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El 'timing' no es lo suyo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez posa para la foto de familia durante el Comité Federal del sábado.

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Se confirma definitivamente. El gobierno de coalición tiene un problema de dimensiones colosales con su 'timing'. Ni una semana sin emociones, ni un día sin 'breaking news'. Si hoy es martes toca que dimita alguien en alguna parte de la coalición.

El ejecutivo de Pedro Sánchez llegó al debate sobre el estado de la nación en modo incubación de una crisis. Parecía que sus integrantes solo hablaban para dejar claro en qué no estaban de acuerdo. Salió del Congreso reforzado y en plena exaltación de la amistad, mandando al PP a los tiempos oscuros del discurso de Pablo Casado y dejando en evidencia la inutilidad de Vox para cualquier cosa que no sea hacer el ridículo. Venían por delante días de vino y rosas. No podía durar. Un fin de semana tardó el PSOE en volver a asociarse a la palabra crisis. Unidas Podemos se lo tomó con más calma y esperó a que se cumpliera al menos una semana.

Para ejecutar los cambios que ha implementado Pedro Sánchez en el PSOE no hacía falta tanto drama. Una reunión por Zoom habría bastado. Si la idea era reactivar al partido dándole un buen espectáculo, no parece que ni la crítica ni el público hayan quedado precisamente rendidos. Tampoco queda muy claro que el hecho de que el gobierno tome el control del partido equivalga a reactivarlo o ponerlo en modo electoral; a veces sólo conduce a una especie de remake de la noche de los muertos vivientes. 

Todo esto se podría haber implementado tranquilamente durante el verano sin aspavientos, casi sin anunciarlo y como si fuera un ajuste natural en respuesta a la inminencia del ciclo electoral; no una crisis provocada por un mal resultado en Andalucía y un puñado de encuestas. Si la idea es comunicar mejor y centrar la atención en la acción de gobierno y las políticas, distraer al personal con asuntos de partido no parece el mejor comienzo. El cese de Enrique Santiago en el Ministerio de Derechos Sociales resulta el enésimo ejemplo de la pésima gestión de tiempos de la coalición. Cuando aún no habían ni empezado a amortizar el giro a la izquierda anunciado por Pedro Sánchez en el Debate del estado de la nación, al día siguiente de un CIS que les situaba de nuevo como tercera fuerza política tras casi dos años, cesar por las bravas a uno de los nombres con más peso dentro del espacio morado sólo se le ocurre al que asó la manteca. De estar hablando de la resurrección de la izquierda, a hablar de líos y cuitas internas entre Yolandistas, morados y comunistas; el plan perfecto.

Mientras en el Partido Popular todo son fiestas, besos y abrazos. Para qué molestarse si ya se lo dan hecho. Mientras los unos y los otros se enredaban en dimisiones, ceses y crisis, Juanma Moreno tomaba posesión de la presidencia de la Junta de Andalucía en una ceremonia al más puro estilo Fraga, solo faltaban el pulpo y los gaiteiros; Galicia calidade, que diría Núñez Feijóo.

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