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Juan Antonio, la segunda persona con Síndrome de Down al frente de una hermandad del Rocío, “no sería mejor si fuera de otra manera”

Juan Antonio, junto al alcalde de Hinojos y miembros de la Hermandad.

Fermín Cabanillas

En la romería de El Rocío del año 1998, muchas de las miradas de los romeros se clavaron en el Hermano Mayor de la localidad onubense de Lucena del Puerto. Mauricio Borrero era el que llevaba la vara que le confiere ese cargo en la romería almonteña, y era, entonces, el primer responsable de llevar a un hermandad filial a la aldea con una característica particular: tener síndrome de Down.

Han tenido que pasar 20 años para que esta imagen se repita, y, precisamente, en una hermandad de la misma comarca onubense, la del Condado, donde se encuentra la localidad de Hinojos.

A los rocieros de ese pueblo los ha llevado a su destino este año Juan Antonio Maraver. Tiene 40 años, y en su familia cuentan que lo que ha hecho este año “era algo que tenía que pasar tarde o temprano, porque su devoción por El Rocío no es algo normal”.

Este agricultor hinojero se presentó el año pasado a las elecciones que cada año se convocan para ser el máximo responsable de la hermandad -tras el presidente- durante la romería. Su cargo tiene un año de vigencia, por tres del presidente, y, en esencial, le corresponde “la representación de la hermandad, firma de acuerdos, visto bueno de actas, citas a juntas y asambleas y voto decisivo en caso de empate”.

Cuando llega la romería, su palabra es la que manda para que la hermandad llegue hasta su sede en la aldea.

Eso sí, como se diría en Huelva, Juan Antonio es “muy corto” a la hora de expresarse. Lo suyo es la devoción, no explicarlo, por lo que todos los que están a su alrededor en estos días se convierten en portavoces de su figura, como el alcalde, Miguel Ángel Muriel, que entiende que la hermandad, este año, dirige sus pasos “hacia un mundo distinto, de respeto, aceptación, inclusión, integración, normalización y convivencia. Este año es diferente, él tiene síndrome de Down, pero ha cumplido su sueño”, explica el primer edil, que le ha acompañado en todos los actos oficiales en los que ha participado, y afirma que “Juan Antonio no sería mejor si fuera de otra manera, la felicidad que refleja su cara es la misma que nos transmite a nosotros día a día”.

Un proceso de dos años

Juan Antonio le comunicó a su familia en 2015 que quería, definitivamente, ser hermano mayor de Hinojos. No es algo automático, porque implica, según las personas que quieran acceder al mismo puesto, inscribirse en una lista de espera y aguardar pacientemente. La Junta de Gobierno le reservó el turno en 2016. El pasado 18 de febrero, en un misa celebrada a tal efecto, recibía la medalla que le acredita en su cargo de forma oficial.

“Aquel día no se cabía en la iglesia. Todo el pueblo estaba emocionado apoyándole, era una fiesta impresionante”, recuerda su familia. En estos días, afirman, no han parado de coger el teléfono para atender a la gente que quiere hablar con él, entrevistarle o simplemente darle la enhorabuena. Se ha convertido en una celebridad en su pueblo.

Su nombramiento, por cierto, ha unido aún más a Hinojos con la vecina localidad de Chucena. De allí era su padre, fallecido hace menos de dos años, que no pudo ver a su hijo en el cargo, pero sí sabía que ya estaba en la lista que le llevaría a coger la vara de mando de la hermandad muy pronto.

Han sido momentos para todos los recuerdos posibles, pero el más emotivo hay que buscarlo en la jornada del sábado. Cuando su hermandad se presentó ante la Matriz de Almonte -acto protocolario esencial por el que pasan las 121 hermandades- volvieron a su casa en la aldea. Sin esperarlo, la de Chucena se presentó en su casa, con su simpecado, que para los rocieros es la máxima representación de la Virgen aparte de la imagen que está en la ermita.

Los que estuvieron allí afirman que no han vivido nada igual en años. Juan Antonio lo ha hecho posible, y, para siempre, guarda este Rocío en su memoria.

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