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El adelanto electoral que pide el PP: Moncloa lo rechaza y Casado no lo quiere antes de su convención de otoño

El líder del PP, Pablo Casado, este lunes, durante una conferencia sobre el reto demográfico.

Iñigo Aduriz / Irene Castro

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Impulsado por el arrollador triunfo de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas del pasado día 4 de mayo, y por las encuestas que, por primera vez en tres años –y a raíz de esa victoria en Madrid–, auguran que el PP podría en este momento superar al PSOE y ser la primera fuerza del país, el Partido Popular ha empezado a pedir al Gobierno de Pedro Sánchez que adelante las elecciones generales. Moncloa y los dos socios de la coalición rechazan esa opción y se muestran dispuestos a agotar la legislatura a la que, dicen, aún le quedan 32 meses. Y la propia dirección de Pablo Casado reconoce internamente que no quiere ese adelanto al menos hasta que se celebre la Convención Nacional del partido, fijada para el próximo otoño, en la que prevén rearticular su proyecto político.

Pero la exigencia a la izquierda para que convoque ya unas generales ha sido repetida en los últimos días públicamente por distintos dirigentes populares. El domingo, en una entrevista en ABC, el portavoz nacional del PP y alcalde de Madrid, José Luis Martínez–Almeida, sostenía que “a los españoles les interesa un adelanto electoral y cuanto antes, mejor”. Sin ser tan explícito, este lunes, el propio Casado aseguraba en otra entrevista en El Confidencial que la legislatura ha entrado “en vía muerta” y que su partido está “listo” para enfrentarse a las urnas “cuando haga falta”.

Lo que pregona el equipo del líder del PP desde las elecciones madrileñas es que España se encuentra en un “cambio de ciclo” tras las elecciones madrileñas. Un nuevo tiempo en el que su partido, afirman, es el “principal partido” del país y tiene opciones de llegar a la Moncloa. Este análisis es compartido además por los principales barones territoriales del partido, incluso los más críticos con Casado como el gallego, Alberto Núñez Feijóo.

Valiéndose de las encuestas publicadas tras el 4M, la cúpula de Casado confía así en que, como sucedió en Madrid, en próximas citas electorales el PP absorberá todos los votos de Ciudadanos y tan solo tendrá como contrincante por el mismo espacio electoral de la derecha a Vox, una fuerza a la que ven sólida de momento. En el lado contrario, Génova 13 cuenta con que se repita a nivel estatal la división de la izquierda en tres partidos, PSOE, Unidas Podemos y Más País, que según sus cálculos beneficiaría a la derecha.

Al igual que lo sucedido con el ascenso de Más Madrid –que superó al PSOE situándose como segunda fuerza–, el PP cree que el apoyo al partido que lidera Íñigo Errejón a nivel estatal también crecerá en los próximos meses. Esto perjudicaría a las formaciones que conforman la coalición del Gobierno, PSOE y Unidas Podemos que, siempre según los cálculos de los populares, podrían no sumar incluso aunque trataran de pactar con Más País. Todo ello en beneficio de Casado que, llegado el caso, no descarta una alianza de investidura con Vox, aunque espera no necesitar a la extrema derecha.

Los mensajes internos que lanza la dirección popular desde la cita con las urnas en Madrid se centran en convencer a todos sus dirigentes de que la victoria de Ayuso –que siempre ha querido mantener un perfil propio respecto al PP nacional, más radical– también fue la de Casado, con el fin de reforzar su hasta ahora débil liderazgo, marcado por las sucesivas derrotas electorales. Y que en cuanto Sánchez convoque unas elecciones generales, el líder de los populares logrará llegar a la Moncloa.

La derrota del 4M ha supuesto un importante varapalo para el PSOE y en las filas socialistas cunde la preocupación por la reagrupación del centro–derecha en torno al PP al considerar que auparía a los conservadores a la primera posición en muchos sitios en los que en los anteriores comicios los de Sánchez vencieron en buena medida por esa división una vez que ellos se habían fortalecido dentro del bloque de la izquierda. Así, cargos socialistas ven con cierto temor que el PP pueda hacerse con los 'restos' en algunas circunscripciones en detrimento del PSOE y también imponerse en algunas comunidades autónomas.

El PSOE cree que lo mejor está por venir

Sin embargo, la dirección socialista aleja cualquier atisbo de cambio de ciclo electoral en España y recuerda que queda un largo camino hasta que las urnas se coloquen de nuevo. “Hay un cambio de ciclo, en efecto; pero un cambio de ciclo económico”, afirmó José Luis Ábalos este lunes. Ese es el principal argumento al que se acogen en el Gobierno para rechazar de plano un anticipo electoral: la mejora de la situación económica tras la pandemia. La verdadera legislatura comienza ahora, según admiten en la cúpula socialista, una vez que se deja atrás lo peor de la COVID–19 gracias al proceso de vacunación y el espaldarazo que suponen para las finanzas los 140.000 millones de los fondos europeos, de los que la mitad se ejecutarán entre 2021 y 2023. El Gobierno calcula que eso supondrá un crecimiento de dos puntos del PIB.

“Todos los indicadores muestran que la recuperación está en marcha”, agregó Ábalos, que se mostró convencido de que la economía española será la que más crezca este año y el que viene teniendo “efectos efectos inmediatos en la creación de empleo y la recuperación económica”. También se refirió a la “resurrección” del turismo en las próximas semanas así como a otros “datos indiscutibles” como “la mejora del consumo de las familias” o la afiliación a la Seguridad Social. “La reactivación de la economía será la demostración de que existe otra manera de abordar la crisis movilizando todos los recursos del Estado, protegiendo a los más vulnerables y creando redes de protección a empresas, trabajadores y autónomos”, aseveró Ábalos.

Ábalos, que cargó contra la derecha por su “actitud deleznable” durante la pandemia, aseguró que el crecimiento económico “es otra buena noticia para el país pero parece que es una pésima noticia para el PP y su aliado de la ultraderecha que ven cómo se desbarata su estrategia del cuanto peor mejor”. “Ha criticado una cosa y la contraria porque su único interés ha sido desgastar al Gobierno”, zanjó Ábalos. Fuentes de la parte socialista del Gobierno creen que al PP le va a costar mantener en este nivel de tensión a su electorado y que el camino hasta finales de 2023 –e incluso enero de 2024 según la fecha que señaló Sánchez– se le va a hacer largo.

Cónclaves de PSOE y PP en otoño

A pesar de la petición de un adelanto electoral, el equipo de Casado, que realmente no contempla ese escenario por la negativa de Moncloa, confía en poder reconfigurar su proyecto político en la Convención Nacional de otoño, antes de que Sánchez convoque elecciones.

En el argumentario interno –consignas que la dirección popular remite a diario a los dirigentes del partido– enviado por Génova 13 este lunes a todos los cargos del PP, el equipo de Casado pide insistir en la idea de que “la Legislatura entra en vía muerta”. “El Gobierno de Sánchez ya no da más de sí, no sólo por su ineficacia, que también, o por la victoria del PP en la Comunidad de Madrid, sino porque los ciudadanos ya no se creen más la propaganda y la mentira que sigue imperando en este Ejecutivo”, señalan en sus textos internos. “Cuanto antes lleguemos, antes enderezaremos el rumbo de España y mejor será para los españoles”, zanja la dirección de los populares.

A renglón seguido, en cambio, la cúpula del PP recuerda que se ha “empezado a diseñar” la Convención Nacional que servirá “para ensanchar las bases del partido y fijar las principales líneas del programa electoral para las próximas elecciones generales”. La idea es insistir en la absorción del voto de Ciudadanos, tratar de hacer mella en los apoyos de Vox e incluso pescar en el caladero de votos del PSOE entre los electores descontentos con la gestión de Pedro Sánchez.

El PP reconoce que aunque ya se han celebrado seis mesas de diálogo –sobre sanidad, populismo, Europa, fondos europeos, víctimas del terrorismo y reto demográfico, esta última, este mismo lunes–, aún quedan “otras 20 mesas para debatir sobre asuntos de actualidad y nuevos desafíos con expertos, miembros de la sociedad civil y cargos del partido”. “De todo ello se harán unas conclusiones que serán ya el proyecto más definido para forjar una alternativa en España”, apunta la dirección popular.

El PSOE también está inmerso en los trabajos del 40º Congreso que se celebrará en Valencia a mediados de octubre. La intención de Sánchez era dedicar estos meses a dar entidad a los trabajos que coordinan la eurodiputada Lina Gálvez y Hana Jalloul –que en ese momento era secretaria de Estado de Migraciones, pero que dio el salto como número dos de Ángel Gabilondo–. Sin embargo, la convocatoria de las elecciones madrileñas hizo saltar por los aires ese plan. Ahora el PSOE está organizando conferencias sobre los distintos temas de la ponencia, como la celebrada este fin de semana con la participación de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, y la jefa de los socialdemócratas en la Eurocámara, Iratxe García, sobre la posición de España en la UE y el mundo.

Más allá del modelo programático, Sánchez aprovechará para reforzar la dirección cuatro años después de la que eligió sin prácticamente integración –salvo Patxi López y Guillermo Fernández Vara– tras la batalla frente a Susana Díaz. Es en ese momento en el que algunos dirigentes socialistas creen que el presidente puede aprovechar para hacer cambios también en el Gobierno. Lo que descartan, en todo caso, es una cita con las urnas. “Se mira al futuro y se gobierna el presente y así seguirá siendo, mal que le pese a la derecha, hasta el final de la legislatura”, sentenció Ábalos este lunes al recordar que Sánchez presentará este jueves el documento España 2050, un trabajo elaborado por la Oficina de Prospectiva y Estrategia, que depende del jefe de gabinete, Iván Redondo, a quien el presidente encargó diseñar la estrategia nacional a largo plazo.

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