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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

Las corbetas o cómo cambiar el alma

La plantilla de Navantia protestan por la puesta en riesgo de los contratos con los astilleros

Carmen Lizárraga

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Decía Margaret Thatcher que “la economía es el medio, el fin es cambiar el corazón y el alma”. Explicaba así que las transformaciones neoliberales de los años 80 no solo dieron lugar a intercambios de propiedad de pública a privada mediante privatizaciones, a cambios en los procesos de acumulación de riqueza y de distribución; sino que contribuyeron a transformar los deseos, aspiraciones y prioridades de la sociedad cambiando su “alma”.

El neoliberalismo nos dejó un ser humano que ya no es humano, sino un ser económico y sin cuerpo. Porque los cuerpos nos llevan a las necesidades, y las necesidades compartidas de los cuerpos humanos al reconocimiento de nuestra interdependencia. Y eso conduciría a poner en el centro los cuidados la vida, pero no cualquier vida, sino aquella que ha crecido abrazada, bien alimentada, educada y saludable, la que ha sido cuidada en común, con pactos de convivencia construidos sobre nuestros impuestos. El neoliberalismo, en cambio, sólo entiende el lenguaje de la competencia. La competencia descarnada por agarrar cualquier oportunidad al vuelo; la competencia descarnada contra el más débil, contra cualquiera que nos pueda restar recursos. El neoliberalismo, en fin, nos legó un alma de depredador en una pirámide de competencia darwinista.

Recientemente se ha anunciado que una posible cancelación de la venta de bombas a Arabia Saudí pondría en peligro los contratos firmados para la construcción de corbetas en los Astilleros de Cádiz. Este chantaje es el resultado de una sociedad que compite por una producción que será “pan-vida” en una parte del planeta, Cádiz, y cuyo consumo supondrá “guerra-muerte” en otra, Yemen.

Esa sociedad “de mercado” sin cuerpos es la demostración de que el neoliberalismo ha fracasado para sostener la vida, la supervivencia del planeta y la convivencia entre iguales, porque ataca el mismo corazón de la igualdad. En competencia, la desigualdad y la guerra siempre ganarán. Porque la guerra es un negocio competitivo. Porque en una competición permanente por los recursos, la pobreza siempre será más pobre y la riqueza se concentrará más.

Como dolorosamente aprendimos, para cambiar el corazón y el alma, el medio no es la moralina sino la economía. Algo va mal cuando la garantía de los derechos de unos se sustenta sobre la vulneración de los derechos de otros. De modo que para evitar este chantaje darwinista, este dilema tramposo entre paz y pan, sería preciso compensar a quienes trabajan en la construcción de las corbetas, a aquellas familias gaditanas cuyo pan depende de la guerra que otros organizan y que pueden ser también víctimas, en otra parte del planeta, de las amistades entre dos reyes cuyas necesidades materiales están más que cubiertas.

La alternativa al chantaje propuesto por la economía neoliberal a la industria de Cádiz debe llegar por la vía de inversiones sostenibles, como las 123 medidas para revitalizar la Bahía que el alcalde de Cádiz ha presentado a la ministra de Transición Ecológica, y por la vía de una financiación justa.

Las inversiones que recibe Andalucía están por debajo de lo que figura en nuestro Estatuto de Autonomía. Y hay que recordar que Andalucía sufre infrafinanciación por dos vías: la insuficiencia de recursos de carácter global y la infrafinanciación relativa anual por habitante ajustado en las dos últimas reformas. Concretamente, Andalucía recibe 82 euros menos por habitante que la media de las CCAA de régimen común. La permanencia del actual modelo genera una infrafinanciación entre 800 y 1.000 millones de euros al año. Ni el señor Montoro, ni la señora Montero han resuelto ese problema que hace que colisionen derechos y que sufran nuestros cuerpos, nuestra vida, menos cuidada hoy que ayer. Queremos paz y pan; trabajo y futuro. El alma puede cambiar.

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