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Derechas e izquierdas y el amateurismo

El Gobierno y el PSOE van a tener obstáculos y no solo los adversarios políticos

Jordi Borja

Nota introductoria:Este artículo fue planteado y escrito a inicios del mes de septiembre. Por razones diversas el artículo quedó dormido, probablemente debido a dudas del autor, pretendía analizar la relación entre los 4 partidos de ámbito estatal y cómo cada uno de ellos se equivocaron cada uno por su discurso y estrategia y también evaluaron mal a sus competidores. El tiempo pasó, no hubo una persona investida y se confirma la incompetencia de todos los partidos. Como muchísimos ciudadanos, teníamos una tenue esperanza de que habría ahora un gobierno. Todos cansados, aburridos y gastados. Incluso los partidos políticos.

Primera parte

Las derechas, PP y C’s, han perdido las elecciones, la hegemonía y el alma. ¿Son realmente democráticas y europeas? ¿Es suficiente participar en las elecciones y formar parte en el Parlamento? El PP nació de los amplios y a todos los niveles de los residuos del franquismo que se fusionaron con derechas conservadoras que fueron pasivas con la dictadura. Sus líderes y sus aparatos en lugar de democratizar la democracia naciente y precaria han involucionado en todos los frentes. Los Gobiernos conservadores han manipulado la Constitución que abría amplias posibilidades democratizadoras. Han aplicado la represión administrativa, la judicial y la policial contra los derechos de expresión y de manifestación. La Monarquía y la Judicatura son intocables, el Estado de facto no es laico y está impregnado por la fuerza económica del IBEX 35 (el bloque financiero y empresarial). Se pervierten los derechos laborales y sociales y el reconocimiento de las nacionalidades que estableció la Constitución lo convirtieron en puras administraciones. Las derechas han utilizado las reivindicaciones de las nacionalidades para enmascarar las políticas antisociales, confrontar los pueblos de España y recuperar el españolismo predemocrático.

En los últimos años las derechas han perdido el sentido de realidad española. Las sociedades, urbanas y generaciones jóvenes especialmente, tienden más hacia del centro a la izquierda que a la derecha. Las derechas, supuestamente democráticas, se han aliado con VOX, una de las extremas derechas más retrógadas de Europa. Y han asumido gran parte del estilo y el lenguaje del franquismo. Han estimulado colectivos sociales más o menos violentos, han exacerbado el odio a las diferencias culturales y han hecho del machismo, la supuesta ideología del género y la agresión a las mujeres y a los “diferentes” una bandera que deriva al crimen como acto festivo. Sectores de la Judicatura y de la Iglesia tienen tanta responsabilidad como las derechas políticas, por omisión o por acción. La gran mayoría de la ciudadanía española no es bárbara ni retrógrada, es tolerante y solidaria. Sin embargo gran parte de los aparatos políticos e ideológicos y de los medios de comunicación han radicalizado a sectores sociales y han exaltado la confrontación. La cultura del diálogo, del pactismo y del reconocimiento del otro es muy débil actualmente en España, en Catalunya incluida. El bloque de las derecha en lugar de constituir un bloque aliado con posibilidades hegemónicas cada uno han querido hundir al otro. Pero se alían para gobernar y han asumido gran parte de las ideas y estilos de la extrema derecha.

El líder del C’s, supuesto liberal renovador, ha recuperado el lenguaje del fundador de la Falange y exalta el hipernacionalismo españolista. Ni Lola Flores en sus momentos más exaltados se lo tragaría. Su caricatura, apoyada por C’s, Marta Sánchez nos infligió recientemente la parodia de la letra del “himno nacional” que por cierto de origen no democrático. C’s ha sido el principal perdedor. Pretendía “il sorpasso” pero no tiene arraigo en gran parte del territorio como tienen el PP y el PSOE. Su involución cultural le hizo perder electores, militantes e incluso dirigentes. Ahora va a remolque del PP y enganchado a Vox. Quizás C’S hubiera podido orientarse al centro y aliarse con el PSOE y estarían encantados los del IBEX35, el gran empresariado. Pero ya se sabe que los dioses maldicen a los humanos cuando se confrontan a ciegas con la realidad. C’s por ahora tiene muy poco de liberal, ha ido asumiendo un reaccionarismo que en Europa es propio de minorías. Pretende no ser muy conservador pero no tiene nada que innovar. Un partido versátil, personalista y que acumula errores infantiles. ¿Es un partido confiable, previsible y amateur? Su última carta que le mantiene en la competencia electoral es que no ha gobernado ni en los gobiernos nacionales, ni autonómicos ni en las grandes ciudades (excepto en algunos caso pero hegemonizados por el PP).

El PP es un partido con una base conservadora y sólida en España, excepto en Catalunya. La corrupción y las políticas antisociales le debilitaron. Podría perder las elecciones pero sería la oposición y la futura alternativa. El nuevo líder se ha agitado mucho pero ha perdido por ahora una parte importante de su electorado. En sus recientes campañas electorales aparcó el conservadurismo clásico y optó por una derecha dura, primaria y arcaica. La exaltación españolista se atenuó después de su fracaso postelectoral, pero el discurso retórico suena aún a neofranquismo latente. Destaca la “España eterna”, su historia mítica y falseada de la “reconquista” de los árabes, de los “reyes católicos”, del “imperio colonial”, de la “guerra de la independencia” y la “guerra civil” cruel pero necesaria para “un nuevo renacer”. Un discurso que si no fuera lamentable sería de un humor caricaturesco. Incluso Cánovas del Castillo, presidente de gobierno y conservador decimonónico comentó irónico que “los españoles lo somos porque no podemos ser otra cosa”. PP no se hundió del todo porque C’s quiso ser más ultra a pesar de sus reticencias iniciales. El actual líder del PP como no tiene convicciones ha atenuado su exaltación neofranquismo pero mantiene un conservadurismo autoritario.Ambos se juntaron con VOX. Un error, que ha creado un malestar en la Unión europea. Un humorista de origen andaluz y ciudadano catalán, Antonio Baños, comentó “el problema no son si los catalanes se van o no, sino son los españoles los que debieran salir de España”, pero se refiere al Gobierno o al Estado.

La sociedad española se merecen mayor cultura de los partidos políticos y de paso también espera que los líderes de las derechas conecten con la realidad, expresen una cierta cultura general, que eliminen la corrupción y los privilegios y sean conscientes y sensibles a la ciudadanía. Por ahora sus electores tienden poco a poco a abandonarles, especialmente los C’s.

Segunda parte

El PSOE y el centrismo. Los otros partidos, sin querer, se lo pusieron bien a los socialistas para ganar las elecciones. Estos eran conscientes que no tendrían una mayoría absoluta. Su objetivo es ser el partido de “centro” y apoyarse según los momentos y los temas con la derecha “democrática” o con la izquierda “radical”. Su vocación centrista equivale garantizarse la hegemonía, o por lo menos así se lo creen. Hace muchos años, un clásico de la Ciencia Política, Maurice Duverger, al que escuché en una clase, nos dijo: “el centrismo es un equilibrio inestable entre derecha e izquierda pero que tiende casi siempre hacia la derecha”. El PSOE por su historia, sus discursos electoralistas y las ideas o los sentimientos de gran parte de sus electores se supone que son más o menos de izquierdas. Pero las cúpulas del partido, los “barones” y gran parte del aparato, son y quieren ser el centro y tienden a inclinarse a la derecha. Confiaban el apoyo C’s pero estos lo rechazaron y esperaban que iban a suplantar al PP y presidirían el Gobierno. PSOE y C’s, ambos se autoengañaron. El PSOE quería dejar a Unidas Podemos fuera del juego. No solo temía que unos acuerdos con UP “radicalizaran” las políticas sociales ante la inminente rececesión, sino también gran parte de sus electores.

A Unidas Podemos se le ha creado una imagen radical, que genera inseguridad e incertidumbres a una parte significativa de la opinión pública. Los partidos de derechas y los medios de comunicación los califican de revolucionarios, comunistas y similares. Una referencia del pasado. La ley franquista de “Represión de la masonería y comunismo” estuvo vigente en España hasta inicios de los años 60. Y así definía a los comunistas: “son comunistas los comunistas, los socialistas, los anarquistas y los similares”. Y no es un chiste. Unidas Podemos no es ni “socialista” ni “comunista”, aunque haya socialdemócratas clásicos y comunistas democratizados en UP. Son republicanos pero no asaltan los palacios monárquicos. Aspiran a más libertad, más fraternidad y más igualdad pero saben que se requieren construir bloques y alianzas con amplias fuerzas políticas y sociales para implementar reformas que están explícitamente en la Constitución. Valoran especialmente la democracia pues no se conforman con partidos y elecciones. Defienden la participación ciudadana como el rendimiento de cuentas, la iniciativa popular, el control o la gestión cívica de las políticas y las instituciones públicas, la consulta o referéndum, etc. Asumen los derechos específicos de las nacionalidades y deben ser protegidos constitucionalmente. La democracia, y este comentario es propio del autor, espero que se asuma que es dinámica y el marco político-jurídico es estático y en muchos caso regresivo. Por lo cual deben pactarse reformas rupturistas, que buena falta nos hace. Dudo mucho que UP aliado al PSOE pueda poner en práctica las transformaciones deseables. Y el partido de Errejón explicita ya la “moderación”, como corresponde a la Unión Europea.

El PSOE es consciente de que UP no es un partido extremista y no hay indicios que generen inquietud en la mayoría de la ciudadanía. ¿Qué teme un gobierno del PSOE con participación de UP? ¿Van a romper el juego de la baraja del conjunto de las instituciones? ¿Pueden disgustar a los aparatos del Estado quizás de poco talante democrático, o los 4 compromisos con IBEX35 y adláteres, o en las relaciones internacionales con gobiernos más que dudosos como Arabia Saudí o Israel, o la brutalidad de Trump. ¿O exigirán las demandas sociales excesivas? ¿O que aparezcan secretos referentes a la corrupción, compromisos opacos con gobiernos o multinacionales? Son cuestiones importantes pero que se dirimen en la práctica de gobierno, por parte de unos y otros. La confianza es resultante de la colaboración. El PSOE sataniza UP para ser angelical y pactar con la derecha moderada.

¿Catalunya es el problema? ¿O mejor dicho el problema de España y las nacionalidades? La radicalización, digan lo que digan unos y otros, las posiciones confrontadas máximalistas son el problema. Creo que son minorías movilizadoras, la mayoría asumiría soluciones intermedias. El catalanismo político exige autodeterminación e independencia ya, aunque se enfrenta con el muro del Estado. Y las derechas y de forma algo más flexible el PSOE mantienen una España esencialista “una, grande y libre”, más propia de un Estado predemocrático. Es un bloqueo que hace daño a todos, todos pierden. El marco constitucional posibilita el autogobierno, el federalismo, estatutos específicos (no privilegiados) e incluso consultas. PSOE y UP podrían promover diálogo abierto y vocación pactista. Catalunya no debe ser el problema. Y por favor, dejen de lado las cúpulas de judicatura. No son políticos formales pero en la práctica lo ejercen y arrastran ideologías propias con escasa cultura democrática. No entienden o rechazan democracias complejas, los conflictos de clases sociales, y las pluralidades culturales y nacionalidades territoriales.

¿El PSOE no confía en UP para gobernar ? No hay ninguna razón política de interés general como se ha dicho. Pero sí que hay un interés partidario, satanizar a UP. El PSOE lo aprovecha y marca una línea roja para no contaminarse del teórico izquierdismo, peligroso, aventurado, incluso violento. Un fantasma que ahuyenta a la ciudadanía, o mejor dicho se intenta. El PSOE puede ser la izquierda moderada con vocación mayoritaria necesita a la izquierda, como la UP. No solo para conseguir mayorías electorales, también para aplicar políticas favorables a las mayorías sociales. Es lógico que planteen propuestas o demandas de las izquierdas como la UP y expresarán o apoyarán las demandas sociales de sectores populares o trabajadores dentro de lo posible. También hay que reconocer la radicalización del feminismo en auge y de los/las jóvenes con escasas esperanzas. Hay que tener en cuenta que las clases medias van a la baja y son muy sensibles a la fiscalidad, y en cambio las clases altas son consideradas privilegiadas. Las derechas han menospreciado la cultura y el mundo intelectual es mayoritariamente crítico con el socialismo gubernamental por ser avanzados, progresistas y libertarios. La coalición permitiría abrir el abanico de las fuerzas sociales. La difícil concertación entre los liderazgos del PSOE y de UP es lamentable y una prueba de amateurismo. No han dialogado discretamente como exige la cultura pactista y no en los medios, por tuits o invectivas parlamentarias.

El Gobierno y el PSOE van a tener obstáculos y no solo los adversarios políticos. También de sectores económicos potentes y de gran parte de los medios, de una parte de la Judicatura y de la Iglesia católica y de otros poderes y aparatos fácticos. Y también tendrá dentro de su partido. Serán bastantes “barones”, líderes de la vieja guardia, una parte del aparato y bastantes allegados a cargos públicos en todos los niveles para obtener beneficios propios. El electorado y los militantes exigirán al gobierno del PSOE los derechos y las promesas, sean socialistas, de izquierdas y sectores medios y populares, los sindicatos y el sector cultural. Incluso ciudadanos/as que sean indiferentes o no votantes de los socialistas denunciarán el gobierno del PSOE por su incumplimiento. Y las campañas de los medios y las derechas acentuarán su incompetencia, su sumisión y sus intereses. A la izquierda se le exige la moralidad, la transparencia, la cercanía a la ciudadanía y la atención a los más necesitados. La colaboración con UP puede reforzar al gobierno y acrecienta la credibilidad de la ciudadanía. Quien asumiría más riesgos es UP asociado al gobierno del PSOE, pues los militantes y electores deberían comerse bastantes sapos. Pero a veces es necesario.

¿Qué será de Unidos Podemos y sus organizaciones próximas? Incorporarse al Gobierno para la UP les debe generar muchas dudas. No solo tanto por las limitadas competencias, poca visibilidad y algunas experiencias y buenos resultados, que se los apropiará el Gobierno. El PSOE acepta sus votos y una forma de colaboración reticente y que incluso ha parecido humillante. La desconfianza es una prueba de escasa cultura del pacto y solo se supera en la práctica gobernante. Creo que un gobierno de coalición sería muy interesante pero deben compartir unos cuantos temas clave y que no son imposibles. Pero no es necesario poner todos los huevos en el plato por importantes que sean, como es el “caso Catalunya”. Tampoco es necesario programar 370 medidas o acciones que muchas no podrán hacerse por falta de recursos, resistencias o incompetencia y en cambio “olvidan” temas muy sensibles como la “reforma laboral”, la “ley mordaza” o las pensiones. El PSOE quiere un gobierno homogéneo y más próximo y a remolque de Macron y Merkel. Y UP por dignidad y por su electorado no hubiera debido insistir desde el inicio. Los socialistas ganaron las elecciones y es lógico que asuman la dirección del gobierno. Pero creo que hubiera sido mejor votar a favor de la investidura del líder ganador de las elecciones. Peor puede ser haber convocado nuevas elecciones. Es posible que una parte del electorado se abstendrá por cansancio y los resultados sean peores para todos, especialmente para UP y también a C’s. Las izquierdas, UP y otros, quizás podrían apoyar al gobierno, hacer propuestas y hacer oposición, que será inevitable. Las izquierdas tendrán protagonismo en las Cortes y en la sociedad. Y reconstruir poco a poco una izquierda que vaya más allá de UP, Más País y otros. Para defender los derechos pervertidos en las últimas décadas. Promover la democratización de un sistema que quedó a mitad de camino. El marco político-jurídico del Estado está más atrasado que la sociedad activa. Como dijo el verso de René Char “resistir es esperanza”.

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