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Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera

La 'decapitación' de Puigdemont en el Carnaval de Cádiz provoca la primera polémica del concurso

Francisco J. Jiménez

En el Carnaval todo vale. ¿O no? El Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (COAC) ha comenzado esta semana y desde el primer día está provocando polémica. Históricamente se recuerdan críticas muy duras a la Casa Real, al Gobierno de turno e incluso a cuestiones religiosas. Pero este año la chirigota La familia Verdugo, que representa a unos torturadores, se ha puesto de actualidad por decapitar a Carles Puigdemont en pleno escenario del teatro Falla.

El gran alcance que está tomando el COAC ha provocado que desde Catalunya se hable de delito de odio. La asociación Círculo Catalán de Negocios ha pedido públicamente la intervención de la Fiscalía y, con mucha ironía, habla de “catalanofobia”. “Una chirigota de Cádiz propone degollar a Puigdemont y el público aplaude. Estamos ansiosos por ver cómo la Fiscalía les lleva a juicio por delito de odio. Ah, no. Que la catalanofobia no es delito. De hecho, se usa para ganar votos”, dicen en Twitter.

La escena de marras tiene lugar en el popurrit de la chirigota. En el inicio de esta parte de su repertorio se pide la presencia de Puigdemont para ser ajusticiado. La letra de la copla dice así: “Según el artículo 155 de la Constitución española y la humanidad se condena por alta traición al gafas que está ahí detrás. No sabemos si cortarle la cabeza o mandarlo a pelar”. Mientras es conducido al lugar donde va a perder la vida de manera figurada, suena de fondo el himno de España y él da las buenas noches al público con un “bona nit”.

Porta una estelada y, usando la música de la canción Perdóname la vida de Antonio Orozco, pide clemencia. “Pido perdón por haber celebrado el referéndum. Pido perdón por las urnas que allí coloqué. En realidad eran cajas de ropa de invierno, pero es que allí ven la caja y echan un papel. Pido perdón, que no quiero cumplir más condena, de la única forma que sé, perdóname la vida”.

Los verdugos le replican. “No seas más llorón y suénate los mocos, por favor. Que el pueblo lo decida en votación, porque el pueblo siempre lleva la razón. ¿Le perdonamos la vida a Puigdemont, sí o no? La sentencia es clara, son las cosas de la democracia”, grita un justiciero después de oír a los espectadores del Teatro Falla pedir que no se le perdone la vida.

Es una actuación en la que la chirigota de Chiclana, cuya letra la firma Álvaro García, también pone al borde de la decapitación a los Reyes Magos por no concederles el deseo de cantar más adelante en el concurso porque no han tenido tiempo de preparar bien sus letras.

Desde el entorno de la chirigota se ha querido quitar hierro a la trascendencia de la actuación viendo el cariz que han tomado algunas reacciones en las redes sociales. Algunos abogados penalistas, tras conocer la situación, consideran que en este caso hay que hablar del animus iocandi, una locución de origen latino que significa ánimo o intención de bromear. Esta expresión impide tomar en serio una declaración de voluntad y evita el surgimiento de obligaciones (ni contractuales, ni de otro orden, inclusive penal), cuando se evidencia que el compromiso fue efectuado en broma.

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