Estas semanas atrás ha habido una agria polémica, no con Iñaki Gabilondo, como decía Ramón Arangüena, sino con una marca de cuchillas y accesorios de higiene personal. En él se instaba a analizar ciertos comportamientos masculinos y se planteaban diferentes acciones curiosamente todas realizadas por hombres. Tanto las buenas como las malas. Y la gran polémica surge porque algunos hombres pensaron que el anuncio les criminalizaba.
Este es un ejemplo más dentro de la sociedad en los que los mensajes hacen mella en la masculinidad hegemónica. ¿Que por qué estoy hablando de esto? Porque con la discapacidad pasa igual. Pasa que muchas veces se emiten mensajes en la tele sobre las personas con discapacidad y, es verdad, contamos con esa condescendencia y ese paternalismo, pero luego la gente corriente, en muchas ocasiones, se indigna y ocupa nuestros espacios que creen suyos.
Tendemos a enfadarnos cuando nos ponen las cosas en frente y toca bastante el orgullo cuando tenemos que reconocer las cosas. En el caso que nos ocupa es complicado asumir que aún andamos en bandos distintos. No hay una conciencia grupal, porque se entiende que nosotros somos una cosa y ellos otra. Pero si me estáis leyendo os vuelvo a repetir, como siempre, todos estamos en el mismo bando. Sólo así se consigue la verdadera inclusión y la verdadera igualdad.
El ejemplo más claro es el de la zona reservada para vehículos para movilidad reducida. Sigue siendo un motivo de denuncia. Hay decenas de casos de gente que sigue aparcando en esas zonas con y sin tarjeta. No sé qué es peor. Si aparcar sin tarjeta o aparcar con tarjeta cuando no eres ni tienes que llevar a la persona que tiene esa movilidad reducida. Porque las dos cosas son igual de lamentables. La tarjeta es de uso exclusivo de la persona titular. No es para usarse indiscriminadamente, no está asociada a un coche, está asociada a una persona. Y es que es muy fácil usar las cosas cuando las asumimos como propias.
Esta mañana leía un artículo de un empleado de la Junta de Andalucía, cuyo titular rezaba “Pensábamos que la Junta era nuestra” y hay que empezar a eliminar esa clase de pensamiento en todos los ámbitos de la vida. Es necesario entender que la res pública es algo que se administra, pero no tiene propiedad como tal. Los aparcamientos de movilidad reducida son de uso público específico y así debe ser. No son “vuestros” y, ojalá espero, no lo sean nunca, porque eso implicará que no tendréis que usarlo.
¿Aprenderemos? Mientras la ideología dominante sea territorial y promueva los privilegios de unos sobre otros creo que hay poco margen de maniobra, pero espero que poco a poco vayamos dándonos cuenta de este error que cometemos todos, en diferentes cuestiones.
Mientras tanto, más que ofendernos por los mensajes publicitarios deberíamos analizar los mensajes, pensar en conciencia si lo estamos haciendo bien o qué queremos ser, o hacer, para construir una sociedad mejor y más justa. ¿Nos atrevemos?