Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Vecinos con bastón de mando: una treintena de muncipios cuentan con presupuestos participativos

Imagen de la inauguración de un parque aprobado en un proceso de presupuestos participativos, en Alameda (Málaga)

Néstor Cenizo

Un viernes por la tarde, en una sala de unos 100 metros cuadrados con una iluminación fría y sin adornos, se reúnen unas 60 personas y proponen en qué gastar lo que es de todos, qué hacer en el espacio común. “Vamos a lo que hemos venido, a pedir cosas”, dice Susana López, técnico del Ayuntamiento. “Me da vergüenza levantarme…”. Pura duda, pero al final se decide. Quiere una pérgola o algo que dé sombra en la Cruz de Piedra. “¡Ya está, ya me han visto por detrás y por delante!”. Su propuesta será votada por los vecinos de Casabermeja, un municipio al norte de Málaga de unos 3.000 habitantes, que deciden desde 2007 a qué dedicar el 10% del presupuesto. El alcalde, Antonio Domínguez, ha abandonado la asamblea minutos antes, y explica que él no decide, sino que acata. Pero invertir papeles no es tan sencillo: “La gente no entiende que queremos que ellos sean partícipes”.

Los presupuestos participativos reciben en Alameda, otro municipio malagueño, el nombre simbólico de El Rebate, en alusión al escalón que une una casa y la calle. El sábado 5 de abril, un autobús recorrió este pueblo llevando a los vecinos que habían propuesto las 18 iniciativas escogidas en cada barrio. Cada cual explicó y defendió la suya; embovedar un arroyo y eliminar las barreras arquitectónicas empataron como las más votadas. Después, habilitar huertos urbanos, crear un centro para discapacitados, unir dos calles… Hasta agotar los 545.000 euros disponibles para presupuestos participativos, salidos íntegramente de los fondos AEPSA, el antiguo Plan de Empleo Rural. Alameda dedica también 15.000 euros a actividades propuestas por los jóvenes del municipio, que luego se responsabilizan de su ejecución. En Humilladero, el pueblo más veterano de todos los que mantienen presupuestos participativos (desde 2005), la partida asciende a alrededor de 500.000 euros. Hoy, además, importa el trabajo, así que se dedican recursos a obras que generen empleo estable o a proyectos cogestionados entre los municipios y los ciudadanos.

“Los presupuestos participativos son una excusa para la construcción de la ciudadanía”, opina Manuela Fernández, Directora General de Derechos de la Ciudadanía, Participación y Voluntariado, dependiente de la Consejería de Administración Local. En España se han implantado alrededor del centenar de experiencias de este tipo. El proceso comienza con la recogida de propuestas (en buzones, en oficinas móviles, en asambleas generales), que luego se examinan en función de criterios técnicos (“es evidente que no se puede pedir un aeropuerto para el pueblo”, se explica a quienes han acudido a la asamblea de Casabermeja). Después de la criba, se vota. Los porcentajes de participación oscilan entre el 15 y el 25% de los censados. Por último, se rinden cuentas: si las decisiones no fuesen vinculantes, el proceso no serviría. Un grupo de técnicos y vecinos dinamiza el proceso. En algunos municipios, algunas fases se llevan a cabo en los barrios.

La Diputación de Málaga, a través de la Oficina de Presupuestos Participativos, fue el primer ente supramunicipal español en impulsar esta herramienta, pero el cambio de Gobierno en 2011 acabó con aquel experimento. También se cancelaron los intentos en Sevilla o Córdoba y solo resistieron algunos municipios, a duras penas. Pero ahora el impulso se ha renovado porque la Junta de Andalucía ha abierto una línea de subvenciones dotada de 125.000 euros, de la que se han beneficiado 27 pueblos, la mayoría en Málaga (16). Los presupuestos participativos surgen a finales de la década de los 80 en la ciudad brasileña de Porto Alegre (referencia desde entonces para movimientos antiglobalización), y se abordarán también en la futura Ley de Participación Ciudadana, cuyo anteproyecto fue anunciado para principios de este año.

¿Democracia representativa o participativa?

Pero los procesos de participación ciudadana también tienen problemas de método. “A ver si el terreno lo compra un particular y no me ponen el tanatorio al lado de la casa. Los que votaron a favor, que se lo pongan al lado de su casa. Porque hay muertos… y muertos”, protestó una señora en la asamblea de Casabermeja. ¿Es el interés común la suma de los intereses particulares? La experiencia demuestra que muchos participan para resolver un problema particular, y el alcalde de Alameda cree que la “visión global” la tiene una minoría. “Es cierto que hay dificultades, porque nos arrastra el individualismo egocéntrico, y más allá de las puertas de tu casa nada interesa”, lamenta la directora general. Sin embargo, la consecución de “resultados visibles” provoca, según Manuela Fernández, un “efecto contagio”. Otros destacan que es una herramienta extraordinariamente rentable en términos políticos. “Los presupuestos participativos te hacen el programa”, explica María Pérez, técnico en el ayuntamiento de Torrox.

Cuando las encuestas reflejan una desconfianza creciente hacia los políticos “profesionales”, los presupuestos participativos chocan con otro obstáculo notable: hay un descreimiento de parte de la ciudadanía. “Tenemos que explicar la democracia porque a ratos se ha hecho un mal uso”, concede Manuela Fernández.

El alcalde de Casabermeja cree que los presupuestos aún son de los políticos y “poco” de los vecinos. En su discurso hay un poso de frustración: “Si no los hiciéramos, la gente probablemente no los reclamaría”. Noelia Rodríguez, alcaldesa de Humilladero, aspira a que el proceso funcione “de forma independiente”. Los presupuestos participativos aún son percibidos más como un instrumento de la izquierda que como una herramienta del ciudadano para incidir en lo público, aunque los expertos observan una apertura tímida y reciente del arco ideológico. En Casabermeja, Alameda y Humilladero gobierna Izquierda Unida, pero en Torredonjimeno (Jaén), el equipo de gobierno del Partido Popular ha mantenido los presupuestos participativos que puso en funcionamiento IU.

Nos enseñaron democracia representativa, no democracia participativa, y eso implica una labor pedagógica. “En los treintantos años de democracia se nos ha dicho que nos quedemos sentados en el sofá, que 'yo resuelvo el problema, y dentro de cuatro años me votas o no'. Hay que cambiar la mentalidad, y eso no se hace en un año o dos”, comenta Pineda. Antonio Domínguez lamenta el desapego por lo común y el individualismo: “Es complicado sentar a la gente a debatir”. “Hay una pregunta no resuelta: cómo establecer canales de participación con la ciudadanía”, resume la directora general.

Sean o no la respuesta, los presupuestos participativos ofrecen una alternativa a los cauces establecidos para determinar las prioridades públicas. A la nebulosa de quién, cómo y por qué decide. “Alguien me dijo que en Alameda no habrá un Gamonal”, comenta Pineda, antes de concluir: “Si somos padres dedicamos tiempo a ejercer como padres, y tenemos que plantearnos que somos ciudadanos y hay que dedicar un tiempo a la democracia”.

Etiquetas
stats