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Jóvenes vitorianos ocupan locales vacíos para impartir talleres sociales

Taller de apoyo mutuo de bicicletasen Los Arquillos

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

Un grupo de jóvenes vinculados al movimiento okupa de Vitoria ha abierto en el Casco Viejo de la ciudad tres locales sociales autogestionados en inmuebles abandonados. Estas iniciativas surgen, según explican sus impulsores, de la necesidad de disponer de espacio físico donde acoger y desarrollar proyectos alternativos para la ciudadanía.

El taller de apoyo mutuo de bicicletas, está ubicado en un bajo del número 10 de Los Arquillos. Cada jueves por la mañana y hasta media tarde, abre sus puertas a todo aquel que necesite asesoramiento para el mantenimiento de su vehículo. Resuelven, en pocos minutos, los problemas típicos de las bicicletas como el pinchazo, la rotura de la cadena, el ajuste de los frenos o el descentrado de la llanta. A cambio cada cliente aporta lo que su voluntad le sugiera. “Eso sí, los arreglos ha de hacerlos cada uno. Nosotros ayudamos a los principiantes y damos las pautas. Compartimos nuestros conocimientos en mecánica para que todos sean capaces de poner a punto sus bicicletas. Es un taller pedagógico”, aclara Iñaki, un joven vitoriano que colabora en la iniciativa. “Yo tengo mi trabajo pero vengo aquí en mis horas libres con la voluntad de ayudar a la gente. Decidí hace tiempo que también emplearía mi energía en ofrecer y compartir con los que me rodean. No podemos seguir impasibles y fomentando el individualismo del fracasado sistema capitalista”, explica Iñaki.

Ampliar la red social de la ciudad

En un local cercano ubicado en la Cuesta de San Francisco han instalado un cenador de cocina vegana que suele abrir los miércoles a partir de las nueva de la noche. “Nos juntamos unos cuantos cada vez que hay ocasión y demanda por parte de los interesados. No hemos establecido, de momento, un horario porque aún nos conoce la gente. Ha habido días que no estabamos las personas suficientes para desarrollar el curso”, explica Erika, una de las jóvenes que gestiona el cenador. El mismo local les sirve, en ocasiones, de “tienda gratuita”, un establecimiento en el que ofrecen material cedido por donantes anónimos. “Ropa, libros, utensilios de casa… todo lo que la gente no use, nosotros lo ponemos a disposición de los ciudadanos. Hay cosas que vuelan, se las llevan enseguida”, dice Erika, que cultiva plantas aromáticas para uso gastronómico, como enebro y menta, para ofrecerlas también en la tienda.

Los impulsores de estas iniciativas pretenden que esta red social de apoyo mutuo se extienda a otras zonas de Vitoria con la apertura de más locales de encuentro “desde donde se articulen respuestas útiles a las necesidades de la comunidad”, afirma Tristán, integrante del movimiento y profesor de un instituto de secundaria de Vitoria.

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