ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
La vía andaluza
Desde que se dio el pistoletazo de salida a la precampaña para las próximas elecciones autonómicas, observo a Juanma Moreno y su círculo hablar constantemente de “la vía andaluza”. Incluso ha titulado su reciente libro de memorias Manual de convivencia: la vía andaluza. Según proyecta el PP-A, esa vía sería una forma de hacer política centrada en la moderación, los términos medios, la tranquilidad, etc. No en vano, a Juanma se le llama mordazmente “el moderado” y él mismo se refiere a sus políticas como “el cambio tranquilo”. Todo esto, lejos de ser verdaderamente una forma de entender la política institucional, no se trata sino de un refinado juego de espejos para cautivar al electorado.
El PP-A desliza conceptos que entran muy bien porque nos dan una falsa sensación de seguridad. La ciudadanía tiene la percepción, debido a muchos de esos juegos de espejos, de que vivimos una época de inseguridad e incertidumbre: la economía, la vivienda, la cesta de la compra, la intolerancia, … Todo nos hace sentir desasosiego, conque cualquier cosa mínimamente revestida de estabilidad supone un asidero al que es difícil negarse. Juanma lo sabe y lo aprovecha, por eso se permite decir cosas como que los andaluces no saben lo que tienen, presentándose con este discurso como única opción de estabilidad, aunque no haya nada detrás de esas palabras. Ahí está el quid de esta cuestión.
Y es que vaciar lo simbólico es una especialidad del actual gobierno andaluz. Día a día Juanma Moreno pinta una Andalucía ideal que poco tiene que ver con la que tú y yo vivimos. Para más inri, ese ideal tiene escasos visos de realizarse debido precisamente a sus decisiones como presidente. Sin embargo y por si eso no fuera suficiente, el ejemplo más claro lo tenemos en su gestión de la celebración del 4D. Mucho se ha escrito sobre esto, así que no profundizaré. Baste decir que Juanma ha cogido una efeméride capital en la historia andaluza, siempre ignorada a nivel institucional, y la ha querido convertir en una insulsa apuesta personal. La ha denominado “día de la bandera”, buscando así vaciar de contenido simbólico, histórico y político lo que dicha fecha conmemora: la multitudinaria manifestación popular del 4 de diciembre de 1977, que nos llevó a la Autonomía.
Exactamente eso es lo que está haciendo con la vía andaluza. Todo responde a la misma estrategia. Ahora mismo, si buscamos en internet “vía andaluza”, saldrán exclusivamente referencias al presidente, su libro y su partido. Desde luego, la campaña de marketing ha sido un éxito. Y lo más sangrante no es siquiera la ironía de que se predique algo tan alejado de su forma real de hacer política; lo peor es que “la vía andaluza” es algo que existe desde hace mucho y nada tiene que ver con Juanma ni con el PP-A.
Teniendo en cuenta lo mucho que se ha codeado Moreno Bonilla con Rojas Marcos en los últimos años, el PP-A debe conocer esto sobradamente. Pero en vez de honrarlo como merece, ha optado por obliterar este episodio histórico y apropiarse del sintagma, tal como ha hecho con la fecha del 4D
¿Qué es, entonces, la vía andaluza? Hay que retrotraerse a la Transición, cuando se preparaba la autonomía de Cataluña, Galicia y Euskadi. Para Andalucía, aunque podía optar al mismo estatus (de hecho tenía un proyecto autonómico previo al golpe militar), se reservó la llamada “vía lenta” o “autonomía de segunda” del artículo 143 de la Constitución (con menos agilidad y competencias que la otorgada por el artículo 151). Además, el Gobierno estatal aprobó una ley que, de cara a un referéndum por la autonomía, basaba los resultados no en el número total de votos sino en el censo provincial. A pesar de ello, el 28 de febrero de 1980 salió un abrumador “sí” en toda Andalucía excepto Almería. Según la ley antes mencionada y al art.143, había que esperar cinco años para repetir el referéndum y el resultado debía ser unánime. La injusticia y la jugarreta eran mayúsculas.
Finalmente, gracias a la perseverancia del PSA en el Congreso de los Diputados, al apoyo a la autonomía en las urnas y a las movilizaciones del 4 de diciembre, se aplica para Andalucía otro artículo, el 144, que validaba “por motivos de interés nacional” la mayoría simple de votos almerienses. Así, el 20 de octubre de 1981 se ratificó el Estatuto de Autonomía de Andalucía. A esta peripecia histórica en la que el pueblo andaluz luchó por conseguir lo que consideraba justo, se la conoce desde entonces como “la vía andaluza”.
Teniendo en cuenta lo mucho que se ha codeado Moreno Bonilla con Rojas Marcos en los últimos años, el PP-A debe conocer esto sobradamente. Pero en vez de honrarlo como merece, ha optado por obliterar este episodio histórico y apropiarse del sintagma, tal como ha hecho con la fecha del 4D. Se ha vuelto un experto en acomodar hitos históricos del andalucismo a su conveniencia. Esta es una muestra más de que el suyo es un andalucismo vacío, inanimado, dispuesto como un bonito decorado para ganar elecciones.
Del mismo modo que hay sólo una forma de entender el 4D, hay sólo una forma de entender “la vía andaluza”. Es cuestión de honestidad, justicia y memoria democrática. Algo de lo que, por muchos libros que escriba y por buena imagen que presente, carece “el moderado”.
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ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
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