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Eutanasia

La ley de eutanasia, la primera admitida a trámite en esta legislatura

Montero Glez

Con la Guerra Civil, la religión católica consiguió en España su golpe maestro. Tras bendecir la cruzada contra el ateísmo, el catolicismo se instauró de manera oficial en todos los rincones de nuestro doliente país.

Hasta ese momento, la carta magna de la Segunda República declaraba el carácter laico del estado. Resulta curioso que, por primera vez, con motivo de la Guerra Civil y después de siglos de enfrentamiento, moros y cristianos se aliasen para luchar contra el ateísmo. Los moros que ayudaron a Franco a ganar la guerra olvidaron, de golpe y porrazo, batallas recientes en zona rifeña para unirse a las sotanas y a sus miserias. Desde aquel momento, hasta el día de hoy, la religión católica ha venido a condicionar nuestros actos, convirtiendo la libertad en pecado. Sí.

Entre otras cosas, el catolicismo, como toda religión basada en el sufrimiento, no admite el derecho soberano de elegir el instante en el que un individuo decide poner punto final a su vida. De esta manera, el sufrimiento inútil es aceptado como una manera de sacrificio. Por ello, y por si quedase alguna duda al respecto, el símbolo de la cruz figura en las habitaciones de los hospitales. La cruz que cuelga en las paredes de los centros sanitarios nos da a entender que el martirio de la agonía es algo muy respetable por haberlo padecido un hombre que sufrió su tormento por la humanidad. Una ficción, la de Cristo, que determina nuestra esclavitud.

Todo esto viene a cuento porque hace unos días, en el pleno del Congreso de los Diputados se debatió la proposición de ley que regula la eutanasia. Si nos remitimos a la falta de ruptura con el Régimen del 78, herencia del franquismo, va a ser difícil que lleguemos a tener una ley que permita acelerar la muerte de un paciente terminal evitando así su sufrimiento. El aroma a cera pascual envuelve todo tipo de propuesta de este tipo aunque dicha propuesta cuente con mayoría en la Cámara Baja.

No estamos en un estado laico; no. En todo caso vivimos en un estado aconfesional donde el almanaque señala fiestas de guardar que revelan acuerdos con el oscurantismo religioso de base católica, apostólica y franquista. Así es y el sufrimiento inútil de un paciente cuando llega al umbral definitivo es su reflejo. Tras esto, sólo queda decir que si a esta vida hemos venido a sufrir, entonces, que nos pongan otra copa. Para brindar por un estado laico.

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