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En libertad los tres detenidos en el desalojo de la corrala de Málaga

Las pancartas de la Corrala Buena Ventura se colgaron en febrero /Foto: NC

Néstor Cenizo

El desalojo de la corral de la Buena Ventura, la primera constituida en Málaga, la mañana de este jueves se ha saldado con tres detenidos, que por la noche quedaron en libertad. Se trata de dos activistas y el abogado que se habían encadenado en la azotea del edificio para protestar contra el desahucio. Los tres fueron delojados tras varias horas de resistencia, completándose así el proceso que había empezado a primera hora de la mañana.

De esta manera, ya no existe la corrala de la Buena Ventura. A las 7.45, se ha ejecutado el lanzamiento de los ocupantes del edificio, el primero de Málaga cuyos habitantes se reivindicaron como colectivo y demandaron, sin éxito, la concesión de un alquiler social. Durante meses, han negociado una solución con el Ayuntamiento, la Junta y la empresa propietaria del inmueble. Atisbaron una solución la semana pasada, y ahora se dicen traicionados. La corrala es otra vez un edificio vacío de la Calle Ventura Rodríguez y quienes lo habitaron buscan su sitio.

El lanzamiento se ha producido antes de la hora prevista, las nueve de la mañana, y ha sorprendido a los habitantes de la corrala, que habían bloqueado los accesos al edificio en las horas previas al amanecer. “Habíamos puesto cadenas con bidones y taponado el pasillo, pero sin romper nada”, explica Antonio, ocupante junto a su mujer y su hija, que no ha cumplido el año. José Manuel Aguilar dice que habían soldado la puerta y formado una cadena humana externa al edificio que apenas ha resistido. Aguilar asegura que ha sido golpeado en el costado y en la cara y María Amparo Recasens, que le han producido una lesión al doblar con violencia su brazo derecho, y que presentará una denuncia por ello. La policía estaba equipada con bolas de goma y botes de humo.

A las nueve de la mañana, los antiguos habitantes de la corrala habían sido alejados a más de 50 metros del edificio. Un despliegue policial de cinco furgones impedía el acceso por cualquiera de las calles circundantes a manifestantes y periodistas. Unas 40 personas se han reunido en el cruce entre las calles Ventura Rodríguez y Juan de Austria, donde 10 policías antidisturbios cortaban el paso. Siete activistas resistían en la azotea, ondeando una bandera republicana, mientras la policía se afanaba en entrar. A las 10.30, mientras la policía retiraba las pancartas desplegadas desde febrero, aún quedaban tres de ellos, rodeados y encadenados a algún elemento de la terraza.

Ha sido el fin anunciado desde que en julio, un auto del Juzgado de Primera Instancia número 19 de Málaga confirmara que el desalojo de los ocupantes de la corrala se produciría el 3 de octubre. Durante la última semana, algunos de los habitantes se han realojado con sus familiares; y al menos cuatro familias no saben, según explican, dónde dormirán esta noche. Kira cuenta que ha vuelto a casa de su madre y que Yolanda, que es su hija, a la de su suegra, con sus tres hijos y su marido. Catalina, que tiene dos hijos, explica que dormirá en casa de una amiga. Yuli Fajardo explica que una asistenta social le ha ayudado a conseguir una casa de alquiler. “Pero el mes que viene estoy otra vez en la calle…”, lamenta. Y Antonio y Encarni, que tienen una hija recién cumplido el año, no saben aún qué harán, porque no han encontrado ningún propietario dispuesto a arrendarles una vivienda. Eduardo Zorrilla, coordinador de IU en Málaga, cree que la mayoría de los habitantes no podrán firmar un contrato de arrendamiento porque los propietarios suelen exigir una nómina al arrendatario: “Nosotros reclamamos que cambie el sistema y que sea el Ayuntamiento quien medie y concierte el alquiler. Porque esto es dramático: son familias sin viviendas y con niños que han entrado en una vivienda vacía”.

Sin acuerdo

La Corrala de la Buena Ventura se constituyó el 16 de febrero de este año. La formaron inicialmente nueve familias con perfil similar: jóvenes con escasos o ningún ingreso y dos o más hijos a su cargo. Desde que ocuparon el inmueble pidieron la intermediación de las administraciones públicas y el 3 de junio el Ayuntamiento de Málaga aprobó por unanimidad una moción por la que acordó poner a su disposición [y de las otras corralas de Málaga] “todos los recursos sociales y de viviendas disponibles” y se ofreció a mediar para que las familias obtuvieran “la mejor solución a su situación, como la cesión de uso de las viviendas, el pago de un alquiler social u otras soluciones”. A mediados de septiembre, obtuvieron un compromiso del Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y el nuevo propietario del edificio: recibirían una cantidad aproximada de 20.000 euros para todas las familias, con los que afrontar el pago de unos seis meses de alquiler y la fianza. Además, se les asignaría un puesto en un mercadillo solidario en la capital malagueña. Algunos de los integrantes de la corrala entendieron que el acuerdo era una derrota porque suponía renunciar a la demanda inicial: un alquiler social.

El Ayuntamiento hizo la semana pasada un pago de entre 900 y 1.200 euros a algunas familias, con cargo a un fondo de ayudas de emergencia para facilitar el alquiler a familias que van a ser desahuciadas, y supeditado a que acrediten un contrato de arrendamiento. El propietario condicionó su aportación económica, de unos 5.000 euros, a la verificación de que el inmueble había quedado vacío y en un estado similar al que mostraban las fotografías que los técnicos del Ayuntamiento tomaron el pasado 27 de septiembre. Esa verificación aún no se ha realizado porque, pese a que algunos miembros de la corrala han conseguido realojarse, el edificio no ha quedado expedito hasta esta misma mañana.

José Manuel Aguilar avanza que renunciará a la ayuda del Ayuntamiento, porque no ha garantizado la concesión de un puesto en el mercadillo, y que como él lo harán otros muchos. “Nos han vendido humo, no es justo”, se queja Kira, mientras avanza que se producirán nuevas ocupaciones: “Esto no se va a acabar. Si no somos nosotros, serán otros”. “Yo no me voy a la calle con mis hijos”, lamentaba Isidro. Llegada la fecha, la corrala Buena Ventura ha desaparecido, pero el problema para sus ocupantes sigue ahí.

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