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El PP logra en Málaga una victoria solo comparable al triunfo socialista de 1982

Juanma Moreno vota en Málaga

Néstor Cenizo

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De todas las victorias provinciales del Partido Popular, que son tantas como provincias hay en Andalucía, ninguna es tan holgada como la de Málaga. Las encuestas ya predecían que en la provincia de la Costa del Sol se produciría el mayor triunfo popular. Por ejemplo, la encuesta del CIS publicada en mayo, última con datos provincializados, reflejaba una brecha en la estimación de voto directo de 21,9 puntos. Pero lo que no preveía casi nadie es que el triunfo popular fuese de tal magnitud que pulverizara casi cualquier registro previo: más del doble de votos que los socialistas (el 46,98% frente al 20,71%), más del doble de diputados (diez frente a cuatro), ganador en 83 de 103 municipios, incluyendo los 16 que tienen más de 20.000 habitantes: la capital, Marbella, Mijas, Vélez-Málaga…

Hay que remontarse nada menos que a 1982, cuando se celebraron las primeras elecciones autonómicas en Andalucía, para encontrar un resultado parecido a favor de algún partido, en aquella ocasión el PSOE, que logró nueve escaños por tres de los populares, con 15 en juego (ahora son 17). Desde 1994, populares y socialistas alternan victorias y empates en la segunda provincia más poblada de Andalucía. Hay un equilibrio sustentado hasta ahora en un voto popular predominante en los municipios costeros, y un voto socialista más arraigado en el interior. Hasta este domingo.

La simbólica derrota de Cártama, municipio fetiche del sanchismo

El triunfo popular apenas conoce excepciones, ni en el interior ni en la Costa del Sol, donde en 2018 se le escapó el triunfo en Málaga y Marbella (que fueron socialistas), o en Benalmádena y Rincón de la Victoria (Ciudadanos). Quizá la más notable sea Teba, donde se impone nuevamente la izquierda (ahora Por Andalucía). El resto, 83 victorias populares y solo 19 socialistas, todas en municipios que si acaso superan por poco los 1.000 habitantes. La izquierda ni siquiera ha retenido alguno de sus feudos históricos como Casares, lugar de nacimiento de Blas Infante, “padre de la patria andaluza”. Allí se ha impuesto el PP por primera vez, con el 42% por el 18,2% de Por Andalucía.

La contundente victoria popular discurre en paralelo al hundimiento de Ciudadanos, que hace cuatro años logró cuatro diputados en la provincia (su mejor resultado en Andalucía), y ahora se queda a cero. El triple empate de entonces entre PSOE, PP y los naranjas, con una estrecha victoria en votos para los socialistas, se deshace ahora en favor de la derecha, que contiene también el avance de Vox. El partido de ultraderecha repite con dos escaños, igual que el PSOE, que pierde 18.000 votos (cuatro puntos porcentuales) y 50 de los 69 municipios en los que ganó, pero mantiene sus cuatro diputados.

Es especialmente significativa la derrota de los socialistas en Cártama, un municipio simbólico para Pedro Sánchez. El alcalde de Cártama, Jorge Gallardo, es un sanchista de primera hora, y uno de los críticos más tenaces de Díaz, especialmente tras la insuficiente victoria de 2018. Fue aquí donde hace cinco años Sánchez empezó a construir en Andalucía un relato de resistencia (“tengo algo de la moral del Alcoyano”) frente a Susana Díaz, su gran rival interna. En el mismo escenario de entonces, el PSOE programó su acto central con la presencia del presidente del Gobierno, que realizó un alegato en defensa de su labor de gobierno. En Cártama el PP acaba de lograr el 45,7% de los votos (fue el 19,63% en 2018), por el 21,4% del PSOE (27,25% en 2018). La abstención ha superado en casi siete puntos la media andaluza, hasta el 48,2%.

Tampoco sale bien parada en Málaga la izquierda, que en 2018 logró tres escaños. Ahora apenas logra retener uno: el de su candidata a Presidenta, Inmaculada Nieto, que se presentaba por Málaga por efecto de los equilibrios internos en la coalición.

Motivos de una victoria histórica

La amplia victoria de los populares en Málaga se daba por descontada. La Costa del Sol es, históricamente, uno de sus grandes bastiones, gracias a varios factores concurrentes. De un lado, una expansión (en términos económicos y poblacionales) que despeja el camino a lo que el sociólogo Manuel Pérez Yruela denominó la “paradoja de la satisfacción”: la consecución de logros materiales parece allanar el camino a la derecha.

También influye el poder municipal (el PP gobierna en la capital, Marbella, Fuengirola, Torremolinos o Estepona) y la ruptura con anclajes tradicionales y familiares del voto, explica Ángel Carmona, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Granada y exdirector de trabajo de campo del Centro de Documentación Política y Electoral de Andalucía (CAPDEA). “Con su perfil de hombre tranquilo y moderado ha logrado lo más difícil: la normalización de un partido de derechas”.

Durante años, cristalizó también un sentimiento de agravio frente a la “Junta sevillana”, del que Moreno e incluso el alcalde Francisco de la Torre han echado mano en cada mitin. Bendodo ha llegado a decir que el gobierno de la Junta de Andalucía llevaba a Málaga “con el freno de mano echado”. Enumeran los retrasos en el Metro, el tercer hospital o la ampliación del Hospital Costa del Sol, que superan los diez años, y se contraponen a su supuesta diligencia. Por eso, este domingo en El Limonar decía que votaría sin dudas por primera vez: “Juanma tiene un discurso centrado y muy malagueño. Por fin se ha reorientado la brújula de la Junta”. Tanto Moreno como Bendodo son malagueños.  

Todo esto estaba sobre la mesa, pero ni siquiera los más optimistas en el PP vaticinaban semejante resultado. Este domingo, el diputado popular saliente Miguel Ángel Ruiz votó en el colegio de El Limonar. Ruiz, que en los anteriores comicios fue el cuarto de la lista y el último en lograr escaño, esta vez iba en el once, así que se veía de regreso a su plaza de maestro. Pero añadía un resquicio: “En principio”. Parecía una boutade. No entró, pero a punto estuvo, y en su colegio el PP se impuso con más del 70% de los votos.

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