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Los monstruos y el imperio de la IA

Sam Altman.
27 de diciembre de 2025 20:19 h

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Última columna del año y, justo al sentarme a escribir, me topo con la popular cita de Gramsci: “El viejo mundo está muriendo. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro nacen los monstruos”. 

Es una precisa descripción de nuestro tiempo. Pero de pronto, untando guacamole en la tostada, detecto el error. ¡Oh, no! Dice que “el mundo nuevo tarda en aparecer”, como si sólo hubiera que esperar. Pero… ¿cómo va a cometer Gramsci ese error fatalista? Busco y descubro que esa versión popular es una reelaboración del artista chileno Alfredo Jaar. Claro. 

Gramsci escribe desde la cárcel, en torno a 1930, e identifica ese momento como una transición. Pero sabe que el “tiempo nuevo” cobrará una u otra forma dependiendo de cómo combatamos a los monstruos. Según lo que hagamos ahora, o sea, en 2026. Sus palabras textuales fueron: “La crisis consiste en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”.  

Las batallas son muchas, pero una de las que nos definirá, no como país, ni como civilización, sino como humanidad, es la de la Inteligencia Artificial. A la IA le han construido unas narrativas preciosas desde el nombre: “Ni es inteligencia ni es artificial del todo”, me dijo Daniel Innerarity cuando le entrevisté

Los magnates de la IA no son ejecutivos de corbata con voz autoritaria. Los representa ese hombrecito blanco homosexual, delgado e inofensivo. Sam Altman viste a menudo camiseta: hace calor en el Valle. En su blog escribe como los profetas: “Hemos pasado el horizonte de sucesos. El despegue ha comenzado. La humanidad está próxima a construir la superinteligencia artificial”.

Altman es el CEO de OpenAI, fabricante de chatGPT, y uno de los principales responsables de que la IA sea mucho menos segura de lo que podría ser. OpenAI se fundó como entidad sin ánimo de lucro, con el objetivo consciente de desarrollar la IA en beneficio de la humanidad. Hace años que funciona como una empresa.

Para saber de verdad lo que está haciendo Altman, no hay que leer su blog propagandístico, sino el libro de la periodista Karen Hao: 'El imperio de la IA'. Aún no lo he terminado, pero estoy aprendiendo tanto que no quería dejar de decírtelo, mi humano lector. Son días de regalar libros y hacerse propósitos de leer más en 2026. El de Karen Hao es uno de los necesarios.

Cuando llegó por primera vez a las oficinas de OpenAI en 2019, la periodista ya percibió un ambiente temeroso del mundo exterior “por el hecho de ostentar el embriagador poder de controlar una tecnología tan trascendental”. De eso va la cosa, de control y poder. 

OpenAI pierde miles de millones por trimestre. Pero le compensa el experimento que están haciendo con nosotros. Recordemos lo que aprendimos con Facebook: si es gratis, el producto eres tú. ChatGPT y los demás modelos de lenguaje acumulan más información sobre nosotros de la que guardaron el KGB, la Gestapo, la Stasi y la Brigada político-social juntos. 

Nos rendimos ante la IA fascinados e inquietos a partes iguales. Esa ambigüedad propicia que los monstruos campen a sus anchas. Por mi parte, uso Claude, el modelo de Anthropic, cuyo CEO, Dario Amodei, está algo más preocupado por los riesgos de la IA. Me ha permitido confirmar la cita exacta de Gramsci en segundos. Y por cierto no lo uso para producir texto. Escribo con mis manos, letra a letra.

Veo su utilidad, pero es obligado limitar los riesgos, que son de tres tipos: de la tecnología en sí, del diseño que hacen las empresas, y de la concentración de dinero, poder y datos. Lo está acaparando un minúsculo puñado de hombres blancos multimillonarios en Sillicon Valley. Y tienen también la hegemonía cultural, por decirlo en términos gramscianos, por eso a mucha gente le sigue pareciendo una tecnología inofensiva que hace vídeos graciosos. 

Los monstruos del interregno están diseñando ese futuro que aún no puede nacer: “A lo largo de los años, solamente he encontrado una metáfora capaz de resumir la naturaleza de los máximos exponentes del juego de poder de la IA: los imperios”, dice Karen Hao.

“La IA no tiene por qué ser lo que es en la actualidad -prosigue-. Gran parte de lo que nuestra sociedad necesita (mejor asistencia sanitaria y educación, aire puro y agua limpia) puede lograrse con modelos considerablemente más reducidos de IA y una variedad de enfoques diferentes”. 

Aunque lo tenga a medias, te lo recomiendo porque está magníficamente documentado y escrito, porque 2026 será otro año de monstruos, y porque necesitamos ser conscientes de lo que está en juego. Ahora que lo nuevo no ha nacido podemos lograr que sea benéfico para la humanidad. Y no para un puñado de millonarios empujando en pro de su distopía imperial. 

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