La valoración del gobierno de Rajoy en 5 claves

Desde que Rajoy consiguió formar gobierno a finales de octubre, los populares viven un momento dulce propiciado por un contexto político que les ha resultado muy favorable y en el que el foco de atención ha estado puesto en los “problemas” de la oposición. Por un lado, la situación de provisionalidad en la que se encuentran los socialistas, a la espera de elegir al nuevo secretario general, le ha permitido a Rajoy contrarrestar la imagen de un gobierno políticamente débil. Por otro lado, la gran repercusión que ha tenido el enfrentamiento dentro de Podemos, entre los partidarios de Pablo Iglesias y los de Íñigo Errejón, ha servido para enfatizar la imagen del PP como un partido cohesionado y sin problemas internos. Igualmente las dificultades que Ciudadanos está teniendo para no quedar desdibujado contribuyen a reforzar la imagen de éxito del Partido Popular, al haberse frenado el avance de la formación naranja que, a nivel nacional, se nutre principalmente de votantes populares.

Así, no es de extrañar que, pese a su minoría parlamentaria, los primeros cien días de gobierno hayan transcurrido para el ejecutivo de Rajoy sin ningún sobresalto. Ni siquiera las esperadas declaraciones de Luis Bárcenas a mediados del pasado mes de enero, en el marco del juicio por el caso Gürtel, pusieron en apuros al PP, dado que este partido da por amortizado el “efecto Bárcenas”, mientras el exgerente no vuelva a cambiar de estrategia y opte por enfrentarse a su antiguo partido e implicar a Rajoy.

Las encuestas también parecen sonreírles a los populares, no tanto porque el PP continúe situado como el partido potencialmente más votado, sino por la falta de pujanza de sus adversarios políticos (gráfico 1). Por el centroderecha, Ciudadanos parece tener grandes problemas para sacar rédito a su perfil de partido moderado y dialogante. Y, por la izquierda, los populares se encuentran con una oposición dividida y diluida, con un PSOE en fase de reconstrucción y un Podemos en fase de reconfiguración tras la victoria de los pablistas sobre los errejonistas.

Todo ello ha contribuido a reforzar la imagen de un gobierno (en minoría) fuerte, frente a una oposición debilitada y ocupada en resolver sus problemas internos. Una imagen que, por otra parte, hace creíble la amenaza de un gobierno que podría recurrir a la convocatoria de elecciones anticipadas antes de que los partidos de la oposición se recuperen.

 

Parece claro que el PP ha contado con el viento a favor en estos primeros meses de legislatura en los que ha sabido sacar provecho a los problemas y dificultades que atraviesan sus adversarios políticos. Pero más allá de los factores externos que explican su exitosa imagen, es interesante examinar cuál es la valoración que tienen los ciudadanos del nuevo gobierno y si ésta ha mejorado o no respecto a la que se tenía del equipo de ministros que designó Rajoy al comienzo de su primer mandato.

Del análisis de los datos del CIS, podemos extraer las siguientes conclusiones:

1) En comparación con el primer gobierno de Rajoy, el nuevo equipo de ministros está peor valorado. Si bien, los gobiernos de Rajoy se han caracterizado por contar en general con bajos niveles de popularidad.

Actualmente la mayoría de los ciudadanos desaprueba la gestión realizada por el gobierno, y 3 de cada 4 ciudadanos tienen poca o ninguna confianza en Rajoy. Si comparamos la valoración del nuevo equipo de ministros con la que tenía el primer gobierno de Rajoy al inicio de su primer mandato, encontramos significativas diferencias. A pesar de que hace cinco años ni Rajoy ni su equipo se estrenaron en el gobierno con unos altos índices de popularidad, al menos 3 de los 13 ministros tenían una valoración por encima de 5 y la nota media de todo el equipo rozaba el aprobado (4,8). Ahora, ningún miembro del gobierno supera el 5 y la nota media del equipo de ministros es de 2,9, en una escala de 0 a 10.   

 

2) La mayor parte de los ministros son unos grandes desconocidos para la ciudadanía. Más del 60% de la población no conocía a 8 de los 13 Ministros. El escaso nivel de notoriedad no es sólo aplicable a algunos de los ministros que se han estrenado en el cargo, sino también a algunos de los más veteranos. Es el caso de la ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, quien a pesar de ser titular de esta cartera desde enero de 2012 es desconocida para casi el 40% de los ciudadanos.

 

3) En el conjunto del electorado, Soraya Sáenz de Santamaría es la ministra mejor valorada y Cristóbal Montoro, el peor. Junto a Sáenz de Santamaría (con una puntuación de 3,71), Isabel García Tejerina (3,3) e Íñigo Méndez de Vigo (3,25) aventajan a Rajoy (3,1) en valoración.

No todos los cambios de ministros realizados por Rajoy han tenido un efecto inmediato positivo. Por ejemplo, Alfonso Dastis (2,53), Dolors Montserrat (2,67) e Íñigo de la Serna (3,07) se han estrenado respectivamente como titulares de las carteras de Exteriores, Igualdad y Fomento con puntuaciones más bajas que con las que acabaron, al final de la X legislatura, sus predecesores en el cargo (José Manuel García-Margallo con un 3,52, Alfonso Alonso con un 3,2 y Ana Pastor con 3,21). En el otro extremo, encontramos a la nueva titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, y al nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, que logran una puntuación más alta que la que tenían respectivamente Pedro Morenés y Jorge Fernández Díaz a finales de 2015.

Entre los ministros que han continuado en el cargo, resulta muy destacable la mejora de la imagen de Íñigo Méndez de Vigo, quien ha pasado de ocupar los últimos a los primeros puestos en el ranking de valoración del equipo de ministros. En este sentido, y en unos meses de tranquilidad política para el ejecutivo de Rajoy, parece que el cargo de portavoz del gobierno y la apelación al diálogo y al consenso, han contribuido a mejorar la imagen del titular de Educación, Cultura y Deporte. Así, Méndez de Vigo ha pasado de obtener una puntuación media de 2,52 a finales de 2015 a 3,25 en enero de 2017.   

4) Entre los votantes del PP, el único ministro que no obtiene el aprobado es Cristóbal Montoro. Y la persona mejor valorada es la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.

5) Rajoy tiene un nivel de popularidad más bajo que al inicio de su primer mandato, pero su imagen ha mejorado en los últimos meses; especialmente, entre los votantes del PP.

Aunque Rajoy ostenta el récord de ser el presidente del gobierno peor valorado de la democracia, parece tener una gran capacidad de resistencia. Cuando Rajoy llegó al gobierno a finales de 2011, y tras una arrolladora victoria electoral, lo hizo con un nivel de popularidad muy bajo. Casi un 60% de los ciudadanos declaraban tener poca o ninguna confianza en él y recibía una puntuación media inferior al 5. A lo largo de su primer mandato, su popularidad siguió cayendo hasta acabar en octubre de 2015 con una puntación media inferior al 3 y con un porcentaje de desconfianza cercano al 83%.

Ahora, al inicio de su segundo mandato, Rajoy parte de una puntuación media de 3,1 y suscita desconfianza al 75,7% de la población. En los últimos meses, y tras haber formado gobierno, la imagen de Rajoy ha mejorado ligeramente, pues a principios del pasado octubre recibía una puntuación inferior a 3. Particularmente, Rajoy se ha reforzado entre los votantes del PP quienes ahora le puntúan casi tan alto como al principio de su primer mandato. Además, el líder del PP obtiene una mejor valoración entre sus votantes, que la que logra Javier Fernández entre los electores socialistas (5,11), Pablo Iglesias entre los votantes de Podemos (6,33), y Albert Rivera entre los electores de Ciudadanos (6,21).

 

 

Tomados en conjunto los datos de valoración del nuevo gobierno de Rajoy, encontramos que la principal fortaleza de los populares reside en la debilidad de la oposición. La exitosa imagen del PP en los primeros meses de esta legislatura no ha ido acompañada de una buena valoración del gobierno, sino que este partido ha brillado por contraposición a la imagen de una oposición desdibujada y con problemas internos.

Después de cinco años al frente del gobierno, y como partido más votado y sin un competidor consolidado, el bajo nivel de popularidad del gobierno se ha convertido en un punto fuerte para el PP al hacerle más resistente al desgaste político. No obstante, el exceso de confianza en los problemas de sus adversarios, así como la potencial recuperación de los partidos de la oposición, y principalmente del PSOE, podría perturbar el relativo estado de calma en el que vive el PP.