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PP y Vox se miden en la calle contra las políticas del Gobierno

El PP vs. Vox

Carmen Moraga / Aitor Riveiro

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Vox está dispuesto a exprimir el vacío de poder en el que está sumido el PP, mientras el partido que espera a Alberto Nuñez-Feijóo trata de cerrar todas las vías de agua producidas por la crisis interna a cuenta de los pagos al hermano de Isabel Díaz Ayuso por un contrato con el Gobierno de Madrid. Los estrategas ultras han visto una oportunidad en el desgaste social que puede sufrir el Gobierno por el encarecimiento de la cesta de la compra y de la energía (combustible, luz y calefacción) y han convocado una manifestación propia en Madrid el próximo sábado, 19 de marzo. Un día después, el 20, estaba prevista otra marcha, esta vez de la patronal agraria, el sector del toro o de la caza, a la que también asistirá Vox y a la que ha decidido sumarse el PP para no dejar libre todo el carril del descontento mientras llega el congreso extraordinario del mes de abril.

El pacto de Gobierno en Castilla y León no ha rebajado la competencia entre las dos derechas de ámbito estatal que quedan en pie desde aquella foto en la Plaza de Colón en febrero de 2019. La negociación exprés ha sorprendido incluso a los de Santiago Abascal, que han logrado presidir las Cortes, además de una vicepresidencia del Gobierno y tres consejerías, entre las que anhelan la de Agricultura. En plena negociación Santiago Abascal convocó concentraciones el próximo sábado “frente a los Ayuntamientos de toda España” contra el Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos.

“Hoy, el litro de gasolina está a 2 euros y para miles de españoles que usan su coche y trabajadores del transporte es inasumible este coste. El 19 de marzo, a las 12:00: digamos ¡BASTA! a este atraco”, jaleaban en sus cuentas de Twitter.

Las concentraciones han sido convocadas por el sindicato Solidaridad (promovido por Vox), por lo que a la cita no faltará Abascal ni los principales dirigentes del partido. Al día siguiente, domingo 20, el líder de la formación ultraderechista también se sumará a la manifestación que la patronal agraria y otras asociaciones de corte taurino o en defensa de la caza ha convocado en Madrid.

El PP, obviamente, no asistirá a la protesta del sábado. Ni pedirá que sus militantes lo hagan. Pero sí a la del domingo, tal y como han confirmado este lunes fuentes próximas a la coordinadora general, Cuca Gamarra. Los convocantes son las organizaciones empresariales Asaja, COAG y UPA, junto a la Real Federación Española de Caza (RFEC), la Real Federación de Asociaciones de Ganado Selecto (Rfeagas), la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), y la Alianza Rural, detrás de la cual está la fundación Artemisan, también de defensa de la caza. El partido que todavía preside Pablo Casado también ha anunciado que se sumará a una manifestación convocada por la AVT.

Vox ha hecho de la protesta callejera una de sus acciones preferidas. En 2020, tras el primer estado de alarma, convocó una movilización en coches, con banderas españolas. Antes y, frente a la legalidad vigente en aquel momento, defendió algaradas como las del barrio de Núñez de Balboa, en Madrid, contra el estado de alarma. Isabel Díaz Ayuso se sumó rápidamente a las reivindicaciones.

Hace escasamente un mes, el 16 de febrero, Abascal dejó su escaño vacío y viajó raudo en su moto desde Madrid hasta Murcia para sumarse a otra protesta convocada por la patronal agraria contra el incremento de los costes de producción, los recortes al Trasvase Tajo-Segura, y el nuevo plan de la PAC. Nada más finalizar su intervención en la sesión de control al Gobierno de ese miércoles, salió pitando para subirse a un tractor. Allí estuvo también el presidente de la Región, Fernando López Miras.

Su formación aplaudió también las violentas concentraciones celebradas en el otoño de 2020 en Madrid y Barcelona contra las restricciones impuestas por el Gobierno, que tildaron de “inconstitucionales”, a las que acudieron grupos negacionistas. Sin embargo, acusaron luego a los “extremistas de izquierdas, a menas e infiltrados” de los “disturbios y saqueos”.

Abascal acababa de perder la moción de censura que presentó contra Pedro Sánchez, en la que se quedó solo. A raíz de ese debate, las relaciones con Pablo Casado quedaron rotas. Unas relaciones que no se han recompuesto y que, de hecho, no tiene pinta de que vayan a ir a mejor. Desde que el pasado jueves Feijóo fuera confirmado como el único candidato al XX congreso del PP, el dirigente gallego ha tratado de separarse de la ultraderecha. Algo complicado ya que, ese mismo día, el PP firmaba su primer acuerdo de coalición con Vox.

En los últimos días, Feijóo ha marcado distancias con “los populistas”, aunque siempre con una ausencia de un sujeto claro que le permite, a posteriori, decir que no se refería a lo que la mayoría había interpretado. En un acto en valencia el pasado viernes, dijo: “Las heridas de la pandemia no se han curado. La inflación está desbocada. Hay una nebulosa y una angustia en el futuro que se palpa en la cara de la gente, en las calles, las empresas y los autónomos. Todo el mundo está preocupado; todo el mundo está esperando respuestas, certezas. No son discursos ni selfies o tuits. Esto no va de tuits”.

“La situación nacional es límite y la situación internacional lo ha venido a agravar. Por este orden”, apuntó también. Feijóo reclama la herencia del PP de las “mayorías absolutas de Aznar y Rajoy”, de quienes se considera sucesor. El último PP de José María Aznar, el primero de Mariano Rajoy, fue también el de las grandes movilizaciones contra el matrimonio igualitario o el avance en la igualdad de las mujeres que fueron la consigna del Gobierno inicial de José Luis Rodríguez Zapatero.

“Nunca seremos un partido populista que nace al calor de la indignación”, dijo también el viernes Feijóo. “A veces es mejor perder el Gobierno que ganarlo desde el populismo”, añadió. Pero una cosa son las palabras, otras los actos y otra muy diferente dejar pasar la oportunidad de surfear la subida de la marea del enfado que acumula la sociedad española desde hace ya dos años largos. Mucho menos de cedérsela al único rival electoral que te queda.

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