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Soledad Murillo, la profesora feminista encargada de pilotar la política de igualdad del Gobierno

Soledad Murillo.

Ana Requena Aguilar

Decía la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, durante las tomas de posesión de ministerios este jueves que buscaba un perfil fuerte al frente de la Secretaria de Estado de Igualdad. Con la acumulación de funciones y responsabilidades en la persona de Calvo –Vicepresidencia, ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes, e Igualdad–, ese puesto, el de secretaria de Estado, llevará en la práctica un peso clave en un Ejecutivo que ha declarado que la igualdad será transversal a sus políticas. Un día después, este viernes, se conocía el nombre de ese perfil fuerte: Soledad Murillo, una autoridad en la materia y feminista declarada.

Murillo (Madrid, 1956) es doctora en sociología y una de las grandes expertas en políticas de igualdad del país. Profesora en el Departamento de Sociología y Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca, este jueves seguía dando clase a sus alumnas. Usos de tiempo, relación entre el trabajo asalariado y los cuidados, empleo femenino, o políticas públicas con perspectiva de género son algunas de las áreas en las que ha trabajado como investigadora y profesora.

No es la primera vez que Murillo pisa un Gobierno, es más, su nombramiento es una vuelta a una época en la que las políticas de igualdad alcanzaron su apogeo. Fue José Luis Rodríguez quien en 2004 la nombró Secretaria General de Políticas de Igualdad en el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Se convirtió así en el primer cargo consagrado a la igualdad del Ejecutivo Zapatero.

Bajo su mandato, el entonces Gobierno desarrolló y aprobó la Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres en 2007. La norma abordó la discriminación directa e indirecta, incluyó el principio de igualdad en las políticas públicas, introdujo los informes de impacto de género en los presupuestos y también la obligatoriedad de negociar planes de igualdad en las empresas de más de 250 trabajadores. Esa norma incluyó por primera vez un permiso de paternidad de 15 días y estableció una ampliación progresiva que la crisis retrasó. La paridad en las listas electorales también procede de esa norma.

No es la única ley que impulsó Murillo, también lo hizo con la Ley Integral contra la Violencia de Género. La norma, que introdujo por primera vez estadísticas propias, derechos para las mujeres víctimas y formación especializada, se convirtió en una referencia internacional.

Una vez fuera del Gobierno, Murillo volvió a la universidad y durante varios años formó parte del comité CEDAW de la ONU, encargado de vigilar y evaluar a los países miembros en cuestiones de igualdad de género.

Más de una década después, esta socióloga tendrá el reto de adaptar los logros de ambas normas –Igualdad y Violencia– a una sociedad que ha avanzado enormemente y que reclama, por ejemplo, el reconocimiento de la violencia sexual, la transparencia salarial, mejoras efectivas en corresponsabilidad o la extensión y obligatoriedad de medidas que entonces quedaron a la buena voluntad, como las cuotas o los planes de igualdad más allá de las grandes empresas o la formación en género del personal que trata a las víctimas de violencia de género.

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