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El objetivo de la cárcel

Retrato de una de las mujeres privadas de libertad que ha participado en los talleres de fotografía de la cárcel de Zaballa.

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

Los sueños, emociones, miedos y demás sentimientos de un grupo de 25 presas de la cárcel de Zaballa han traspasado los barrotes del centro penitenciario para exhibirse en libertad frente al público en forma de fotografía. Las estampas, que cuelgan de las paredes del centro Cívico Ibaiondo, recogen la fuerza y la esperanza que conservan estas mujeres pese a los largos castigos impuestos por la comisión de unos delitos que torcieron sus vidas.

Algunas de las participantes disfrutan del tercer grado y por ello han podido estar presentes en la inauguración de la exposición. Remedios y María ponían voz y testimonios por aquellas que faltaban, en representación de las que no han podido salir de la prisión porque su régimen penitenciario se lo impide y de las que ya han cumplido la pena y han retomado sus vida lejos de las rejas. “La experiencia ha sido muy beneficiosa en todos los sentidos y volvería a repetirla ahora mismo si pudiera. Nos ha permitido, sobre todo, acercarnos, porque allí dentro, aunque pasamos la vida juntas, a veces no nos hablamos en semanas. De esta manera hemos convivido y nos hemos comprendido”, resumía María emocionada. A su lado Remedios, un tanto intimidada por la presencia de cámaras, periodistas y demás invitados, asentía con la cabeza para reforzar el mensaje de su compañera. El curso les ha facilitado además desarrollar unas capacidades que desconocían y descubrirse a sí mismas. “Tengo imaginación, se me han ocurrido un 'puñao' de cosas que hasta ahora, con 44 años que tengo, no sabía que era capaz de hacer. Eso para nuestra autoestima, que está por los suelos, viene muy bien”, coincidían ambas participantes.

Los talleres les ha permitido también hacerse con el manejo de cámaras, trípodes, focos y demás instrumental fotográfico gracias a las lecciones de dos profesionales del sector, Nahikari Mora y Luna Pérez-Visairas, impulsoras del proyecto de fotografía participativa SelfFOCUS, una práctica en la que los participantes- generalmente pertenecientes a grupos sociales desfavorecidos- reciben el respaldo de estos técnicos para crear su propio discurso. “Elegimos este grupo por el olvida social en el que viven y además porque pensamos que en el centro penitenciario sufren un estigma mayor por el hecho de ser mujeres. Nosotras les hemos enseñado fotografía pero ellas a nosotras muchas más cosas. la energía y la sonrisas con laque enfrentan cada día ha sido toda una lección de vida para nosotras, que además se refleja en las instantáneas que han realizado”, confesaba Luna, integrante de Enelu, la asociación cultural precursora del proyecto SelfFOCUS. La organización sin ánimo de lucro trabaja en torno a las artes visuales para promover la creatividad, la reflexión, el diálogo y el pensamiento crítico. Creen en el potencial de la fotografía “como herramienta flexible, enriquecedora y facilitadora de un positivo cambio social, por ser al mismo tiempo un medio accesible, terapéutico y comunicativo”.

Imaginación entre cuatro paredes blancas

La actividad se ha desarrollado durante cuatro meses en una de las dependencias de la cárcel de Zaballa, entre cuatro paredes blancas a las que las alumnas les han sacado mucho partido. “Han hecho el esfuerzo de volver la cámara a sí mismas y utilizarla como autoconocimiento, que es muy difícil pero lo han hecho francamente bien. Nos han sorprendido”, reconocía Luna Pérez-Visairas.

Los supervisores del centro penitenciario se deshacían en elogios al hablar del proyecto. “El hecho de que ahora tenga cierta trascendencia publica, que sientan su trabajo reconocido y admirado, aumenta el atractivo de la actividad. Yo creo además, que a parte del valor artístico, las fotos reflejan la implicación y el compromiso de las reclusas en el proyecto”, insistían los responsables de la prisión de Zaballa que destacaban la importancia de estas iniciativas para normalizar la imagen de las cárceles y reclusos y visibilizar una realidad que apenas se proyecta al exterior, que se queda entre los muros de los centros penitenciarios. “Es necesario para desterrar esa visión imperante ahora sobre los reclusos, tan relacionada con hechos horribles por los últimos acontecimientos en relación a la Doctrina Parot. Esta es la realidad de las cárceles y no tanto esa. hay gente maja, arrepentidas y con capacidades, que pueden participar y servir a la comunidad. Esto es una muestra”.

El proyecto está financiado por la Obra Social de la fundación “La Caixa”, Emakunde y el Ayuntamiento de Vitoria.

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