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Sobre este blog

Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

Alguien va a pringar

La Junta dice que en breve estarán las licitaciones del colegio de Pescadería y del IES La Rábida

María Unanue

Ya es octubre. Hace un mes que la vuelta al cole nos ha caído encima como un jarro de agua fría. Las solteras con perras tenemos nuestras agendas preparadas para el curso escolar, los proyectos que este año sí llevaremos a cabo bajo control: desobedieta, clases de swing, teatro, perfeccionar x idioma y cambiar las sábanas semanalmente. En el 2019-20 tampoco serás madre. Tu tía segunda cambia la trasnochada cantinela del “eso lo dices ahora, pero ya verás cuando pasen unos años” por “pues ya no te queda mucho, a ver si se te va a pasar el arroz”. No hay mejor anticonceptivo que trabajar en educación y tener amigas con ojeras, un termo de café en el bolso y una silla de bebé. En fin. Habrá quien se haya planteado dejar de fumar (este curso sí, lo vas a conseguir), quien decida que se hace vegana (r-e-s-p-e-c-t), quien se apunte al examen de acceso a la centésima oposición o bolsa de trabajo. Veintiún días. Dicen que hay que mantener un hábito nuevo veintiún días y a partir de ahí ya es tuyo.

Los amores de verano se han quedado atascados a finales de septiembre, que es donde tienen que estar. Por todo el mundo es sabido que, si estás acostumbrada a vivir sola, coexistir con la banda sonora del despertador, dormir ocho horas, crear plusvalía para tu jefe en tu trabajo asalariado precario, tener vida social y visitar a tu abuela son compatibles con poco más. Tener una pareja detodalavida cuela, porque se comparte el mismo hogar y se roba el mismo oxígeno codo con codo, pero el patológico enamoramiento inicial es muy cansado: endorfinas, oxitocina, revoltijo estomacal, taquicardias, ansiedad generalizada, citas inamovibles, tener el suficiente sexo para demostrar que todo marcha a las mil maravillas, dormir en cucharita y relacionarte con otro ser vivo fingiendo eso del “esta vez sí, esta es la buena”. Las mencionadas conductas en periodo estival son viables porque tienes tiempo “libre”. Pero el inevitable sustitutivo a partir del equinoccio de otoño solo puede ser el sexting o en su defecto, ver series. Capitalismo, divino tesoro.

Enfoquemos ahora la vida de alguien que se ha reproducido

(Música de Félix Rodríguez de la Fuente)

Cada septiembre las familias con churumbeles de corta edad hacen malabares para conciliar sus (no)vidas con las de los horarios y necesidades infantiles. Los centros educativos más modernos y respetuosos hacen jornadas de adaptación de media hora, una hora, hora y media, medio grupo, grupo entero, comedor. Un limón y medio limón. Dos limones y medio limón. “Déjale que llore, que es lo normal”. “Espera fuera en el pasillo y si la lía muy parda te lo llevas y mañana probamos otra vez”. El cuadro es repetitivo: un ejército de madres y padres con ojos acristalados o directamente berrinches mayores que los de sus hijos miran el reloj y no saben si llegan, o no llegan. La alternativa al terrible sentimiento de culpa por dejar a un bebé de corta edad con alguien que no conoces y confiar es el negacionismo puro y duro con disociación absoluta. Tu hija, mientras tanto, estará aprendiendo a hacer lo que se esperará de ella en los siguientes diecialgo años.

Socializarse es duro: haz una fila y no te cueles; juega a lo que yo te diga bajo la atenta mirada de la docente que apunta en el papel grapado a tu expediente y si con tres años aún no tienes juego simbólico y ya vas tarde, hay que ponerte una especialista al lado que te observe todavía más y te apremie el ritmo. ¡Es que hay niños que juegan mal! ¡¡¿Cómo osan?!! Además recuerda que la segregación está mal vista y, si es por genitales, ya solo la llevan a cabo los retrógrados del Opus, pero la separación por edades, como si las personas que han nacido el mismo año tuvieran que ser todas iguales, está a la orden del día y la llevamos a cabo hasta que nos morimos prácticamente. ESCALOFRIANTE. Como naciste en el 2017, tienes que saber los colores, no llevar pañal, comer los sólidos que yo crea oportuno según mi secta y mostrar interés por las cosas que el resto de tu clase muestra interés. Ahora toca inglés, así que no puedes hablar en otro idioma que no sea ése. Después da lo mismo que no tengas hambre: es la hora de comer. Y punto. O comes, o comes. Una siesta. Me imagino a Tejero paseándose entre las colchonetas: ¡SE DUERMAN, COÑO! Post siesta debes jugar otra vez. Es lo que hay. Pero que no se le ocurra a nadie jugar solito, porque entonces eres rarito y te mando a la observadora de la ONU, otra vez más, a que mire qué leches te pasa y por qué no te tiras del tobogán como todo hijo de vecino NORMAL. Otra vez Tejero paseándose por el patio: ¡SE DIVIERTAN, COÑO! Llega la hora de dejar de divertirse de manera organizada y suena un ruido de alarma RIIIIIIIIING. Te vas a casa. Quédate con la copla y reconoce este sonido, porque cuando crezcas, si tienes trabajo, te sonará el mismo timbre para entrar en la fábrica. Y añado: TODO MI APOYO A LAS Y LOS HUELGUISTAS DEL METAL EN BIZKAIA. Lo vais a conseguir, a la patronal no le va a quedar otra que dignificaros el convenio. Y por cierto número dos: entre los titulares del correo y los comentarios de Urkullu, una no sabe ni qué hacer, ni qué decir, ni qué cara poner, ni adónde mirar. Qué-as-co. Bueno a lo que vamos. RIIIIIIIING!

“Qué demagoga esta muchacha. No es para tanto”. Bueno venga vale, supongamos que exagero (NO EXAGERO). ¿Pero y las madres y padres? Respondamos ahora a esta pregunta. Si hoy es tu día de suerte y tu criatura no ha derramado ni una lágrima porque sigue en estado de shock sin entender a dónde mierdas te vas, podrás aprovechar la coyuntura y pirarte corriendo como alma que lleva el diablo a tu celda, digo puesto, de trabajo. Te pones a producir tus ocho horas de rigor. ¡Dando las gracias! ¡Qué bien que tengo trabajo! Sin pensar. Una hora. Dos horas. Tres horas. Cuatro horas. Cinco limones y medio limón. Pausa. Como persona adulta altamente funcional, en tu descanso del café en vez de irte a mear, cumples con tu doble, triple, cuádruple (o vaya usted a saber) jornada y coses velcro a la bata verde (el rosa y azul ya no se llevan, entérate) que será el uniforme de ese pequeño ser vivo que duerme en tu casa; le pones nombre en los pantalones que hay que llevar de recambio por si se mea cuando no toca o vas a la frutería a comprar las 5 piezas de fruta que mañana debe aportar al frutero de clase. Y no se te ocurra hacer apología de las galletas, o en el nombre de Satanás, crucifijo en mano, te nombrarán madre negligente del mes. Hazte un favor y silencia el grupo de Whatsapp. Después de haber recogido a tu descendencia del parking, digo colegio, le llevas a la logopeda, a solfeo, a inglés, a fútbol, a ballet, a música o a lo que toque. Si con cuatro años se puede sacar el First Certificate ya, que se lo saque y le abres un documento Word con su currículum que nunca es demasiado pronto. Por la noche, hora del baño, preparar la ropa de mañana, cenar y a dormir (si hay suerte). Pero antes de cerrar los ojos le robas un par de horas más al día y te haces un croquis para entender el sistema de becas del comedor, cumplimentar la surrealista e incomprensible burrocracia y agendarlo para entregar todo en fecha. Si no lo haces y te pasas de día, aunque no tengas ni para pagar la calefacción, jódete y apoquina 200 euros al mes por cada boca, como poco. Tengo muchas dudas en la vida, pero una de las más recurrentes es que no entiendo por qué en educación infantil y primaria los niños deben pagar la quinta parte del sueldo de un mileurista para comer comida recalentada. No lo entiendo. Este es otro tema. Otro día también hablaremos del drama de quienes tienen a su cargo (pre)adolescentes, que son algo más autónomos y “gracias” a la Play y a Instagram no demandan tanta presencia familiar in situ. Pero como la vida es dura, y no la he inventado yo, deben apurar hasta el último cochino céntimo de euro para pagar el pastizal que cuestan los libros de texto que un año más han vuelto a cambiar en el centro. Te jodes. Ya no sirve el pack de tu hermana. Los del curso anterior no valen. Como poco, otros 300 euros entre pitos y flautas.

De verdad que no doy crédito. La gente con familia me deja perpleja. Sois mis ídolos. Yo a duras penas me lavo los dientes tres veces al día y ¿cómo sobrevivís vosotros a este berenjenal? ¿Tenéis hobbies? ¿Sexo? ¿Vais a terapia? ¿Cocináis? ¿Hacéis la compra? ¿Online? ¿Limpiáis la casa? ¿Cómo lo compagináis con la sacrosanta jornada laboral inamovible que tenéis tú y (de tenerla) tu pareja? Me temo que alguien va a pringar. ¿Quién será-seráaaaaaaa?  

Como tiene pinta de que la revolución no será mañana y además todavía nos toca volver a votar uuuna vez más el mes que viene hasta que nos chuleen del todo bien : ¡¡suerte y paciencia a todo el mundo en la vuelta al cole!! Pero sobre todo: SINDÍCATE CON CABEZA, PARA QUE CUANDO TE PONGAN PEGAS CON LA CONCILIACIÓN FAMILIAR PUEDAS CONTAR CON UN SOPORTE REAL QUE TE APOYE SIN EXCUSAS.  

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