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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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De cómo Feijóo evitó el castigo en las urnas

Lluís Orriols

Existe en la política una regularidad empírica universal: cuando aumenta el paro, los gobiernos pierden votos y cuando se crea empleo, las opciones de supervivencia del gobierno aumentan. Los expertos lo llaman “voto económico” y es el culpable de la caída de casi todos los gobiernos europeos que han tenido una cita en las urnas en los últimos años. Por lo general, los expertos calculan que los gobiernos pierden alrededor de un punto porcentual de apoyo electoral por cada aumento de un punto de la tasa de paro. Así, según esta regla, el PSE de Patxi López debería haber retrocedido 4 puntos porcentuales y el PP de Feijóo 9 puntos. La realidad ha sido otra bien distinta. Los socialistas vascos han multiplicado casi por cuatro el castigo electoral que cabría esperar (12 puntos) y, en cambio, en Galicia, el desgaste del PP ha sido prácticamente imperceptible (1 punto). ¿Cómo se explica esta paradoja? ¿Por qué la economía ha quedado al margen de las urnas en Galicia?

A priori, los datos económicos y de opinión pública deberían llevarnos a la conclusión de que el gobierno gallego se merecía un castigo electoral mayor que el gobierno vasco. Por un lado, la economía se deterioró mucho más en Galicia que en el País Vasco. Fijémonos en el desempleo: durante el último mandato, el paro aumentó casi ocho puntos en Galicia, un porcentaje superior a la media española y que representó nada menos que el doble comparado con el País Vasco. Por el otro lado, las percepciones económicas de los ciudadanos antes de las elecciones fueron más negativas en Galicia. El 68% de los gallegos consideraban la situación económica mala o muy mala (58% en el País Vasco) y el 41% valoraban negativamente la gestión del gobierno gallego (36% en el País Vasco). En suma, si la economía tiene alguna influencia sobre las elecciones (que por lo general la tiene, y mucho) deberíamos haber visto un mayor desgaste electoral del Gobierno de Feijóo que del de Patxi López.

No obstante, los resultados electorales no parecen ajustarse a la tesis del voto económico. En el País Vasco el aumento del paro ha ido acompañado de un desgaste del gobierno y, sin embargo, en el Galicia no (vean el gráfico 1). Las diferencias entre lo ocurrido en estas dos comunidades no parecen fáciles de explicar. Aun así, tras la maratoniana tertulia que ayer Piedras de Papel compartió con sus compañeros de Politikon, me aventuraría a avanzar dos posibles explicaciones.

(I) Es posible que el desgaste del PSOE en estas elecciones autonómicas forme aún parte del vía crucis al que está siendo sometido el partido tras el fracaso económico del segundo mandato del Rodríguez Zapatero. Como es sabido, las elecciones autonómicas están altamente contaminadas por lo que sucede en el ámbito nacional, por lo que los ciudadanos no sólo tienen en cuenta lo que ocurre en esa comunidad sino la situación de España en su conjunto. Desde esta óptica, los dos Patx/chis tuvieron que acarrear la pesada losa del descrédito del PSOE a nivel nacional.

Se trata de un argumento atractivo, pero nos dejaría sin explicar por qué Feijóo no ha tenido que soportar el enorme desencanto ciudadano con el Gobierno de Mariano Rajoy. Rajoy cosecha suspensos históricos con valoraciones cercanas al 3 sobre 10, por lo que deberíamos esperar una situación análoga a la del PSOE. Así, deberíamos haber observado cómo los ciudadanos usaban las elecciones autonómicas para mandar un mensaje de alerta al inquilino de la Moncloa.

(II) Quizás una explicación más plausible de las diferencias entre el 21O gallego y el vasco esté relacionada con la imagen del principal partido de la oposición. En concreto, en el País Vasco, los votantes socialistas habrían tenido una alternativa digerible, en cambio, en Galicia los votantes populares no.

En el caso vasco, muchos votantes del PSE han tenido muy pocos reparos en votar al PNV para castigar al gobierno de Patxi López. Según las encuestas pre-electorales la mayor parte de fugas de votos del PSE han ido a parar al PNV (dejando al margen los indecisos). Es decir, los votantes socialistas desafectos con el gobierno han podido ver al principal rival como una alternativa potable para castigar al gobierno.

En cambio no ha sucedido lo mismo en el caso gallego, donde los votantes del PP no han visto al PSdG como un refugio aceptable. El gráfico 2 da buena cuenta de ello. Apenas un tercio de los votantes del PSE en 2009 valoraban negativamente la labor del PNV en la oposición. Sin embargo, en Galicia las visiones negativas sobre el PSdG eran tres veces mayores (hasta alanzar el 68%) entre los votantes del PP. Por lo tanto, aunque los votantes gallegos pudieran tener la tentación de castigar al gobierno del PP, la mayoría de ellos se encontraron huérfanos de opciones alternativas. Para este colectivo, el gobierno de coalición PSdeG-BNG-AGE se presentaba como una opción poco atractiva y alejada de sus preferencias. Claramente, los socialistas gallegos han tenido un grave problema de imagen entre los potenciales votantes populares descontentos con el gobierno de Feijóo.

En definitiva, Galicia nos ofrece una lección que parece obvia pero que con frecuencia olvidamos. No siempre la mejor estrategia para el partido en la oposición es “meterse en la cama” y esperar a que la crisis económica haga sola el trabajo de acabar con el gobierno. Es cierto que los ciudadanos suelen castigar a los gobernantes cuando aumenta el paro, pero eso no excluye que la oposición deba poner algo de su parte.

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