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'La manada' a la cárcel, ahora toca cambiar los esquemas

Los niños pasan más tiempo con móviles que jugando en la calle, según un estudio

Rosa María Artal

No fue abuso, fue violación. No fue jolgorio, fue una agresión en toda regla. El Tribunal Supremo dicta sentencia firme contra los cinco miembros de 'la manada' que hace tres años violaron a una chica de 18 años en Pamplona. La pena aumenta de 9 a 15 años, y dos más para el que le robó el móvil. Dos veces ratificaron en los tribunales navarros la sentencia del abuso, desestimando todos los recursos. Las imágenes grabadas del ataque fueron difundidas, sufrió escarnio múltiple a través de los medios y redes, pero la víctima no cedió y recurrió. Este es el esquema a adoptar, sabiendo que queda mucho por hacer.

Más ahora que antes de esta violación múltiple que sirvió de ejemplo con visos de impunidad hasta esta sentencia. Los violadores, en libertad condicional desde hace un año, disfrutaban hasta de predicamento entre el machismo patrio. Desde periodistas a ciudadanos de a pie culpabilizaron a la víctima con ensañamiento incluso, por aquello de que la mujer algo ha hecho siempre para provocarlo. Un caso que actuó de revulsivo como ningún otro. Miles de mujeres nos vimos en las calles diciéndole a la víctima: “yo sí te creo”. Y fue el punto de partida de una nueva era de reivindicación feminista. El 8M de 2018, meses después, hizo historia. Con mayor contestación machista, hasta en las urnas. Los votos a Vox venían cargados de machismo. Los votos a sus socios, PP y Ciudadanos, venían cargados de machismo. Primeras medidas en Andalucía o Madrid así lo atestiguan. Lo que se precisa cambiar es la mentalidad y no parece fácil.Esta sentencia histórica habrá de ayudar.

Malas noticias se confirmaban sin embargo hace unos pocos días. Extraordinariamente llamativo este dato: el vídeo más visto en Youtube es una violación en grupo muy violenta a una mujer. Crecen las manadas agresoras sexuales. Más de 100 judicializadas actualmente, con 350 personas encausadas, citó Carmen Orte, profesora de la Universidad de las Islas Baleares que junto con la red Jóvenes e Inclusión han elaborado un estudio amplio y serio que trataba de ahondar en los cambios en las relaciones interpersonales y la nueva pornografía.

Y había más aspectos preocupantes. Un 70% de los jóvenes españoles ha visto porno en Internet. Comienzan a los 8 años. Antes de los 13, lo hacen uno de cada cuatro y lo usan de referencia para iniciarse en el sexo. Desde los 14 ver porno es una práctica generalizada. Más utilizada por los chicos que por las chicas. Aunque no lo busquen inicialmente, lo encuentran en Internet. La violencia y el morbo siempre han atraído a determinadas personas, pero pensemos en el horror de inspirarse, para comenzar a practicar sexo, en el porno, y en una agresión violenta con dominación. Como guía. Sabiendo que es real, ni fantasía, ni ficción. Grabada y difundida para aumentar el escarnio. Qué mentalidad hace falta para esto y qué tipo de sociedad viene. Ha aumentado también el consumo de prostitución. Un panorama desolador que no puede pasar inadvertido. Urge verlo y darle solución.

Las encuestas a adolescentes revelan machismo y una mentalidad más retrógrada que en generaciones anteriores. Imprescindible cambiar actitudes. Los chicos y los hombres deben aparcar el control, y protecciones que no necesitamos más que ellos mismos. Y las chicas y las mujeres negarse a cualquier tipo de sumisión.

La violación presenta a una mujer sometida contra su voluntad. Pero la pornografía no es nada inocua. Aquí la mujer está dedicada a dar satisfacción al hombre y a sus fantasías. En unas relaciones forzadas, casi gimnásticas, sin humanidad. Se está desvirtuando el papel de la mujer –aún más–, el sexo e incluso el amor. Cierto que la atracción sexual precisa pocas explicaciones y que el amor surge sin más porqués pero desvirtuarlo en origen es causa de disfunciones con gran probabilidad. Lejos de educar en estas cuestiones -que nunca se hizo en realidad-, se está deseducando y marcando unas pautas muy peligrosas. Bien es verdad, que se sigue hablando de sexo a oscuras. Sigue siendo un tabú en muchos ámbitos.

La triple derecha que lo primero que hace al llegar al ayuntamiento de Madrid es quitar los carteles contra la violencia machista, el mismo día en el que un asesino mil culmina la cifra de mil asesinadas desde 2003, está indicando sus propias aberraciones. Hasta un “nos queremos vivas” descolgaron. Es una derecha obtusa y retrógrada que nunca debió tener una mirada limpia al abordar las relaciones afectivas, ni meramente lúdicas, en equilibrio. Resulta aterrador que esa herencia oscurantista se reencarne al porno maestro de niños y jóvenes con acceso a todos los caminos para desarrollarse.

Tan extendida está esa enferma concepción de la mujer que los chistes infames se le escapan hasta a próceres del país. Quien llegó a ser presidente del Congreso por el PSOE, el sempiterno entrevistado José Bono. En plan de chiste alude a “la cantidad de mujeres que se mueren sin ser putas” para hablar de que no todos pueden ser ministros. Pidió perdón después, pero este fue su primer pensamiento.

Cambios drásticos y vertiginosos alumbran una nueva sociedad. Menos esfuerzo, más difícil selección por la sobreabundancia de contenidos. Y parece que añadidas frustraciones. El porno, el juego y los ansiolíticos tratando de llenar vacíos inmarcesibles. Nunca se enseñó a amar es cierto, ni a solazarse con los placeres sexuales que andan entre los más atávicos instintos, pero no vendrían mal algunas pautas de educación en general, casi de la más elemental urbanidad. Para mejorar el amplio marco de las relaciones humanas de todo tipo.

Hay que educar en la colaboración, no la confrontación. En el diálogo, no en machacar al otro. Seguramente muchos ya no recuerdan que conversar no era interrumpir al otro para meter baza sin oírle. El griterío de indeseables en las tertulias ha creado escuela y habría que darle la vuelta. Dejar hablar. Escuchar, argumentar. Elevar el respeto a categoría imprescindible, siempre que el interlocutor lo merezca que es la mayor parte de las veces. Hablar, desarrollar ideas y expresarlas en público. Desde los 8 años en lugar del porno, o incluso antes. Como ocurre en otros países.

Y seguir interiorizando conceptos elementales de los que, al parecer, no anda muy sobrada la educación española tradicional. Más allá de los más tópicos, el derecho a equivocarse pero también a no eludir responsabilidades. Saber que la generosidad del otro no es un derecho adquirido. Aprender a adoptar decisiones basadas en la lógica. Buscar de forma permanente un pensamiento propio y crítico.

No se puede ni enseñar ni obligar a amar, pero sí a... mirar y ver. Importante tarea porque el amor es el más poderoso motor. Me dirán que el dinero y precisaré que es el amor al dinero. Todo tipo de amor por tanto mueve montañas. Y el sexo, en el carnal, es argamasa y fuente inigualable placer. Los niños y jóvenes deseducados por el porno deben saber en primer lugar que ni el sexo ni el amor son posesión del otro y que también aquí rige la cooperación, la complicidad. Y que el egoísmo funciona a pleno rendimiento en el “amor propio”, con la persona que mejor conocen y más quieren. Deben evitar, sobre todo, convertirse en esos seres constreñidos en sus entrañas, censores, que hacen bandera de quitar carteles y, lo que es peor, derechos.

El sexo se puede practicar como la satisfacción de una necesidad fisiológica más o con mucha más exaltación y plenitud, como describía la escritora nicaragüense, Gioconda Belli. Como logrando imitar el orgasmo del Big Bang con protones y neutrones, neutrinos y fotones, centellas y meteoros, que saltan a crear nuevos mundos. Y esto y mucho más no está en la pornografía, el asalto y la violencia.

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