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El viraje de Sánchez hacia la izquierda y la estrategia del resto de partidos complican el plan de Yolanda Díaz

Yolanda Díaz, el pasado julio, en Madrid.

Iñigo Aduriz

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El giro a la izquierda escenificado por el presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, en las últimas semanas del curso político, sumado al refuerzo orgánico y las exigencias de los partidos que forman Unidas Podemos complican la estrategia de Yolanda Díaz en su todavía incipiente futuro proyecto político. El plan de la vicepresidenta segunda siempre fue aunar a todo ese espacio político a la izquierda de sus socios del PSOE en el movimiento ciudadano que surja de Sumar, el proceso de escucha que se inició el pasado 8 de julio y tras el cual decidirá si se presenta como candidata a la Presidencia del Gobierno. La idea original era explotar su perfil a la izquierda del PSOE y hacerlo, según ha repetido hasta la saciedad la propia Díaz, dejando a los partidos que la consideran ya como su candidata –Podemos, IU, En Comú o Más País– en un segundo plano, para dar protagonismo a eso que se ha dado en llamar sociedad civil. Ese fue el espíritu de su primer acto en el Matadero de Madrid, donde Díaz fue la única política sobre un escenario en el que la flanqueaban activistas y emprendedoras sin siglas de partidos.

Pero el carril que deja el último giro de Sánchez a su izquierda es más estrecho ahora que cuando se presentó Sumar en la explanada del centro cultural madrileño, a principios del mes pasado. Muchas de las medidas anunciadas por Sánchez en el debate del estado de la nación que tuvo lugar apenas dos semanas después de ese acto, y que se han materializado en varios decretos coinciden con lo que venían reclamando Díaz y el resto de Unidas Podemos desde hace meses. Se trata, especialmente, del impuesto a las grandes empresas energéticas y al sector financiero –al que el PSOE se había resistido reiteradamente– pero también de la gratuidad del transporte público dependiente del Estado, con los abonos sin coste de Renfe que entrarán en vigor el 1 de septiembre. Ahora que Sánchez las ha adoptado, el espacio confederal y la dirigente que lo lidera tratan de hacer valer que ha sido el grupo minoritario de la coalición el que ha arrastrado a Sánchez a hacer anuncios que hace solo unas semanas descartaban, por inviables, ministros del ala socialista.

Así que si el plan de Sánchez es colocarse en una dinámica claramente de izquierdas para afrontar el último año y medio de legislatura tras los batacazos del partido en Castilla y León, Andalucía y Madrid, la idea de Díaz es hacer ver que dentro de la coalición es Unidas Podemos quien ha estado inequívocamente durante cuatro años reclamando medidas sociales y proyectos de izquierdas que solo han visto la luz en la recta final de la legislatura.

En el primer acto de Sumar, que reunió a más de 5.000 personas en Madrid, Díaz ya se propuso remarcar un perfil más progresista que el del PSOE, y esbozó la idea fuerza de su proyecto: que “la democracia llegue también a la economía”. Se refirió directamente a implementar impuestos para los más ricos. Ese fin de semana, en una entrevista en El País, aseguró: “Al Gobierno le falta alma”. Se refería, obviamente, a la otra ala de la coalición.

Con esas palabras quiso denunciar que, hasta ese momento, no hubiera una tendencia claramente de izquierdas por parte del Consejo de Ministros, como llevaba meses reclamando Unidas Podemos, el socio minoritario del Ejecutivo y el espacio político que ella misma coordina y que le considera ya su candidata. Esa misma semana Díaz había reclamado a sus socios del PSOE una reunión de la comisión de seguimiento del acuerdo de coalición, que nunca llegó a celebrarse antes de las vacaciones y se pospuso a septiembre, si bien la vicepresidenta sí mantuvo una reunión con el propio Pedro Sánchez justo después del último Consejo de Ministros del curso, el 1 de agosto, que según ambas partes sirvió para “fortalecer la coalición”, pero de la que no trascendió ni el contenido ni la duración.

Cuando la primera semana de julio Díaz pidió esa reunión de la comisión de seguimiento de la coalición la vicepresidenta estaba muy molesta por la manera de actuar del grupo mayoritario del Gobierno y se quejaba de que no se le hubiera comunicando a Unidas Podemos algunos de sus últimos anuncios, como el incremento del gasto militar, el viraje sobre el Sáhara y su felicitación a Marruecos por la actuación de los gendarmes en la valla de Melilla el fin de semana que murieron 37 personas. Por eso, en vísperas de la presentación de su proyecto Díaz exigió a Sánchez esa reunión de coordinación para consensuar las discrepancias y los acuerdos de cara al final de la legislatura, con la pretensión de presionar a los socialistas en busca de un “rumbo claro”, más a la izquierda que hasta ese momento.

Fuentes conocedoras de las discusiones internas que se originaron en el seno del Gobierno señalan esas semanas como las más delicadas para la coalición en sus casi tres años de vida.

Todo cambió cuando, el 12 de julio, Sánchez pronunció el discurso de apertura del debate del estado de la nación evidenciando ese giro a la izquierda y anunciando precisamente lo que pidió Díaz en el primer acto de Sumar: nuevos impuestos para algunos de los sectores más poderosos, como las empresas energéticas y los bancos. Aunque la vicepresidenta quería “más” y, ese mismo día, se apresuró a pedir también otro nuevo tributo para las grandes compañías. Su equipo ya insistió en que esas y otras medidas anunciadas por el presidente del Gobierno –como la subvención íntegra de los abonos de transporte de Renfe, de Cercanías y Media Distancia– llevaban el sello de Unidas Podemos, si bien Sánchez tampoco se las comunicó al socio minoritario.

Díaz: “El Gobierno tiene un horizonte cierto”

El giro del jefe del Ejecutivo achica por tanto el espacio a Díaz, con un PSOE más cerca de sus postulados, después de varios años de choques internos de Díaz sobre todo con Nadia Calviño, vicepresidenta económica, representante del ala más ortodoxa del PSOE y de la tecnocracia de Bruselas. Las fuentes consultadas sostienen que Calviño y Díaz siguen donde siempre han estado ideológicamente, pero que los últimos anuncios del presidente lo sitúan más cerca de su vicepresidenta segunda.

Con todo, la titular de Trabajo y el conjunto de Unidas Podemos se confiesan satisfechos con los pasos dados en la recta final del curso político a raíz de esa nueva actitud de la parte mayoritaria del Gobierno que, según explican, ha permitido mantener vivo el bloque de la investidura para el año que queda de legislatura.

Pero desde entonces el tono de Díaz tuvo que cambiar. En aquella presentación de Sumar, que desde principios de julio no celebró más actos, anunció que el objetivo de la escucha es que distintos grupos de la sociedad civil elaboren un “nuevo contrato social” para dar un rumbo de izquierdas al país y establecer cómo será España en la próxima década. Tras las medidas anunciadas por Sánchez, Díaz celebró que “lo que era imposible hasta hace poco ahora es posible”, en alusión a las subidas de impuestos solicitadas por Unidas Podemos a la parte socialista que, hasta ese momento, habían sido rechazadas por el grupo mayoritario. “El Gobierno tiene un gran horizonte y un rumbo cierto. Sobre todo tiene un compromiso: vamos a tomar tantas medidas como sean necesarias para mejorar la vida de la gente”, apuntó.

“No faltaba claridad en el Gobierno, pero necesitábamos un espacio colectivo en el que visualizar la fortaleza de las medidas que estamos dispuestos a desplegar. No van a terminar aquí las medidas y haremos todo lo necesario”, aseguró Díaz a principios de verano en una entrevista en la Cadena Ser. Porque, además de volcarse en Sumar, la vicepresidenta deja ver que seguirá reclamando más medidas sociales dentro del Consejo de Ministros. “Hemos creado el impuesto a las eléctricas, vamos a lanzar el de la banca, pero tenemos que seguir avanzando. Tiene que haber justicia fiscal cuando tenemos grandes empresas cotizadas en bolsa con beneficios históricos y para bajar impuestos a las clases medias estos beneficios tienen que aportar al país. Quienes están teniendo unos beneficios espectaculares, que se comprometan con nuestro país”, agregó en esa entrevista.

El objetivo es dar un paso más a la izquierda de Sánchez y, si este se mueve, seguir tirando hacia el mismo lado, mientras vende su capacidad de gestión y los importantes acuerdos que su departamento ha sellado en lo que va de mandato. El mecanismo elegido, repite Díaz, es que quienes ganan más paguen más impuestos para afrontar las diferentes crisis que azotan a Europa, desde Ucrania a la pandemia. Tiene a su favor el contexto general, donde incluso las principales instituciones monetarias y los grandes países de la UE se han apuntado a esa salida social para las crisis tras comprobar los resultados de la era de la austeridad.

Pero además de lo referido a la pelea de la izquierda –entre el PSOE y el resto–, el proyecto de Yolanda Díaz tiene que resolver la relación que va a mantener con el resto de partidos y establecer qué protagonismo tendrá cada uno en ese nuevo espacio, justo de lo que trataba de huir la vicepresidenta segunda, que continuamente aparca las batallas partidistas que descalifica como “politiqueos”. Pero Podemos no quiere que su marca se diluya en ese nuevo proyecto político. Por eso, a principios de agosto, la dirección del partido que encabeza la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, que considera a Díaz como su candidata, tomaba la decisión de no integrarse en las siglas que cree la vicepresidenta sino de establecer una “alianza electoral” con las mismas.

Una negociación “bilateral” con Podemos

Esto implicaría la negociación de las candidaturas entre el espacio que construya Díaz y Podemos, de forma que esta última pueda situar a sus dirigentes en puestos de salida de las listas y dejando clara su militancia en el partido. Se trata de una dinámica similar a la que se empleó, por ejemplo, en la candidatura andaluza Por Andalucía, en la que todos los partidos implicados –Podemos, IU, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz– negociaron para colocar a sus candidatos.

El objetivo de la dirección de Podemos es poner en valor la fuerza política y orgánica así como la implantación territorial, cada vez más mermada, que mantiene el partido en todo el Estado de cara a una “negociación” para la futura candidatura de Díaz, si es que al final confirma esa aspiración. La formación de Belarra quiere que esa relación sea “bilateral”. Los contactos serían, por tanto, entre “todo lo que sea” el proyecto de la titular de Trabajo y Podemos, la fuerza política más importante en el espacio a la izquierda del PSOE.

En las últimas semanas, el equipo de Díaz ha restado importancia a la decisión de Podemos. El entorno de la vicepresidenta considera que la determinación de Belarra se basa “en premisas electorales” en las que asegura no estar Yolanda Díaz. E insiste en que “Sumar es una asociación para organizar el proceso de escucha” tras el cual la vicepresidenta decidirá si da el paso. Su idea es confirmar o no su candidatura a finales de año. Pero, además, ha encargado a la “sociedad civil” la elaboración de un nuevo “contrato social” que se hará público en 2023 y que pretende diseñar un “nuevo proyecto de país” con la mirada puesta en la próxima década.

En la estrategia de Podemos pesa el convulso proceso de negociación para la creación de Por Andalucía, la candidatura de unidad –que integró a Podemos, IU, Más País, Equo, Alianza Verde e Iniciativa del Pueblo Andaluz– para las elecciones andaluzas que fracasó en las urnas –solo logró cinco escaños– y que estuvo marcado sobre todo por el error y las consecuencias económicas –principalmente, de acceso a subvenciones– que supusieron que finalmente la alianza encabezada por Inma Nieto –de IU y apoyada por Yolanda Díaz– se registrara sin el nombre de Podemos cuando apenas quedaban tres minutos para que concluyera el plazo para presentar coaliciones. Esto hizo que el nombre del partido de Belarra no pudiera aparecer en la papeleta de Por Andalucía, un fallo que se reprocharon los dos partidos, IU y Podemos.

El entendimiento entre Díaz y Errejón

Pero no solo la formación de Belarra se está rearmando de cara a lo que proponga Díaz. Más País, el partido que creó Íñigo Errejón en 2019 tras su convulsa salida de Podemos, ha aprovechado este verano para ampliar su implantación territorial con la inscripción en el registro de partidos de tres nuevas marcas autonómicas: Más Asturies, Más Euskadi - Euskadi Eraiki y Más Castilla-La Mancha. Además de prepararse para la primera cita con las urnas en la que Más País aspira a incrementar la representación de sus distintas marcas, las elecciones autonómicas y municipales de mayo, el partido de Errejón se refuerza así también ante el papel que pueda jugar en el en el proyecto político de la vicepresidenta.

Errejón no ha hablado directamente de integrarse en ese futuro proyecto, pero sí da a entender que considera a Díaz como candidata. Más País estuvo, de hecho, “bien representado”, según las propias palabras de Errejón, en el acto de presentación de Sumar, en Madrid, el pasado 8 de julio. Al mismo asistieron dirigentes y militantes de Más Madrid, la filial madrileña del partido que lidera la oposición de la Asamblea regional y es primera fuerza en el Ayuntamiento de la capital.

Díaz y Errejón ya escenificaron su sintonía precisamente durante la campaña electoral andaluza. Ambos compartieron escenario en uno de los mítines centrales de Por Andalucía, en Málaga. “Querido Íñigo, nos conocemos hace mucho tiempo, hemos hecho muchas cosas juntos, la gente no lo sabe. Pero a partir de ahora, lo mejor está por llegar”, dijo ella, arrancando una fuerte ovación de la platea. “Yolanda ya ha dejado algunas transformaciones cotidianas que mejora la vida de la gente y necesitamos más de eso”, le respondió él.

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