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Escenario diabólico

Fachada interior del Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz

Rodolfo Irago

El terremoto político de los resultados electorales en Andalucía sigue teniendo réplicas como se ha visto en el debate de esta semana en el Congreso y en la primera encuesta conocida después del 2D, publicada este miércoles por eldiario.es.

El pánico desatado en el PSOE en la noche electoral ha ido a más porque ni las cartas al gobierno de Torra ni la dureza en el lenguaje de la primera intervención de Sánchez en el Congreso han tranquilizado a los presidentes autonómicos y alcaldes socialistas que temen recibir ellos en mayo el castigo por estar en el gobierno con los votos de los independentistas catalanes.

Ajeno de momento a esas voces en su partido, Sánchez quiere aguantar en la Moncloa todo lo que pueda e intentará todavía pactar los presupuestos con los partidos catalanes; un acuerdo que podría llegar precisamente en vísperas de la campaña del 26 de mayo, algo que produce escalofríos en los barones socialistas. La situación del PSOE es tan surrealista que muchos prefieren que no se aprueben los presupuestos de su propio gobierno y seguir con los de Montoro.

Mientras, el PP y Ciudadanos se disponen a ocupar el palacio de San Telmo intentando que no nos demos cuenta del pequeño detalle de que, para gobernar Andalucía, necesitan los votos de la ultraderecha de Vox que ya ha dicho que su apoyo no va a ser gratis. ¿Cuál va a ser el precio? Parece claro que ni PP ni Ciudadanos van a devolver competencias ni van a cerrar Canal Sur; así que habrá que ver si se recorta la protección de las mujeres maltratadas o se deroga la ley de memoria histórica andaluza.

El nuevo mapa político ha acabado con el bipartidismo, donde se ha colocado a los dos grandes partidos de la transición en una posición de gran debilidad que les hace depender ahora mismo, en el caso del PP de la ultraderecha salida de sus propias filas y al PSOE de los partidos secesionistas que declararon hace un año la fallida república independiente catalana. De momento, todos los intentos de pactos transversales entre el PSOE, Ciudadanos y Podemos han fracasado.

Así las cosas, el escenario que empieza a dibujarse para las elecciones generales, sean cuando sean, es francamente diabólico. Si no hay cambios sustanciales en los próximos meses, los votantes que cada vez en mayor número deciden su papeleta durante los últimos días de campaña pueden tener delante de ellos un paisaje lleno de banderas y dos opciones de gobierno: o uno de derecha dura con PP, Ciudadanos y el imprescindible apoyo de la ultraderecha de Vox u otro del PSOE y Podemos con el respaldo de nacionalistas e independentistas; o sea, una segunda edición de la mayoría de la moción de censura a Rajoy.

Por decirlo en el lenguaje de la propaganda que nos va a inundar, los indecisos, que cada vez son más, tendrán que decidir entre un gobierno “facha” o un gobierno que “rompa” España. Recurriendo con variantes a la famosa frase, sé les dirá que tienen que optar entre una España facha o una España rota. El autor de la cita, el político conservador Calvo Sotelo dijo en el año 35 que prefería una España roja porque eso era temporal antes que una España rota.

Más nos valdría arriar las banderas y ponernos a solucionar los graves problemas de paro, desigualdad y falta de futuro que sigue arrastrando la sociedad española para no seguir lamentándonos de lo que crece el populismo a nuestro alrededor.

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