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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

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¿Puede la final de la Liga de Campeones influir en las elecciones?

Fútbol y política: ideología media de los aficionados (CIS 2007)

Alberto Penadés

¿Pueden los resultados de los partidos de fútbol influir de forma significativa en unas elecciones? La respuesta no es obvia, pero buscarla me ha divertido; en todo caso, ya adelanto que para asegurar la neutralidad política lo mejor es que el atlético gane las dos competiciones. No es por nada, pero ya llevamos una: vocación de servicio. Voy a comenzar repasando lo que sabemos del color político de los aficionados al llamado deporte rey. Después daré una ojeada a lo que sabemos sobre los posibles efectos de los eventos deportivos en los resultados electorales.

En todas partes hay de todo, pero el Real Madrid es un equipo cuyos aficionados están, en promedio, a la derecha del resto, mientras que el Barcelona y el Athletic de Bilbao, entre los grandes, son equipos cuyas aficiones tienen una ideología media más de izquierdas que los demás. El Atlético de Madrid es un equipo con una media ideológica levemente a la derecha del conjunto de los españoles, pero próxima a la misma; un poco a la izquierda del Real Madrid y a la derecha del Barcelona. Esto lo sabemos por una encuesta de mayo de 2007 realizada por el CIS (estudio 2705); los datos son de hace cinco años pero es poco probable que hayan cambiado en lo esencial.

Así que vengo a confirmar un tópico, que el Madrid es más bien de derechas, comparado con el resto de la población. Y lamento no poder corroborar la especie, menos difundida, de que el Atlético sea, en general, de izquierdas. De hecho, las medias de ambos equipos (4,65 y 4,96 en una escala de diez puntos) no son estadísticamente distinguibles --porque hay pocos casos con información de los atléticos. Sin embargo, aparte de los valores medios, en los extremos se observa un efecto significativo que sí los diferencia. El Real Madrid resulta especialmente atractivo para la extrema derecha y el Atlético para la extrema izquierda. El Real Madrid tiene más extremistas de derecha que ningún otro equipo (el 2,7%) y menos extremistas de izquierda que nadie (5%). El Atlético de Madrid es el equipo con más aficionados de extrema izquierda (13,4%), más incluso que el Barça (12, 6%); mientras que su cuota de extremistas de derecha (1,2%) está por debajo de la media. Es evidente que el 2,7% de ultras no tiene por qué marcar el color de un equipo, pero tal vez sí una parte de su imagen. Visto de otra forma: casi el 40% de los ultras españoles son del Madrid (el 16% son del Barcelona, ojo, y el resto se reparte entre otros equipos y la indiferencia futbolera). Más sobre esto luego, de momento notemos que la afición atlética tiene, a diferencia de la madridista, un claro contrapeso a su izquierda.

El contraste entre el Barcelona (o el Athletic) y cualquiera de los equipos de Madrid es mucho más nítido. Aunque hay que tener en cuenta que parte del efecto es territorial. El Barcelona es más de izquierdas que el Madrid, en buena medida, porque Cataluña es más de izquierdas que el resto de España y, desde luego, más de izquierdas que Madrid. El gráfico pinta las líneas de referencia: en realidad, el Barcelona está a la derecha de los catalanes, como el Madrid está a la derecha de los madrileños. Los catalanes madridistas –un 8,5%, bastantes más que los seguidores del Espanyol- están apenas a la derecha de los catalanes barcelonistas (4,16 y 4,26 respectivamente). Además de su izquierdismo, debe destacarse que el Barcelona es extraordinariamente atractivo para los nacionalistas, aunque, no nos confundamos, la gran mayoría de sus seguidores no sean nacionalistas. Los votantes de ERC son, con diferencia, los más aficionados al fútbol de todos los electorados posibles –el 88% lo son- seguidos de los de CiU -79%- con la particularidad añadida de que prácticamente todos siguen al mismo equipo. Para pensar en la posible onda expansiva de un resultado deportivo, compárese con esto: los votantes del PP o del PSOE que son aficionados al fútbol son, en proporción, bastantes menos, alrededor del 68%, y están repartidos entre varios clubes.

Pero quiero insistir: la mayoría de los barcelonistas no son nacionalistas, no solo porque algo así como el 45% de los aficionados no son catalanes, sino porque muchos catalanes tampoco son nacionalistas. Como resultado de ambas cosas, hay muchos más hinchas del Barça que son votantes del PP que hinchas votantes de ERC (en particular, en 2007, el 11% de los barcelonistas afirmaban que habían votado al PP, algo menos del 6% a ERC, y menos del 5% a CiU). Un triunfo barcelonista puede electrificar a los votantes de ERC porque estos son homogéneos, mientras que esa misma onda se rompe y desdibuja entre otros electorados más numerosos que son deportivamente mixtos. Pero la afición del Barça es muy variada en lo político y, mayoritariamente, es ajena al nacionalismo. Cuando gana el Barça se alegran más nacionalistas españoles que independentistas catalanes, aunque solo los segundos lo hagan juntos y a la vista de todos.

Que esta última identificación sea tan común muestra que no es raro que los vínculos políticos puedan dejar en la sombra a la demografía. No me refiero necesariamente al potente adhesivo del nacionalismo y los identificadores locales, aunque también, sino a vínculos como el del Madrid con la afición de extrema derecha, creados por su visibilidad en el estadio y porque los ultras son bastante madridistas, no tanto porque los merengues sean de extrema derecha. Al igual que en la afición al Barça es seguro que hay más nacionalistas españoles que independentistas catalanes, en la del Madrid hay bastante más gente de extrema izquierda que de extrema derecha. Dos a uno según los datos: dos rojazos gritando gol por cada Ultrasur o similar. Pero los primeros es posible que ni se escuchen entre sí mientras que los segundos gritan a coro. Así es la política, salvo cuando votamos, manda la presencia más que el número.

En 2010 Andrew Healey y sus colaboradores publicaron los resultados de una investigación que, hasta donde yo alcanzo, es la única que ha demostrado el efecto de los eventos deportivos en la política. Se trataba de averiguar si sucesos que no guardaban ninguna relación con la gestión pública podían afectar a la evaluación de los políticos por parte de los ciudadanos y a la orientación de sus votos. En resumidas cuentas: sí, influyen. Para demostrarlo comenzaron estudiando las ligas universitarias en EEUU. Encontraron que había un efecto significativo en el voto al candidato que ocupa el puesto (desde el diputado local al presidente pasando por el gobernador) si el equipo local había ganado en los diez días anteriores a las elecciones. El efecto se observaba especialmente cuando la victoria era inesperada (cosa que midieron utilizando el mercado de apuestas). Su hipótesis es que el choque de placer emocional tiene un efecto general e inconsciente de evaluación positiva del statu quo. La ventaja electoral puede ser de más de un punto, comparando condados donde ganó el equipo local con condados donde no ganó, y más de dos puntos cuando se tienen en cuenta factores de control como el tipo de equipo, audiencia y demás. Una segunda parte de la investigación, aún más convincente, mostraba que, en una encuesta realizada experimentalmente al final de ciertos partidos, en la que la mitad de los encuestados conocían el resultado y la otra mitad no, el efecto de aprobación del presidente Obama podía aumentar en 5 puntos entre los aficionados “intensos” si su equipo había ganado.

¿Hasta qué punto podemos suponer que algo así sucederá el próximo domingo? Una diferencia, y no es trivial, es que no está claro que para los españoles el resultado de un partido sea un evento independiente de la política. Piove, governo ladro, es un viejo dicho italiano (está lloviendo, gobierno ladrón) que indica que en algunas sociedades todo mal puede retrotraerse a la política cuando esta se percibe como un enemigo genérico (algunos políticos italianos terminaron por descubrir que el Roma ladra, Roma nos roba, podía ser, como eslogan, una consecuencia natural de ese estado de ánimo, y fundaron la primera Liga Lombarda). Aquí, una derrota o una victoria de uno de los grandes equipos siempre puede tener efectos en el estado de ánimo que no son independientes de la política, en parte porque ponemos etiquetas políticas a los clubes, como hemos visto, y en parte porque nos cuesta creer que las victorias solo tengan causalidad deportiva. Una segunda cuestión, derivada de esta, es que la situación político-deportiva española creo que reclama una investigación con hipótesis más direccionales, no de aprobación del incumbent sea quien sea, sino de aprobación de mi propio partido cuando existe identificación previa.

Dicho esto, podría ser que cierto efecto de aprobación de lo establecido se asociara al resultado. Cabe esperar que si gana el Madrid, sus aficionados, aproximadamente el 25% de los electores, sientan un gustillo que les haga ver a Rajoy y a todo lo establecido como algo menos malo de lo que les parece al resto, ceteris paribus. Mayor impacto emotivo esperaríamos sobre los aficionados del Atlético en caso contrario, porque su victoria sería menos esperada, pero estos solo somos un poco más del 3% de los electores. Aunque muchos otros se alegrarían vicariamente, no es lo mismo. Por su carácter minoritario, es más probable que el efecto de aprobación del statu quo quede extremadamente difuminado. En el caso del Madrid, es probable que el disgusto que se llevan sus oponentes tenga un efecto adverso no previsto en el diseño de investigación de Healey, pero la presunción inicial es que su victoria ayude al gobierno. No porque los madridistas sean de derechas, sino porque son muchos. Que es necesaria más investigación se hace más patente si pensamos en que la hipótesis de Healey también implica que los barcelonistas habrían encontrado que el candidato del gobierno es más atractivo si hubieran ganado la liga. No ha pasado, pero para otra vez habrá que investigarlo, porque suena raro.

Un segundo efecto interesante, pero bastante más especulativo, es el de la presencia de miles de personas en un estadio que pueden actuar a coro, con millones de audiencia de televisión, en la posible conducta de los votantes. Todo lo que sucede en ese contexto tiene un efecto superior al mero número al que alcanzan los mensajes, pues dichos mensajes, sean los que sean, producen lo que se denomina “conocimiento común”. No solo los vemos o escuchamos, sino que sabemos que todos los ven y escuchan, y sabemos que todos lo sabemos…. Actuar a coro y a la vista de todos es completamente distinto que actuar simplemente a la vez; la presencia manda sobre el número, ya lo hemos dicho. Un economista bastante peculiar y muy interesante, Michael Chwe, ha investigado muchos de estos efectos, por ejemplo, en su libro Rational Ritual. Entre otras cosas, analiza cómo el precio de la publicidad en las grandes finales de fútbol americano es mucho mayor del justificado cuantitativamente por su audiencia. Lo que sucede, en resumidas cuentas, es que, en la medida en que el consumo tiene una parte social (se complementa con el consumo de otros), que una pieza de publicidad sea “conocimiento común” multiplica su eficacia. Una cierta analogía podría llevarnos a pensar en que un mensaje político, si alguien logra colocarlo, tal vez baste un buen gesto, en esas circunstancias, puede ser muy eficaz. Sabemos que los mensajes transmitidos desde los estadios hacen percibir que los seguidores tienen, en promedio, actitudes políticas distintas a las que en realidad tienen, pero, que yo sepa, la eficacia de los mensajes transmitidos formal o informalmente en estos eventos sobre la política no ha sido estudiada. Los políticos, por si acaso, no faltan, y eso que, por las mismas razones, las hinchadas son a veces muy temidas.

Es difícil que sepamos si de verdad llegará a influir la próxima final –o, para el caso, la liga- en el resultado. Lo que sí sabemos es que aquellos a los que no les interesa el fútbol, que son, en promedio, más de izquierdas que el resto, podrán perorar sobre el pan y circo con alguna razón añadida, pero lo harán de todas formas, sobre todo si gana el Madrid. Es que no veo más que razones para que gane el Atlético.

ANEXO---------------------------------------------------------------------------------

Ex Izda IzdaCentroCentro-dchaDcha Ex dcha Sin posición
AT BILBAO9301957026
9,4%31,3%19,8%5,2%7,3%0,0%27,1%
AT MADRID111819912112
13,4%22,0%23,2%11,0%14,6%1,2%14,6%
BARCELONA611461122935795
12,6%30,1%23,1%6,0%7,2%1,4%19,6%
REAL MADRID31179128728717112
5,0%28,6%20,4%11,5%13,9%2,7%17,9%
OTROS26108673439781
7,2%29,8%18,5%9,4%10,8%1,9%22,4%
NINGUNO62212171576411245
7,5%25,8%20,8%6,9%7,8%1,3%29,8%
Total20069351620624443571
8,1%28,0%20,9%8,3%9,9%1,7%23,1%

n=2473. CIS 2705.

PSOE PP IU/ICV CiU ERCOtras respuestasTodos
AT BILBAO2152006896
21,9%5,2%2,1%0,0%0,0%71,0%100%
AT MADRID23195003582
28,0%23,2%6,1%0,0%0,0%42,8%100%
BARCELONA16053162327206485
33,0%10,9%3,3%4,7%5,6%42,4%100%
REAL MADRID2251621521221626
35,9%25,9%2,4%0,3%0,2%35,4%100%
OTROS104741311169362
28,7%20,4%3,6%0,3%0,3%46,8%100%
NINGUNO2501442474393822
30,4%17,5%2,9%0,9%0,5%47,7%100%
Total78345775333310922473
31,7%18,5%3,0%1,3%1,3%44,2%100%

n=2473. CIS 2705.

ANDALUCÍA ESTE Y BALEARESCATALUÑAINTERIOR SIN MADRID MADRIDNORTECANARIASTotal
AT BILBAO5658764196
5,2%6,3%5,2%8,3%7,3%66,7%1,0%100,
AT MADRID78113456282
8,5%9,8%1,2%15,9%54,9%7,3%2,4%100
BARCELONA536723142174827485
10,9%13,8%47,6%8,7%3,5%9,9%5,6%100
REAL MADRID13692381371237723626
21,7%14,7%6,1%21,9%19,6%12,3%3,7%100
OTROS86892247139312362
23,8%24,6%6,1%13,0%3,6%25,7%3,3%100
NINGUNO14912610416411613627822
18,1%15,3%12,7%20,0%14,1%16,5%3,3%100
Total436388401411321424922473
17,6%15,7%16,2%16,6%13,0%17,1%3,7%100

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