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De Ocasio-Cortez a Trump: el frente crítico para romper los monopolios digitales en EEUU es cada vez más amplio

Mark Zuckerberg, momentos antes de su comparecencia ante el Congreso de EEUU.

Carlos del Castillo

Al fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, le bastó una indirecta para hacer que los senadores americanos se revolvieran en sus escaños y prefirieran cambiar de tema en la comparecencia especial que trató el escándalo de la red social y Cambridge Analytica. Claro que pueden intentar romper el monopolio de Facebook y acabar con su posición dominante, vino a recordarles Zuckerberg, pero si lo hacen, ¿quién les asegura que su lugar no lo ocupará una empresa rusa, o china? ¿Confían en que sus gobiernos la despedacen para frenar su poder llegado el caso?

Ha pasado más de un año de aquellas escenas. Aquellos senadores y congresistas, especialmente los primeros, fueron muy criticados por la opinión pública norteamericana por los limitados conocimientos acerca del funcionamiento y modelo de negocio de una red social encaran la recta final de su mandato. Los que les sustituyan tras las elecciones de 2020 tendrán una idea mucho más clara de qué es un monopolio digital y qué opinan de ellos: “Este va a ser uno de los grandes temas de la campaña”, adelanta Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación experto en la relación entre tecnología y política.

La pinza se cierra sobre Facebook, Google y el resto de gigantes tecnológicos en EEUU. El principal muro legal que los mantenía a salvo era la cadena que retenía a la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), sin competencias para investigar las prácticas de competitividad en el ámbito digital. Este lunes el Wall Street Journal reveló que ese muro había caído y la FTC se sumará al asedio que mantienen el Congreso, el Senado y la Casa Blanca sobre el monopolio de estas multinacionales.

Si la actual legislación estadounidense no permite actuar contra ellas, numerosos precandidatos para 2020 ya proponen reformarla. Los posicionamientos van desde el portazo a Facebook de Alexandra Ocasio-Cortez, la política más viral del país, que lo denunció como un “riesgo para la salud” de toda la población; a Elisabeth Warren, senadora por Massachusets, una candidata de segunda línea que pegó una patada al tablero al anunciar su intención de trocear de inmediato Facebook, Google, Amazon y Apple.

La propuesta de Warren fue considerada demasiado extrema incluso por la comisaria de Competencia de la UE, Margrethe Vestager, pero tuvo éxito en poner la cuestión en agenda. El debate es más profundo entre los demócratas pero los republicanos no lo rehuyen y, de hecho, Ted Cruz se mostró partidario de pasar la tijera sobre las multinacionales tecnológicas al estilo Warren.

“Esta vez va en serio”, apunta Gutiérrez-Rubí. “Existe una gran transversalidad ideológica y constancia de este tema en todas las candidaturas. La presión de las bases y de los electores para que la política actúe y regule va a ser muy importante, especialmente por el volumen de poder que tiene el conglomerado de Facebook, WhatsApp e Instagram. Es insostenible en términos democráticos pero también en términos políticos”, asevera el experto en conversación con eldiario.es.

Frente amplio en el que cabe incluso Trump

Rusia y China fueron los primeros países que vieron un problema claro en la acumulación de poder de las multinacionales tecnológicas estadounidenses. Su posición enfrentada a EEUU en el tablero geoestratégico les hizo desdeñarlas desde el principio como un agente extranjero que intentaba introducirse en un espacio crítico. Optaron por vetarlas y promover alternativas nacionales que pudieran controlar y censurar.

Quizá sea esta voluntad autoritaria lo que promueve las críticas de Donald Trump contra las multinacionales tecnológicas. Quizá solo sea venganza, ya que Silicon Valley se colocó sin miramientos del lado de Hillary Clinton en 2016. Lo que está claro es que el presidente de EEUU y su administración han tenido a las grandes tecnológicas en el punto de mira desde su llegada a la Casa Blanca.

No obstante, hay señales de que Trump juega en otra liga. Está convencido de que las empresas que conforman el oligopolio digital de EEUU tienen un sesgo progresista que le perjudica. “Controlan lo que podemos y no podemos ver ¡Es una situación muy grave!”, escribió en Twitter durante uno de sus arrebatos de cólera en agosto de 2018, tras buscarse a sí mismo en Google y comprobar que todo lo que aparecía eran noticias “malas” con él de los “muy peligrosos” medios de izquierdas del país. Prometió encargarse de ello, aunque por el momento no ha tomado medidas contundentes.

Con un propósito desconocido, abrió un formulario web el 15 de mayo en el que instaba a los estadounidenses que hubieran visto sus cuentas en las redes sociales cerradas por motivos (que ellos consideraran) ideológicos a “comunicárselo al presidente”. “Las redes sociales deberían promover la libertad de expresión pero demasiados americanos han visto sus cuentas suspendidas, prohibidas o reportadas de forma fraudulenta por vulnerar políticas de uso poco claras. No importa cuál sea tu opinión, si crees que se han tomado acciones contra ti por sesgos ideológicos, comparte tu historia”, se justificaba.

Contigo no, Facebook (pero con tus anuncios sí)

Todos estos posicionamientos tienen una cara B. Ningún político de los que se ha posicionado contra los gigantes digitales ha renunciado a la herramienta más criticada pero que más réditos puede darles en su carrera política: los anuncios ultrasegmentados de Facebook, matriz de todo el escándalo de manipulación electoral de 2016.

No lo han hecho ni Alexandra Ocasio-Cortez (que además sigue en Instagram, pese a que es propiedad de Facebook) ni Trump, que ya se ha gastado casi cinco millones de dólares en disparar anuncios dirigidos a los usuarios de mayor edad y mujeres por encima de los 55 años. Pero tampoco ninguno de los 23 aspirantes a la candidatura demócrata, que entre todos casi doblan la inversión del presidente al rozar los 10 millones de dólares gastados en Facebook a más de un año vista de las elecciones de noviembre de 2020.

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