retozar con nuestra pareja antes de casarnos después corremos el peligro de discernir “a destiempo” -es decir, durante el matrimonio- sobre la idoneidad de la relación. Y de ahí al divorcio hay un paso, Dios no lo quiera. Y todo por haber fornicado “a destiempo”, quién lo iba a decir.

Otra de las palabras malditas es “pareja”, un sucedáneo uniformador de “novios” y “matrimonio”. En el fondo, viene a decir Munilla, esto de andar toqueteándose está provocado por una especie de conspiración que ha unido a la ideología de género, los progres y los lobbies gays. Lo peor de cada casa.

Sobre la posibilidad de que sea el cuerpo el que pide guerra, el libro recomienda -con otras palabras- aguantarse y mucha ducha fría. Munilla apuesta por la castidad con los demás y con uno mismo. El libro emplaza a los jóvenes a “luchar por no masturbarse”, que puede considerarse la causa perdida que más veces se pierde cada día de todas las causas perdidas conocidas hasta la fecha.

En un momento dado el libro se adentra en un terreno tenebroso: ¿Qué le pasa a la sexualidad tras la muerte?, se preguntan los autores. “La sexualidad no termina nunca”, se señala en el libro antes de precisar que “no es ciencia ficción”. Sin ánimo de desilusionar a los más disolutos, la idea es que en el cielo hay sexualidad pero sin genitales. O algo así, porque tampoco lo he entendido demasiado bien. De todas formas, un poco después, se aclara que no se puede dar más información: “Caeríamos en el peligro de hacer cábalas para las que no tenemos datos”. Una afirmación que puede extenderse, sin mayores inconvenientes, al resto del libro.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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