La noticia de la citación a Helena Maleno para declarar en Marruecos como resultado de una investigación, al parecer iniciada por el Gobierno de España, no debería haber sido una sorpresa. Es el nuevo paso de un proceso largo de deslegitimación y persecución de su trabajo y el de su organización, Caminando Fronteras.
Que el trabajo de Helena ha sido fundamental para salvar la vida de cientos o miles de personas no es cuestionable para quienes asistimos al esperpento de la construcción de la Europa Fortaleza desde la orilla norte del Mediterráneo. Son demasiadas ocasiones las que los profesionales de Salvamento Marítimo han sido alertados gracias a una llamada, un aviso de Caminando Fronteras que les permite llegar a tiempo para impedir que crezca un poco más una de las cifras que debería avergonzar a Europa. El número de muertos en el Mediterráneo, en torno a 3.000 sólo en 2017.
El próximo año se cumplirán 30 años de muertes en el mar entre España y Marruecos. Tres décadas de ir llenando silenciosa y discretamente la fosa común del Estrecho de Gibraltar. En estos treinta años la respuesta de los gobiernos de España y la UE ha sido levantar vallas cada vez más altas, pagar a Marruecos para que haga de gendarme de la UE y últimamente chantajear a los países de origen de las personas migrantes condicionando la ayuda al desarrollo a que impidan la salida de sus ciudadanos.
En todo este tiempo no se ha planteado ninguna iniciativa real para canalizar lo que es una realidad indiscutible, el desequilibrio económico y poblacional entre África y Europa. Este desequilibrio es el que fuerza la desesperada opción de cruzar el mar como sea. Y por eso resulta patético querer culpar a quienes compensan la frialdad de los gobiernos europeos con actos de solidaridad ciudadana.
Este verano ya nos lo avisaba el Ministro de Interior al proclamar que “hay que concienciar a las ONG de que se está para ayudar y no se está para favorecer o potenciar la inmigración irregular”. Aviso a navegantes para que se sepa que el Gobierno es quien necesita ayuda, no la gente que muere. En este tema se está con el Gobierno o se está en el lado equivocado, podríamos entender. Este aviso no es muy distinto por otro lado del que han lanzado otros responsables políticos europeos en Italia o el propio Presidente del Consejo Europeo.
Existen así dos corrientes en Europa, la de unos gobiernos a la defensiva y que apuestan por mantener el desajuste económico que provoca las migraciones sin querer asumir las consecuencias humanas de esta decisión y la Europa representada a través de una ciudadanía consciente de que la dignidad humana es lo primero. La segunda deja en evidencia a la primera pues no solo salva vidas sino que denuncia y ejerce su libertad de expresión señalando las violaciones de derechos humanos en la frontera.
La persecución de esta parte de la ciudadanía europea no es nueva. En el caso español ya se pudo ver ante la inacción del Gobierno de España hace ahora dos años cuando Marruecos decidió impedir la labor del jesuita Esteban Velázquez quien prestaba apoyo a los hombres y mujeres que viven en los bosques en torno a Melilla pero también denunciaba abiertamente la violación de la dignidad de estas personas por Marruecos y España. Igualmente se pudo ver cuando la propia Helena Maleno fue objeto de amenazas de muerte en redes sociales y aún espera que se actúe para protegerla. En vez de ello se la cita a declarar convirtiéndola en sospechosa de salvar vidas. Cada cosa por su lugar.
Este sábado 10 de diciembre celebrábamos el Día Internacional de los Derechos Humanos. Deberíamos recordar que en realidad no existen, que no forman parte de la naturaleza del Universo sino que son el resultado de la toma de conciencia y lucha histórica de personas concretas por defender su dignidad y las de sus semejantes.
Deberíamos recordar que lo que llamamos Derechos Humanos es el último alegato contra quienes anteponen los intereses individuales y económicos sobre la vida humana y que para que este alegato siga existiendo se necesita gente comprometida con su defensa. El caso contra Helena no es un caso aislado, es el nuevo aviso a navegantes. O se colabora con el Gobierno o se defienden los Derechos Humanos. Todo no puede ser.