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El frustrado Puerto de Pasaia gasta ocho millones de euros para nada

Un buque entra en el Puerto de Pasaia, al fondo.

Alberto Uriona

El que iba a ser uno de los grandes proyectos urbanísticos de Euskadi ha quedado en el cajón. La crisis ha enterrado la ampliación del Puerto de Pasaia, uno de los dos del País Vasco, que iba a costar 1.000 millones de euros y que contaba con el apoyo de los principales partidos políticos y el lobby empresarial de Gipuzkoa. Pero no ha salido gratis: entre estudios, lobbys y entidades, ha tenido un coste de casi ocho millones.

El proyecto pasaba por construir una nueva dársena en mar abierto, desplazando la ubicación actual en el populoso municipio de Pasaia, cuya zona portuaria se iba a regenerar urbanísticamente. Pese a la oposición de colectivos sociales y ecologistas por las afecciones medioambientales, pocos pensaban que el proyecto no iría para adelante tras haberse gastado en los últimos años cerca de un millón de euros en estudios de fondos marinos, las afecciones a bancos de crustáceos y el estudio medioambiental de Jaizkibel, donde se preveía ubicar.

No ha sido el único gasto. Durante cinco años, hasta 2011 que fue disuelto, funcionó el lobby Gipuzkoa Aurrera (conformada por la Diputación, la Kutxa, la patronal Adegi, la Corporación Mondragón, la Cámara de Comercio y el Ayuntamiento de San Sebastián) para impulsar el proyecto y el pasado año también se liquidó Jaizkibia, la entidad integrada por los Gobiernos central y vasco, la Diputación y los Ayuntamientos del entorno (San Sebastián, Pasaia, Rentería, Lezo, Oiartzun, Hondarribia e Irún), para acometer la regeneración integral. Dos entidades que han dejado agujeros económicos de casi siete millones de euros.

Y es que en los últimos 20 años ha habido una docena de planes para construir un nuevo puerto y regenerar la zona, una de las más degradadas urbanísticamente de Euskadi. El primero se planteó en 1995 con la creación de un puerto deportivo, la desaparición de barreras urbanísticas para los ciudadanos y zonas que permitirían compatibilizar los usos portuarios y sociales. El último fue en 2008 con el proyecto de los 1.000 millones, que parecía el definitivo.

Oficialmente, el consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Pasaia no ha adoptado una decisión. La intención era haber acordado en septiembre pasado el desistimiento del proyecto pero, entonces se cerró el pacto económico y fiscal entre PNV y PSE, y los socialistas (la única formación que lo defiende) presionaron y lograron evitar el acuerdo.

Memoria ambiental pendiente

Pero la práctica dice lo que no se ha oficializado. La construcción de la dársena exterior “no está justificada”, ha asegurado el actual presidente de la Autoridad Portuaria de Pasaia Ricardo Peña, un discurso totalmente contrario a sus predecesores en el cargo.“ Éste es un proyecto que surge en un momento en el que parecía que todo era posible. El puerto movía seis millones de toneladas. Tenía colas de barcos que no podían entrar”. La nueva dársena preveía tráficos de hasta 17 millones de toneladas. Ahora ronda los tres millones.

Su predecesor en el cargo, Lucio Hernando recuerda que “PNV, PP y PSE” estaban de acuerdo en el macroproyecto, que “superó los requisitos medioambientales. Si no se hace, no es porque no fuera viable medioambientalmente. Las circunstancias económicas lo han impedido”. El anterior presidente del Puerto de Pasaia reclama, al menos, culminar los trámites administrativos. “Solo queda redactar la memoria ambiental, pero el presidente lo ha congelado. Eso no supone ningún desembolso económico”.

El Gobierno vasco (que merced a un pacto con el Gobierno central es el que nombra a los presidentes de los Puertos en Euskadi, pese a que es una competencia no transferida) apuesta por una integración con el Puerto de Bilbao, algo que levanta ampollas en las autoridades y sectores económicos de Gipuzkoa. “Existe el consenso de dejar el puerto donde está, ese debate estéril ya se ha acabado. Llevamos 30 años hablando de la regeneración de la bahía, y ya no podemos perder más tiempo, ni tampoco dar marcha atrás”, ha afirmado Izaskun Iriarte, viceconsejera de Administración y Planificación Territorial. Pero, a corto plazo, no parece que haya actuaciones importantes, puesto que los presupuestos aprobados por el Gobierno vasco para 2014 incluyen una irrisoria cantidad de 60.000 euros.

En el municipio de Pasaia, cuyos vecinos son los grandes damnificados por la actividad portuaria, el hastío se ha rebosado. La alcaldesa Amaia Agirregabiria ha sido clara. “Actualmente vivimos una coyuntura general de crisis, pero es que la crisis llegó a Pasaia hace 30 años. Se trata del municipio más pobre de Gipuzkoa, con la renta per cápita más baja. También es la localidad con la población más envejecida”. Asegura que los vecinos de Pasia “están enfadados. Siempre escuchan lo mismo, pero nunca se apuesta con fuerza por ellos. Tienen motivos para sentirse así”.

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