Dicen que el que manda siempre busca la legitimación en el ejercicio de su poder por la vía de reinterpretar, en el presente, los hechos pasados.
La derecha andaluza descubrió hace cinco años el andalucismo al acceder al gobierno de la Junta. Lo hizo, paradójicamente, perdiendo las elecciones, pero aupada al sillón de San Telmo por la extrema derecha, tras el primer pacto PP-VOX en España del que actualmente tenemos múltiples ejemplos.
Esa combinación de vieja y nueva derecha, apoyada por todos los poderes fácticos, era justamente a la que una marea humana festiva con anhelos de libertad, democracia y reivindicación autonomista quería plantar cara en aquella lluviosa mañana de Málaga el 4 de diciembre de 1977.
Esa alegría se truncó en tragedia por la muerte de un balazo de José Manuel García Caparrós, cuando los manifestantes intentaban colgar una bandera andaluza en el balcón de la Diputación. La historia de aquellos días, el ambiente político, se describe a la perfección en el libro Morir por Andalucía, de equipo 4 de diciembre, cuya lectura recomiendo, sobre todo, a los jóvenes, a los que ahora se atosiga con mensajes de crispación desde la derecha gobernante en Andalucía de que se rompe España y que la autonomía de Andalucía o la igualdad de las y los andaluces está en peligro.
En ningún caso Andalucía se encuentra en estos momentos amenazada por el gobierno de España u otros territorios
Andalucía consiguió años después la autonomía plena, de la mano de gobiernos socialistas, gracias a la movilización mayoritaria del pueblo andaluz que vio en el autogobierno la única posibilidad de salir del subdesarrollo y la marginalidad a la que la condenó históricamente la derecha. Queríamos desarrollo, modernidad, justicia social en el reparto de la riqueza y las mismas oportunidades que cualquier otra comunidad de España para emprender nuestro propio camino en un proyecto común de Estado democrático.
Desde entonces a ahora, hemos construido la Andalucía que hoy conocemos con un Estatuto pleno de competencias y un ordenamiento jurídico constitucional que sabe defender perfectamente los principios de igualdad y solidaridad interterritorial y que en ningún caso se encuentra en estos momentos amenazada por el gobierno de España u otros territorios, como quiere hacer creer la propaganda de agitación, odio y crispación de las derechas enfrentando a unas comunidades con otras.
El PP y VOX no aceptan el resultado de las elecciones del 23J, porque no se resignan a comprender que la legitimidad democrática del gobierno te la da el apoyo mayoritario que tengas en el Congreso de los Diputados por los representantes de los ciudadanos de todos los rincones del territorio español.
El gobierno progresista de España se ha convertido en el referente europeo de todo aquello por lo que las y los andaluces salieron a la calle aquel 4 de diciembre de 1977
Frente a la permanente negativa obstruccionista de las derechas en la pasada legislatura a todas las decisiones que han significado mayor protección y justicia social, consolidación y ampliación de derechos a las clases medias y trabajadoras, avances y transformaciones para adaptarnos a una realidad cambiante amenazada por el cambio climático, el gobierno progresista de España se ha convertido en el referente europeo de todo aquello por lo que las y los andaluces salieron a la calle aquel 4 de diciembre de 1977 a reivindicar para el pueblo andaluz.
Lo paradójico es que el Sr. Moreno Bonilla, todo el día envuelto en la bandera que nos representa a todos los andaluces, dedica más esfuerzo a la confrontación contra un enemigo inexistente, que a ejercer el autogobierno y nuestras competencias fortaleciendo la calidad de los servicios públicos en Andalucía o reduciendo las brechas de desigualdad con territorios más avanzados que el nuestro.
Arrogarse hoy la defensa de la autonomía andaluza para ejercerla privilegiando fiscalmente a los que más tienen, invirtiendo los recursos que necesita la sanidad pública en la privada, suprimiendo unidades educativas públicas, deteriorando la atención a mayores o dependientes, despreciando las necesidades de nuestros jóvenes con la vivienda o el empleo sí que ataca a la igualdad de los andaluces con otros españoles y no es definitivamente coherente con querer apropiarse ahora del espíritu y la historia real que evoca el recuerdo de aquel 4 de diciembre.
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