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Las denuncias por acoso sexual se expanden por el Ejército y el Gobierno israelí

Imagen de archivo de unos soldados israelíes que participan en unas maniobras.

Ana Garralda

Jerusalén —

Israel es uno de los pocos países del mundo en el que las mujeres también realizan el servicio militar obligatorio. Ellas por un periodo de dos años y ellos de tres. El Ejército es la institución más valorada por la sociedad, según las encuestas de opinión, y ejerce como correa ejemplarizante para la población. “Tenemos el Ejército más moral del mundo”, ha dicho en numerosas ocasiones el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Esa moralidad se ha visto empañada, además de por repetidas denuncias de organizaciones de derechos humanos, por el creciente número de denuncias por abusos sexuales entre sus más altos mandos. Los escándalos no son una excepción: se extienden por las diferentes instituciones del Estado.

El caso reciente más sonado ha sido el del General de Brigada Ofek Bujris, quien estaba a punto del ser promovido como responsable del Mando de Operaciones y que ha sido denunciado hasta en cinco ocasiones por acoso sexual (una de ellas también por violación) por una oficial bajo su mando. De momento, ha sido suspendido temporalmente, pero la Fiscalía militar aún investiga acusaciones similares vertidas por otra subordinada con la que Bujris también coincidió cuando estuvo al frente de la Brigada Golani, unas de las unidades de combate con mayor prestigio del Ejército hebreo.

“Este caso no es más que la punta del iceberg de un fenómeno que por desgracia se reproduce en todo el conjunto del Estado”, denuncia la diputada árabe-israelí Aida Tome-Suleimán, quien preside la Comisión para el Progreso de la Mujer y la Igualdad de Género de la Knesset (Parlamento). Además del caso Bujris, en la actualidad también hay otras dos investigaciones abiertas contra mandos militares que han sido denunciados por oficiales de menor rango.

Solo en 2015 se depuraron 12 casos de violación y otros 125 de acoso sexual en el seno del aparato castrense, según recoge la publicación israelí +972magazine. De acuerdo a un informe presentado por la Asesora de Asuntos de la Mujer de las Fuerzas Armadas de Israel ante la Knesset en marzo de 2013 una octava parte de las mujeres que sirven en el Ejército se consideraban víctimas de algún tipo de violencia de género.

A la orden del día en la política

El caso Bujris no deja de ser el último dentro de una larga lista de denuncias en otras instituciones clave del Estado, como son el Gobierno, la propia Knéset (Parlamento), la Policía o los Ayuntamientos.

El acoso sexual es un problema generalizado entre los que ejercen tareas de gobierno y está presente en todos los niveles. En diciembre del año pasado el entonces viceprimer ministro y titular de Interior, Silván Shalom, se vio obligado a dimitir después de 23 años consecutivos de servicio público tras acumular denuncias por parte de hasta seis mujeres que trabajaron bajo su mando en los diferentes ministerios que gestionó.

La renuncia de Shalom siguió a la del diputado del partido sionista religioso HaBayit HaYehudi (Hogar Judío) Ynon Magal, que acababa de dar el salto a la política después de años trabajando como periodista. Dos antiguas compañeras de la redacción del portal de noticias Walla.com le denunciaron y, tras la aparición de una tercera, dimitió.

Aunque el caso más sonado dentro del entramado gubernamental fue el del expresidente del Estado Moshe Katsáv, quien en 2007 fue juzgado y condenado a prisión por dos casos de violencia sexual y violación perpetradas contra personal que sirvió bajo su cargo tanto en el ministerio de Turismo que gestionó como luego en la Residencia del Presidente. Hoy sigue en la cárcel de Maasiyahu, en el centro del país, compartiendo ala con el recientemente encarcelado ex-primer ministro Ehud Olmert, aunque en su caso por condenas de soborno y obstrucción a la justicia.

Y hay más. El problema se manifiesta con igual o más virulencia en los gobiernos municipales. El alcalde de Asquelón (ciudad costera del sur de Israel), Tamar Shimoni, ha sido detenido tras ser acusado tanto por presunta violación y sodomía, como por fraude y blanqueo de capitales en connivencia con su hermano y dos empresarios de esta ciudad costera. Según la Policía –que ha recomendado su inhabilitación permanente para la función pública– un promotor inmobiliario amigo de Shimoni habría intentado silenciar a la acusadora pagándole una importante suma.

Por su parte, el alcalde de Kiryat Malaji (en la región del desierto del Négev), Moti Malka, empleó un método similar para hacer callar a una funcionaria de la que recibía favores sexuales a cambio de eximirle del pago de facturas municipales pendientes, por lo que fue juzgado, condenado e inhabilitado en 2012.

Críticas por la “escasa” apuesta en prevención

“La escasez de medios para combatir esta violencia emana de la falta de voluntad política y de dotación presupuestaria del actual Ejecutivo que no destina suficientes fondos dentro de su presupuesto anual y no parece que vaya a hacerlo”, añade Tome-Suleimán, que en breve comenzará su carrera como activista en la ONG Mujeres contra la Violencia, con sede en Haifa.

“En mi opinión lo primero que tendría que hacer Netanyahu es detraer fondos de entre los cientos de millones de shequels que destina a la construcción de viviendas e infraestructuras en los asentamientos y dedicarlos a políticas sociales, entre ellas políticas de igualdad”, continúa. “Pero el Primer Ministro está en manos del movimiento de colonos, que a fin de cuentas son los que jerarquizan las prioridades del Gobierno y su correspondiente dotación presupuestaria”, añade la que es la primera legisladora árabe que preside una comisión parlamentaria.

Otra de las instituciones salpicadas por estas “manzanas podridas” es la Policía Nacional, cuyo nuevo y controvertido Comisionado General, Roni Alsheij, tuvo que lidiar, nada más asumir el cargo a finales del año pasado, con las acusaciones por acoso sexual vertidas contra el titular de la unidad anti-fraude Lahav 433, Roni Rittman. Denuncias que finalmente fueron desestimadas por el Fiscal General del Estado, Yehuda Weinstein, quien dio carpetazo al asunto. No obstante, son numerosos los casos de cese y dimisión por este motivo entre los mandos policiales.

Esta situación tan adversa en lo que a los derechos de las mujeres se refiere no arredra a la diputada Tome-Suleimán, quien se jacta de haber conseguido ya varios logros. “Por ejemplo, conseguir que el ministerio de Asuntos Religiosos (que está gestionado por los ultra-ortodoxos sefardíes del partido Shas) aceptara la creación de un departamento para proporcionar ayuda a mujeres víctimas de la violencia, o tramitar la creación de una autoridad nacional que se dedique específicamente a luchar contra la violencia doméstica y de género”, explica.

Según esta activista y dirigente política árabe-israelí, el abuso sexual es sistemático. “No es que antes no existiera, siempre estuvo ahí, es que ahora cada vez son más las mujeres que denuncian y deciden destapar a las manzanas podridas dentro de todos los estamentos del Estado¨.

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