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Bebidas energéticas: pros y contras

Bebidas energéticas rusas, con alcohol y cafeína

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Las bebidas energéticas se han convertido durante los últimos tiempos en un complemento totalmente habitual en la dieta de los deportistas. La imagen de un profesional del deporte sentado en el banquillo y bebiendo un complemento energético es una postal tan habitual en cualquier tipo de competición, que ya casi ni sorprende. Incluso en el pasado Mundial de Rugby celebrado en Inglaterra, el consumo por parte de los jugadores de todos los equipos de este tipo de bebidas era algo totalmente normal.

Esto se debe a que, aunque no aportan un aumento de energía como tal al cuerpo del deportista, sí es cierto que las bebidas energéticas al uso ayudan a un aumento del rendimiento físico, tanto a nivel de resistencia como de potencia. Principalmente, dichas mejoras se achacan a dos de los componentes básicos de estas bebidas como son la cafeína y el azúcar, aunque también hay otros elementos que ayudan al aumento de la capacidad física. El ginseng, por ejemplo, que reduce el estrés y aumenta los niveles de energía, la creatina, que ayuda a la contracción de los músculos, o la taurina, indicada para regular las contracciones musculares así como el ritmo cardíaco, son algunos de estos otros elementos presentes en las bebidas energéticas. Aunque, eso sí, en una cantidad mucho menor que el azúcar y la cafeína.

Nerviosismo e insomnio post-esfuerzo

Han sido varios los estudios que han confirmado que, efectivamente, las bebidas energéticas pueden tener un efecto positivo sobre el rendimiento deportivo, pero, a su vez, dichas mismas investigaciones han remarcado los contraefectos o efectos secundarios de dichos productos. Para empezar, dichos efectos son básicamente los mismos presentes en la cafeína: el nerviosismo y el insomnio post-esfuerzo son dos de los síntomas relacionados más habitualmente con la ingesta de este tipo de bebidas. Todo esto no significa que el uso de estos compuestos sea perjudicial, pero sí que conllevan ciertos efectos a veces no explicados y que, además, pueden ser muy contradictorios entre los grupos de edad más jóvenes.

Los efectos positivos se ciñen al ámbito deportivo

Por otra parte, se debe especificar que dichos efectos positivos se ciñen al mundo del deporte y no son extrapolables a cualquier otro ámbito. Por ejemplo, una costumbre tan habitual como la de mezclar bebidas energéticas con alcohol, puede llegar a ser muy peligrosa para la salud de cualquiera que acostumbre a practicarla. Primero de todo, porque las altas cantidades de cafeína presentes en estas bebidas tienden a enmascarar los efectos del alcohol y, por lo tanto, permiten que el consumidor no se percate tan rápidamente del nivel de su estado de embriaguez. Y, por otra parte, también pueden provocar un colapso en el sistema circulatorio al ejercer la cafeína como acelerador del corazón y el alcohol como relajante.

Por esto, las bebidas energéticas siempre deben ser tratadas con cautela, extremando la precaución de mantenerlas en ciertos ámbitos y para ciertos grupos de edad, evitando al máximo situaciones que puedan aumentar exponencialmente sus riesgos.

Posiblemente nadie pueda negar ya que estas bebidas supongan un aumento del rendimiento deportivo, pero a su vez es difícil de contradecir el contrastado hecho de que pueden llegar a convertirse en un riesgo para la salud de cualquiera.

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