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¿Quién tiene la culpa de Torre Pacheco?
Los eventos racistas de Torre Pacheco se han sobrevenido meras horas después de regresar yo de pasar unos días visitando a mi familia en Níjar y Vera, a apenas 100 kilómetros de donde han descendido nazis y ultras para asaltar a magrebíes. Este centro neurálgico de la problemática social migratoria agrícola, conocido como el mar de plásticos, es además el escenario de todos los veranos de mi infancia y adolescencia.
Siendo yo andaluza emigrada a Estados Unidos, y dedicándome a estudiar la inmigración y sus efectos a través de los medios de comunicación, se puede decir que me ha tocado muy de cerca el tema.
Cuando la respuesta de Sumar, y más tarde de Marlaska, ha sido culpar a Vox de los linchamientos a migrantes en Torre Pacheco, me han rechinado los dientes y hasta las pestañas.
No seré yo la que defienda a Vox o minimice el papel que ha tenido el partido político en la normalización de la xenofobia en nuestro país, pero creo que a los vecinos de Torre Pacheco (independientemente de su color de piel) les debemos algo más que un argumento demagogo y facilón, y que además le juega la mano a Vox, que enseguida ha salido a atribuirse la autoría de semejante barrabasada.
Lepe, Níjar, El Ejido o Torre Pacheco tienen en común ser lugares donde las multinacionales de agricultura de explotación laboral y del terreno hacen su agosto. En los invernaderos se trabajan largas jornadas laborales, a menudo de sol a sol, en unas condiciones precarias, en contacto con pesticidas, y bajo temperaturas extremas. Estos trabajadores, en su mayoría inmigrantes, viven a menudo en chabolas o en situaciones de segregación, exacerbadas por encontrarse en poblaciones pequeñas donde todo el mundo se conoce.
Como andaluza y millenial, los actos racistas de Torre Pacheco me llevaron inmediatamente a otros similares que sucedieron en el año 2000 en El Ejido. Recuerdo entonces ver a través de la pantalla de la televisión imágenes similares a las que hemos visto estos días, una cacería humana, una generalización y culpabilización de toda una población de los actos criminales de unos pocos individuos.
El director del Centro de Estudios sobre Migraciones y Racismo y representante de España en la Comisión Europea de la Lucha contra el Racismo Tomás Calvo Buezas realizó este estudio académico de los eventos sucedidos en El Ejido en el año 2000. Comienza Calvo Buezas diciendo que para analizar estos eventos xenófobos, hay que mirar más allá del racismo.
Sostiene Calvo Buezas que “la xenofobia casi nunca es la única causa, y ni siquiera la más importante, aunque sea la causa precipitante y agravante (...) Intervienen muchas variables y se entrecruzan muchos factores, tanto psicológicos, sociológicos, culturales, económicos, demográficos, ecológicos, históricos, lingüísticos, religiosos, raciales, étnicos, etc”.
Los últimos 25 años de educación contra los prejuicios raciales y étnicos no sólo no han funcionado sino que han la situación se ha exacerbado
Lugares como Torre Pacheco son un campo de cultivo para sentimientos racistas. Dice Calvo Buezas: “en nuestra sociedad modema de consumo se opera a la vez un proceso ‘universalista’ de cierta homogeneidad económica, cultural y social, que podría metafóricamente denominarse de destribalización a nivel estructural; y a la vez se produce dialécticamente, como en un espejo cóncavo, un proceso inverso ‘particulatista’, etnocéntrico y nacionalista de retribalización a nivel simbólico de identidad étnica”.
Es decir, que ante la heterogeneización de la sociedad mediante la incorporación de la necesaria inmigración y los efectos de la globalización para satisfacer a la bestia del capitalismo, se empieza a perder la identidad de grupo. Y, en respuesta a eso, hay quienes reaccionan redoblando en la identidad cultural pasada. Aquello de “España, para los españoles”.
Y es que, aunque muchos piensen que en Torre Pacheco no son racistas y que el problema viene de fuera, su propio alcalde del Partido Popular vincula inmigración y delincuencia.
Además, en el discurso de un joven votante de Vox de Torre Pacheco que se ha hecho viral viene a decir que lo que quieren los votantes de Vox es que se dignifique el trabajo del campo para que lo puedan hacer los españoles, y que así no tengan que venir inmigrantes.
Continúa el joven: “Si para reordenar el mercado laboral español en todo lo concerniente a la agricultura hace falta que muchos empresarios ganen menos y que los españoles ganen más, y para que nuevos españoles se puedan incorporar, que se haga”. Quizás sin saber que su líder Abascal seguramente no esté muy de acuerdo con estas proclamas cuasi marxistas. “Yo no odio a los inmigrantes, yo no odio a los moros”, continúa, “yo solo quiero seguir viviendo en mi país como ellos querían seguir viviendo en el suyo”.
Es decir, los nazis habrán venido de fuera, pero el sentimiento anti inmigrante, más o menos velado, existe en Torre Pacheco, al igual que en muchas localidades agrícolas del sur y el levante español.
En análisis de Calvo Buezas de los actos racistas de El Ejido hay un aspecto que hoy ha cambiado. En su texto, se transmite cómo entonces casi todos los españoles, los partidos políticos y todos los medios de comunicación de España condenaron el racismo. Veinticinco años después nos encontramos en un escenario muy distinto, donde cabeceras periodísticas por doquier, partidos políticos y cualquier cuñado en redes sociales justifican estos actos xenófobos. Donde ser racista ya no es extraño o motivo de vergüenza, sino que tiene representación en el Parlamento.
Los últimos 25 años de educación contra los prejuicios raciales y étnicos no sólo no han funcionado sino que han la situación se ha exacerbado.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cómo salimos de ésta?
Es aquí donde se produce la gran división ideológica alrededor de la inmigración: mientras que los partidos de derechas fomentan el “España para los españoles”, los de izquierdas abogan por abrir los brazos a los inmigrantes pero sin un plan concreto de cómo garantizar sus derechos y condiciones vitales.
Y ninguna de estas dos soluciones nos deja una sociedad manejable.
Porque ninguna reforma migratoria que no pase por dignificar las condiciones de los jornaleros de la agricultura intensiva, en su mayoría migrantes, va a ningún sitio. Porque los inmigrantes necesitan una vivienda, y unas condiciones laborales dignas, y los europeos necesitamos a los inmigrantes para el funcionamiento de nuestra sociedad
Para empezar, un cierre de fronteras, o deportaciones masivas, no solo son medidas inefectivas y crueles con las personas que se arriesgan a dejar todo para emigrar, sino que también dejan al país receptor en desventaja. El sistema capitalista necesita de una población en constante incremento para servirse a sí mismo, y ya ni hablemos de pagar las pensiones de las poblaciones envejecidas europeas.
Según un estudio del Banco de España de abril de 2024, en España se necesitarán 24 millones de inmigrantes en 2053 para poder pagar las pensiones. Según los datos más recientes del INE, en España viven 6.852.348 personas de nacionalidad extranjera. Es decir, que en los próximos 25 años en España habría que multiplicar por cuatro la población migrante.
Sin embargo, los partidos de izquierda tampoco ofrecen una solución viable. La reciente reforma a la Ley de Extranjería llevada a cabo por el gobierno socialista no tiene ni chicha ni limoná, y la Iniciativa Legislativa Popular para regularizar a 500.000 personas en situación irregular en nuestro país sigue en el limbo, donde probablemente seguirá ya que el partido gobernante se encuentra inmiscuido en su propia tormenta perfecta.
Es verdad que los políticos afiliados a Sumar hasta ahora han tenido un discurso migratorio progresista y que suena bastante bien, pero no hay en sus propuestas la claridad ni el detalle necesario para manejar los flujos migratorios que se necesitan.
La propuesta de Compromís de ilegalizar a Vox es un buen punto de partida contra el racismo. Pero, no nos engañemos, si no atajamos las causas sociales, económicas, culturales y psicológicas que han propiciado que lleguemos a este punto.
Decirle a las personas que son racistas “no seáis racistas” mientras ignoramos que en el sector agrícola español se emplean inmigrantes en situación de casi esclavitud no es una solución.
Porque ninguna reforma migratoria que no pase por dignificar las condiciones de los jornaleros de la agricultura intensiva, en su mayoría migrantes, va a ningún sitio. Porque los inmigrantes necesitan una vivienda, y unas condiciones laborales dignas, y los europeos necesitamos a los inmigrantes para el funcionamiento de nuestra sociedad.
Mientras que esto no esté en el centro de las propuestas políticas migratorias, echar balones fuera y culpar a Vox es mirar sólo la punta del iceberg e ignorar todo el hielo que está bajo la superficie, y no nos sirve para nada.
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