Como retrona visual disfruto de una tarjeta de aparcamiento para personas con movilidad reducida. Un detalle que la Junta de Andalucía tuvo a bien concedernos a los ciegos andaluces después de años de reclamaciones. Porque los ciegos podemos caminar, sí, pero no todo lo hacemos andando; vamos que usamos el coche cuando podemos como todo hijo de vecino. No, aún no conducimos todo se andará, pero cuando tenemos la suerte de que alguien nos lleve en coche, esta persona tiene que aparcar, acompañarnos a donde sea y regresar al vehículo o esperarnos para volver juntos al medio de transporte. No siempre se nos puede dejar en una esquina para que solos vayamos a la consulta de aquel médico tan bueno o para ir a la tienda tal que tiene ese vestido que una amiga considera “ideal para ti”. Necesitamos acompañante que nos brinde apoyo visual. Lo digo porque a algunos esa pequeña obviedad se le escapa con tanto afán de superación.
La cuestión es que desde el pasado 1 de enero, la zona azul de Sevilla es gratuita para las personas con discapacidad que disponen de tarjeta de aparcamiento. Una excelente noticia teniendo en cuenta lo complicado de aparcar en ciertas zonas de Sevilla y que la zona azul gusta mucho a las políticas municipales.
Viene así establecido en el artículo 2.2.h de las ordenanzas fiscales del Boletín de la Provincia del pasado 31 de diciembre de 2015. Pueden disfrutar de esta gratuidad quienes tengan tarjeta de aparcamiento de cualquier comunidad autónoma. No es solo para los sevillanos. Quiero decir que no es necesario estar empadronado en Sevilla como ocurría hasta hace poco.
“No estarán sujetos a la tasa regulada en esta Ordenanza, el estacionamiento de [...] los vehículos debidamente identificados con tarjeta de aparcamiento de personas con movilidad reducida otorgada por cualquier Comunidad Autónoma, la cual deberá ser colocada de forma visible en la parte interior del parabrisas del vehículo, y siempre que se esté transportando al titular de dicha autorización. El uso para un fin distinto será sancionable, de acuerdo a la normativa vigente”. Y en la última línea está la norma que resulta absurda, según el agente de policía que esté de servicio en la zona donde hayas aparcado. Me explico. Un día me ocurrió lo siguiente.
Tras aparcar en un área reservada para personas con discapacidad, mi marido me acompañó hasta un edificio donde iba a realizar un curso. Lógicamente él regresó al vehículo para recogerme horas más tarde, con tan mala suerte de toparse con un agente que, al verle entrar en el coche, le manifestó que no le veía la discapacidad por ninguna parte. Por no mencionar que la tarjeta de aparcamiento estaba a nombre de una mujer. “Sí, mi mujer, que es ciega y vengo de dejarla en un curso cerca de aquí”.
-“Pero usted va solo ahora”.
-“Sí, le he dicho que he ido a acompañar a mi mujer que es ciega a un curso”.
A partir de ahí se inició un diálogo propio del teatro del absurdo, porque el agente insistía en que el estacionamiento debía ser en relación al transporte de una persona con discapacidad. Y lo era, pero como el agente no me veía in situ, de poco sirvieron los argumentos de mi marido, que incluso dio referencias al agente del lugar donde me encontraba por si quería verificarlo. El resultado fue que una bonita multa adornó nuestro parabrisas.
Hay normas que no tienen razón de ser. Yo no puedo conducir mi propio vehículo, así que siempre habrá alguien sin discapacidad que vaya montado en él y que seguramente tenga que apearse y aparcar, que de eso se trata, de aparcar, para acompañarnos hasta el destino, que es justamente la razón de contar con esa ventaja: poder dejar el vehículo bien estacionado para que nos puedan acompañar a hacer nuestras gestiones.
Propongo agregar una frase más a la norma a modo de observación aclaratoria, por las dudas que parece generar.
“Nótese que si el titular de la tarjeta es una persona ciega, esta no conducirá el vehículo. En esos casos, habrá ocasiones en las que el titular de la tarjeta estará temporalmente ausente del vehículo, así como su acompañante/conductor, que al tiempo desempeñará el papel de guía o lazarillo. Tal circunstancia no será sancionable”.
O, a lo mejor no estaría de más, simplemente informar a los agentes de policía municipal acerca de la diversidad funcional de los titulares de las tarjetas de aparcamiento para movilidad reducida que pueblan el paisaje urbano (*Vul. cojos, parapléjicos, viejos y ciegos).
Nota al pie: *Espero no haberme olvidado de nadie para que ningún colectivo pueda sentirse agraviado.