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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

El año en el que fuimos optimistas

José Fernández-Albertos

Todos los meses, el CIS formula a sus entrevistados la siguiente pregunta: “¿cree usted que dentro de un año la situación política del país será mejor, igual, o peor que ahora?”. Desde el inicio de la crisis y hasta 2015, con la excepción de la efímera luna de miel de Rajoy (los tres barómetros realizados justo después de la victoria del Partido Popular en Noviembre de 2011), los españoles han sido siempre mayoritariamente pesimistas sobre la evolución futura de la política. A pesar de las nefastas valoraciones de la situación política durante este periodo (en Febrero de 2013 se toca fondo, cuando un 29% de la muestra juzga la situación política como “mala”, y un 57% como “muy mala”), encuesta tras encuesta los españoles seguían sin ver la luz al final del túnel: se admitía que la situación era catastrófica, pero se pensaba que un año después estaríamos todavía peor. Los pesimistas siempre superaban en número a los optimistas.

La línea gruesa del gráfico 1 muestra el porcentaje de optimistas (los que creen que un año después de realizada la entrevista la situación política del país será mejor) menos el porcentaje de pesimistas (los que responden que la situación será peor) desde el inicio de la crisis hasta la actualidad.

Gráfico 1. Diferencia (en puntos porcentuales) entre los encuestados que creen que la situación política y económica a un año vista será mejor y los que creen que será peor (valores positivos indican que hay más optimistas, valores negativos que hay más pesimistas).

Nota: Media móvil de los tres barómetros más próximos a cada mes.

El pesimismo se rompió en 2015. En los doce barómetros que el CIS realizó entre Enero de 2015 y Enero de 2016, los encuestados que pensaban que en un año la situación política mejoraría fueron más que los pensaban que iría a peor. El optimismo no era excesivo: el máximo de la serie es Diciembre de 2015, justo antes de las elecciones del 20-D, cuando un 23% de los encuestados respondieron que la situación estaría mejor en un año, un 36% que estará igual, y un 12% que estaría peor. Pero son números relativamente excepcionales si se tiene en cuenta el dominio del pesimismo en los años precedentes.

El gráfico también muestra que, como es razonable, hay una fuerte correlación entre el optimismo respecto a la situación política y el relativo a la economía. Pero hay algunas diferencias importantes. Mientras que el pesimismo respecto a la situación económica empieza a decaer con claridad en 2013 (en línea con los primeros indicios de mejora del estado de la economía), el cambio importante de percepción respecto a la mejora de la situación política se produce más tarde, especialmente en 2015, coincidente con el cambio de ciclo electoral caracterizado por el fin de las mayorías absolutas y la llegada a la competición electoral de nuevas formaciones políticas.

En 2016 este optimismo se ha evaporado. En el último barómetro publicado, el de Septiembre, hay un 25% de pesimistas, por tan sólo un 15% de optimistas. Cada uno tendrá su explicación de este cambio de tendencia, pero sin duda la frustración ante la incapacidad de formar un gobierno con un nuevo parlamento más plural y fragmentado podría tener que ver con este desencanto, que como veremos a continuación no ha tenido la misma fuerza en todos los grupos sociales.

Gráfico 2. Diferencia (en puntos porcentuales) entre los encuestados que creen que la situación política a un año vista será mejor y los que creen que será peor, por grupo de edad.

Nota: Media móvil de los tres barómetros más próximos a cada mes.

El gráfico 2 hace un “zoom” a este último periodo de optimismo y de desilusión posterior (2015-2016), y muestra las percepciones por grupos de edad. Al inicio de 2015, el año en el que fuimos optimistas, no había grandes diferencias en la percepción de la evolución de la situación política entre generaciones. Es cierto que los encuestados más mayores estaban algo menos ilusionados, pero las diferencias eran minúsculas. Sin embargo, el aumento del optimismo a finales de 2015 sí tuvo una clara dimensión generacional. Así, en el barómetro justo anterior a las elecciones del 20D, entre los menores de 35 años los optimistas superaban a los pesimistas en 16 puntos (10 puntos más que entre los mayores de 55 años). Pero en 2016 esto cambia por completo. Especialmente a partir de las segundas elecciones el 26J, el drástico retorno del pesimismo entre los más jóvenes hizo que la brecha generacional se evaporara por completo en sólo unos meses. Aunque las diferencias vuelven a ser ahora pequeñas, resulta llamativo que en el último barómetro publicado sean los mayores de 55 los que de estos tres grupos tienen una visión menos mala del futuro de la situación política.

Aunque este análisis exploratorio nos ayude a formular algunas hipótesis, sabemos seguramente poco de las causas últimas del efímero optimismo ciudadano de 2015 y del desencanto posterior. Es posible que en esas causas se escondan algunas de las claves necesarias para entender la situación actual. Y que esas claves traigan lecciones para todos.  

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