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El duende sin cabeza: interrogantes sobre la dirección del Instituto Andaluz de Flamenco

Bienal de Flamenco de Sevilla.

Alejandro Luque

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Apenas un mes después de que se celebrara por todo lo alto el décimo aniversario de la declaración del flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, dos de las más notables instituciones dedicadas a velar por este arte permanecen descabezadas: el Instituto Andaluz de Flamenco (IAF), dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que carece de dirección desde que el pasado mes de marzo abandonara el cargo el veterano productor Ricardo Pachón, y la Bienal de Flamenco de Sevilla, cuyo puesto de dirección fue suprimido la semana pasada por el Ayuntamiento hispalense por cuestiones técnicas. 

El caso del IAF, es especialmente llamativo, toda vez que a la persona que lo dirigió antes que Pachón, Mari Ángeles Carrasco, no se le ha permitido volver a su puesto de coordinadora, a pesar de que, cuando fue nombrada directora, firmó un contrato de alta dirección con derecho a regresar a su plaza.

Recapitulando: Carrasco entró en el IAF como coordinadora en 2006 por concurso público, fue nombrada directora del IAF en 2010 y cesó como tal en marzo de 2019, al producirse el cambio de gobierno autonómico. Al no ser autorizada a volver a su plaza de coordinadora, a la que tenía derecho por contrato, interpuso una demanda por vulneración de derechos fundamentales, al entender que su despido se debía a motivos ideológicos. En enero de 2020, la justicia le dio la razón, declaró nulo el despido y condenó a la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales a admitir la incorporación de Carrasco de manera inmediata. 

La Agencia interpuso entonces el oportuno recurso, si bien no quedaba exenta de incorporar a Carrasco. Sin embargo, a Carrasco le fue asignado un puesto de técnico en el Ballet Flamenco de Andalucía (BFA), que no se correspondía con su puesto anterior. Carrasco demandó de nuevo, esta vez por incumplimiento de sentencia. 

La ex directora volvió a ganar la segunda demanda, con una sentencia que ordena “la inmediata readmisión a un determinado puesto de trabajo y en unas determinadas condiciones económicas y ninguna de dichas circunstancias pueden eludirse en este trámite bajo ningún tipo de argumentación”.

Ahora, la Consejería de Cultura argumenta que el auto de 24 de marzo de 2020 del Juzgado de lo social nº 6 de Sevilla acuerda de manera cautelar “la exoneración en la prestación de servicios de la trabajadora ejecutante”, “sin perjuicio del mantenimiento por cuenta de ésta de su obligación de abonar los salarios” correspondientes.

Pero según los abogados de la afectada, tras esa resolución cabía acuerdo, y de hecho Carrasco ha trasladado su disposición a ocupar su plaza, si bien hasta ahora no ha tenido respuesta. Dicho de otro modo, desde el mes de abril Carrasco cobra un salario de unos 2.500 euros al mes, sin que se le permita ir a trabajar cada día a su antiguo despacho del número 8 de la calle Santa Teresa.

Un sector sin interlocución

Entre tanto, el IAF sigue descabezado. Tras el irrelevante paso de Pachón (83 años) por el Instituto, la representación de esta institución quedó derivada hacia la secretaria general de Innovación Cultural y Museos y directora de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, Mar Sánchez Estrella, que lógicamente reparte su tiempo y energías entre diversos frentes. En lo que respecta al día a día, el IAF está descabezado.

Carrasco lamenta “que el Instituto no tenga a nadie al frente, y me consta que el sector también. Falta la interlocución, en un momento en que las necesidades han cambiado y hacía falta tomar medidas excepcionales y bien orientadas hacia lo que necesitan. Sigo en contacto con artistas, empresarios, peñas… que se sienten perdidos y que no saben dónde acudir. Sé que es un momento muy duro para estar ahí, que no es fácil, pero me gustaría poder ayudar o al menos, como he hecho siempre, intentarlo. Como ha denunciado la Unión Flamenca, el término ‘flamenco’ no aparece en los presupuestos, con lo que el sector se ha sentido huérfano”, asegura.

Por último, Carrasco comenta que “cuando me despidieron, hablé con la Consejera [de Cultura, Patricia del Pozo]. Me recibió muy amablemente y estudió la situación, pero una vez firmado el despido me dijo que no podía hacer nada. Me trasladó que ella no sabía que me iban a despedir como coordinadora, que solo conocía el cese de directora (cese que por supuesto yo esperaba, pues era una alta dirección de libre designación), que pensaba que volvía a mi plaza y que el despido había sido decisión de [entonces secretario de Innovación Cultural y Museos de la Junta] Fernando Francés, pero que ella quería contar conmigo y mi experiencia. La llamé cuando tuve la sentencia para decirle que estaba a su disposición para volver, y sigo estándolo. Yo solo quiero trabajar en mi plaza y en el proyecto al que le he dedicado 13 años” concluye.

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