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Escisión irremediable
Ha aparecido en Madrid un telón de Podemos, una lona enorme, en el que se citan unas palabras de Pablo Casado, su epitafio, y una foto de Tomás, el hermano de Isabel Díaz Ayuso. Un recordatorio, habida cuenta de la desmemoria mediática, de las malas prácticas del PP madrileño, pero a la vez una advertencia para Alberto Núñez Feijóo. El que se enfrenta con el PP madrileño cae, él lo sabe y parece que esta vez el motivo puede no ser la corrupción, sino las abiertas discrepancias por Bildu.
La escisión entre el PP de Díaz Ayuso y el de Feijóo es un hecho. No digo que el resultado vaya a ser dos partidos, pero sí más distanciamiento. Todo además dependiendo de los resultados del 28M. Si gana, como parece, Díaz Ayuso, la escisión será total. Ayuso no va a permitir que Feijóo se apropie de su triunfo, pero sí hará que le caiga toda la responsabilidad por un eventual peor resultado y, por supuesto, por todo lo demás que le ocurra malo al PP.
Así, a Feijóo solo le quedarán algunas vías y ninguna fácil. Porque la única manera absoluta de salvarse es que los resultados de Madrid no sean tan buenos y que los del resto equilibren, si es que son buenos. En el peor escenario, a Feijóo solo le quedaría volverse a Galicia, antes de que se caiga por la ventana. En otros, mandar de verdad -difícil con este Madrid- o quedarse de monaguillo de Díaz Ayuso hasta que ella quiera, si es que no decide postularse para el asalto a La Moncloa.
La extrema derecha ya no es un peligro para el PP porque desde el PP mandarín de Madrid se ha llegado a la conclusión de que es el PP el genuino representante de la extrema derecha en España
Si es verdad, que lo es, que el PP plantea esta campaña como una previa a su asalto en las generales, como lanzadera, Ayuso es ya un estorbo para los gallegos. La estrategia con Bildu y ETA es buena quizá para Madrid, pero se mira con recelo en la periferia popular. De hecho, los más cucos del PP ya han dado la orden de no enfrentarse en público y quitarle hierro a una discrepancia que sí es capital para un partido que quiera gobernar España. Toda se entiende.
La estrategia dirigida desde Madrid por encima de Feijóo es grosera, peligrosa y mentirosa. Va contra la verdad, las víctimas, la Fiscalía General del Estado, el Estado de Derecho, el sentido común y el sentir democrático. Incluso contra sus propios actos, los del PP de antes pero también del de ahora, véase, si no, la distinta actitud del propio PP en Euskadi.
En los últimos tiempos, desde distintos observatorios políticos se presentaba la existencia de Vox como una amenaza, singularmente para el PP. Hoy se puede afirmar que la formación de extrema derecha está en declive y caerá más cuando lo decidan los que la alentaron, como ocurrió con Ciudadanos. La extrema derecha ya no es un peligro para el PP porque desde el PP mandarín de Madrid se ha llegado a la conclusión de que es el PP el genuino representante de la extrema derecha en España y le sobra Vox. Sus restos servirán tan solo de ayuda ortopédica para el PP.
Los resultados del 28M pueden romper a la derecha convencional de manera trágica
El PP de Madrid, de marcado perfil neofranquista, está enfrentado a su periferia, cuya virtualidad solo depende trágica y contradictoriamente de los resultados de Díaz Ayuso. Lo paradójico es que recurrir a ETA para derrotar al PSOE se va a convertir en la causa de su propia descomposición. Al PP, al que quiere ser moderado y algún día quizá europeísta, lo está pudriendo ETA, que solo existe en sus mentes, ya que fue derrotada por la democracia hace doce años.
Los resultados del 28M pueden romper a la derecha convencional de manera trágica, en realidad en esta campaña ya está abierta en canal, solo la prensa sinfónica, cooperadora necesaria de la estrategia trumpista, apuntala una visión esquiva que no sería posible si ocurriera lo que ocurre en el PP en cualquier otro partido.
La incógnita ahora es solo qué dirá la próxima lona y si la podrán leer con añoranza Alberto Núñez Feijóo o Isabel Díaz Ayuso con la mirada complacida de Pablo Casado. Y qué dirá. Quién sabe, algo fúnebre.
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