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Andalucía: somos menos y más viejos, y no nos casamos tanto, pero también nos separamos y divorciamos menos

Consuelo Durán

La tasa bruta de natalidad ha caído casi dos puntos por cada 1.000 habitantes la última década; la de nupcialidad, cerca de uno; la de mortalidad, en cambio, ha subido más de medio; la esperanza de vida, también, dos años; la edad media a la maternidad, más de uno… Sin duda, uno de los cambios demográficos más destacados la última década en España ha sido que el saldo vegetativo ha pasado a ser negativo desde 2015 porque nacen menos personas de las que mueren. Una tendencia de la que todavía se salva Andalucía, junto a Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Comunidad de Madrid, Murcia y, sobre todo, Ceuta y Melilla, con el doble de nacimientos que defunciones. 

Pero para tener una radiografía más completa, es interesante ver también otros parámetros, como la evolución de los estados civiles y, sobre todo, los movimientos migratorios. He aquí tres claves para ver cómo hemos cambiado desde la crisis desde el punto de vista de la demografía.

Nacimientos y defunciones

En 2017, con los últimos datos publicados por el INE y todavía provisionales, han caído un 20% los nacimientos con respecto a 2007 en el conjunto del país mientras se han incrementado casi un 10% las defunciones, culminando por tercer año consecutivo con saldo vegetativo negativo. En cambio, en Andalucía, pese que ese descenso de la natalidad es incluso mayor (25%) que en el conjunto del país desde que empezó la crisis, los nacimientos todavía superan a los fallecimientos. Pero las cifras se aproximan cada vez más. De hecho, la diferencia entre nacimientos y defunciones era 10 veces mayor hace una década.

En este contexto, el peso de Andalucía en población sigue siendo el más importante. Según el INE, en 2007, su población de 8.059.461 habitantes suponía en 17,83% del total en España (45.200.737). Según el último padrón municipal, esa relación ha pasado a ser del 17,99%: 8.379.820 habitantes de un total de 46.572.132. 

Carolina del Valle Ramos, investigadora del departamento de Geografía Humana de la Universidad de Sevilla, no cree, sin embargo, que Andalucía camine hacia un crecimiento vegetativo negativo. “Si asumimos el escenario medio de las hipótesis de proyección, parece que la población en Andalucía se estabilizará hacia el 2040 en torno a unos 8,4 millones de habitantes”, apunta sobre las estimaciones del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). Reconoce que durante las próximas décadas cohortes muy numerosas nacidas entre los años 60 y 70 van a empezar a alcanzar la parte alta de la pirámide, “lo que puede generar un incremento en el número de fallecimientos”, pero cree que “Andalucía se va a mantener en un crecimiento vegetativo muy bajo, pero que no va a ser negativo”.

Menos claro lo tiene María Miyar Busto, economista y socióloga de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), quien también cree que “el efecto de la crisis sobre los nacimientos es claro”, pero anima a fijarse especialmente en el indicador coyuntural de fecundidad, “medida que calcula el número medio de hijos que tendría una mujer a lo largo de su vida fértil en caso de mantener la misma intensidad fecunda por edad que la observada”, según explica. “Es ahí donde se ve que Andalucía sigue la misma tendencia que el resto de España. Mientras que antes tenía una fecundidad algo mayor que el resto de España, parece que tiende a converger. En estos datos también queda claro que el efecto de la crisis interrumpe la leve recuperación de la fecundidad que se registraba desde principios de siglo”, apostilla a la vez que invita a observar el siguiente gráfico:

En cuanto a otras variables, destaca que las causas de la muerte siguen siendo las mismas, con un breve descenso de los problemas circulatorios como principal factor (del 35,85% en 2007 a 32,12% el último año), y subida leve en el caso de los tumores (de 24,70% a 25,47%). Sin embargo, en el contexto que rodea a los nacimientos ha habido cambios que reflejan la evolución de la sociedad y que son claramente perceptibles la última década, destacando el incremento de la edad media de las madres y de los nacidos sin que medie matrimonio entre sus progenitores.

Estados civiles

En este sentido, las estadísticas revelan que los matrimonios han experimentado también una drástica caída, salvo en el caso de los que se producen entre personas del mismo sexo. En Andalucía, ese descenso en los matrimonios se cifra en un 25% -10 puntos menos en el conjunto del país- mientras que los registrados entre homosexuales se han incrementado en un 45% en toda España -no hay datos desagregados- pasando de 3.193 hace 10 años a 4.606 el pasado.

Esto lleva aparejado un incremento importante de nacimientos fuera del matrimonio. Los últimos datos de nacimientos en los que la madre no estaba casada son de 2016. En concreto, 188.139 de un total de 410.139, es decir más del 45%. Son 15 puntos más que en vísperas de la crisis: 148.945 nacimientos de madres no casadas del total de 492.527 en 2007. “Durante la última década se ha incrementado el grado de envejecimiento demográfico en Andalucía, aunque los niveles se sitúan muy por debajo de lo que lo hacen otras comunidades autónomas”, expone Carolina del Valle Ramos. Destaca que “se está produciendo una diversificación de las tipologías de familias y hogares, que muestran un escenario  distinto al de hace una década en nuestra región”. 

También ha crecido la edad media para la maternidad: de 30,3 años en 2007 a 31,5 en 2017, en el caso de Andalucía, es decir, más de un año de media. Es más, en la última década, la franja de edad entre los 35 y 39 años ha desplazado a la comprendida entre los 25 y los 29 como la segunda más habitual para los partos, mientras que sigue a la cabeza la que va de los 30 a los 34.

¿Y por qué hay menos matrimonios? Carolina del Valle Ramos cree que tiene algo que ver la crisis. Porque hay jóvenes que se pueden querer casar, “pero la crisis no les proporciona la inversión que en algunos casos supone pasar a dicho estado civil (por estar en paro, por ejemplo), y algunos acaban o por no hacerlo o posponerlo hasta que pase dicha situación”. Sin embargo, agrega que en otros casos responde un proceso evolutivo social en la significación del concepto de matrimonio. “Es innecesario pasar por ese estado civil para vivir juntos o tener hijos. El concepto de familia tradicional ha cambiado y el apoyo de las instituciones pues también ha favorecido a ello”. En tercer lugar, apunta que hay que tener en cuenta también que las personas que “están entrando en la actualidad en el periodo (edad) de matrimoniar no son tan numerosas como las de hace una década”, si bien esto influye en menor medida.

Pero hay otro dato: nos separamos y divorciamos menos. Según los datos del CGPJ las demandas de separación entre 2007 y 2017 se han reducido un 40% en Andalucía, mientras que las de divorcios lo han hecho en un 10%. Ese descenso se ha repetido prácticamente en los mismos porcentajes en el conjunto de España. “Divorciarse, separarse... significan enfrentarse a nuevas situaciones económicas donde en un gran número de casos no existen recursos suficientes como para vivir de forma independiente o asumir el coste que puede generar pasar pensiones a los hijos a la vez que se paga el alquiler o compra de una nueva vivienda...”, continúa Carolina del Valle Ramos.

“He escuchado bastantes veces a parejas que declaran que siguen viendo juntas porque su economía no les da para separarse o divorciarse. Y claro, ante una situación así, los inconvenientes se acrecientan aún más. Y esto es algo que muestran los datos oficiales, ya que ha sido durante los años más duros de la recesión cuando más se ha visto descender el número de dichos procesos”, dice. 

Movimientos migratorios

En tercer lugar, observando los movimientos migratorios, se constata que en la última década se ha reducido en un tercio la llegada de nuevas personas a Andalucía. Por el contrario, se ha duplicado el número de los registrados en Andalucía que se marchan a otros países, tanto de los extranjeros que regresan a sus orígenes como de los andaluces que emigran.

No es desdeñable esto si se relaciona con la natalidad, porque porcentualmente, en la población extranjera se han reducido los nacimientos también, pero cuatro veces menos que en la española. Este envejecimiento de la población se traducirá por ejemplo en que el número de personas en edad escolarizable, es decir, de 0 a 24 años, se reducirá en más de 10 puntos la próxima década, lo que afectará a todas las comunidades autónomas salvo a Ceuta y Melilla, que como se ha mencionado mantiene una diferencia muy importante entre los nacimientos y las defunciones. Lo recoge así el Informe 2016 sobre el estado del sistema educativo del Consejo Escolar del Estado.

La profesora de Geografía Humana de la Universidad de Navarra, Dolores López, explica en este sentido que la importante llegada de inmigrantes entre el final del pasado siglo y la primera década de este aportó “algunos efectivos a estos grupos”, pero se ralentizó a partir de la crisis. En declaraciones recogidas por Efe, reflexiona sobre la necesidad de tener en cuenta esta evolución para prever la demanda en el futuro.

El caso, es que la estadística del padrón continuo del INE registra, a 1 de enero de 2008, un total de 623.279 extranjeros residentes en Andalucía. Mientras, a 1 de enero de 2018, con los datos todavía provisionales, la cifra se ha reducido a 618.791. De confirmarse, sería la más baja de los últimos 10 años.

Pero más que este descenso de extranjeros en esta comunidad autónoma, lo significativo son los andaluces que se han marchado fuera. Entre 2009 y 2018, los 10 años registrados por el INE en el padrón de españoles residentes en el extranjeros (PERE), se han incrementado los andaluces en otros países en un 65%: de 181.878  a 284.816. 

Carolina del Valle Ramos ve una relación entre esto y la crisis. “La falta de empleo y de oportunidades ha generado tres fenómenos. En primer lugar, un retroceso de las llegadas de inmigrantes; en segundo lugar, el retorno de los que llegaron a Andalucía hace unos años hacia sus lugares de origen; y en tercer lugar, la salida de andaluces fuera de nuestras fronteras con el objetivo de desarrollar su potencial profesional y también para ampliar su formación, sobre todo en idiomas, durante los años de espera de que la crisis se superase”.

Ello lo corrobora el hecho de que “la mayor parte emigrantes de Andalucía se sitúan en tramos que coinciden con un momento de terminación de estudios y, por supuesto, de la edad laboral”. Durante este último año, en el que se empiezan a ver algunos síntomas de mejoría en la economía, “se ha observado una cierta recuperación de retornados que se fueron en plena crisis”. 

Por su parte, María Miyar, quien aporta otro gráfico para explicarlo, apunta que “para ver cómo evoluciona la población inmigrante es mejor mirar al total de nacidos en el extranjero, porque la nacionalidad puede cambiar, pero el lugar de nacimiento no”.

Y lo explica: “La crisis ha impactado en el volumen de nacidos residentes en el extranjero, pero no lo ha hecho, ni para el total de España ni para Andalucía, hasta 2013. Desde 2016 para el total de España y en 2017 en Andalucía se percibe un aumento de los residentes nacidos en el extranjero”. En este sentido, puntualiza: “Nuevamente, si miramos el lugar de nacimiento de estos españoles nacidos en el extranjero vemos que para España, el 67% han nacido en el extranjero, y para Andalucía, el 62%. Es decir, la mayoría son inmigrantes nacionalizados que han vuelto a su país de origen”.

 
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