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Deporte entre viñedos y una cata con mucha magia

Calentamiento del monitor deportivo con dos visitantes en pleno viñedo.

Francisco J. Jiménez

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Pensar en una viña de Jerez es hacerlo en un vino de fama mundial, pero hay muchas formas de acercarse a uno de los iconos de la ciudad. Las habituales catas llenas de teoría (y algo aburridas) están pasando de moda en el universo del enoturismo y en la Bodega Viña La Constancia se han especializado en ofrecer actividades más novedosas.

En los fines de semana del mes de marzo se estrenará la visita saludable, una actividad deportiva en pleno viñedo que está dirigida por un entrenador personal y que, además, incluye una visita guiada por las bodegas de crianza biológica y oxidativa y una cata de cinco vinos.

José Luis Baños, responsable ecoturismo y eventos, desvela que en las visitas se explican las características de los vinos “con la idea de que se enamoren de los vinos de Jerez, no sólo de los nuestros”. Ésta es una bodega de producción limitada y con vinos artesanales donde los caldos pasan de la bota a la copa o a la botella con su sabor original.

La visita saludable persigue disfrutar la actividad deportiva y fomentar el deporte en contacto con la naturaleza. Jesús Gaspar es el entrenador personal que está al frente de esta actividad, en la que se tendrá en cuenta la preparación de cada cliente con un estudio previo de sus dolencias y capacidades.

“Nunca serán ejercicios que provocarán una lesión. Cuando se traten de grupos amplios se hará cualquier competición lúdica”, explica el técnico. La paz del viñedo es la compañera de los deportistas en una sesión que consta de un calentamiento, un circuito con postas y una parte lúdica con un juego adaptado a la actividad física.

Las visitas se adaptan a los horarios que quieran los clientes y todas son privadas y personalizadas. Y la visita saludable se puede compatibilizar con la cata sensorial, una experiencia muy especial en la que los visitantes desconectarán de los agobios del día a día en una hora llena de magia.

“La cata está pensada tanto para los que entienden del mundo del vino como para los que no saben nada del vino de Jerez”, explica José Luis Baños. Al visitante se le proporciona un antifaz en la entrada de la bodega y se pondrá en manos del personal, que lo llevará a la mesa donde tendrá lugar la cata. A partir de ese momento son la imaginación y los sentidos los que se ponen a funcionar.

Nadie habla en el tiempo que dura la visita. Cada uno de los cinco vinos que se degustan cuenta una historia relacionada con su propia crianza a través de una música y de unos efectos que son de lo más elocuentes. Se agudizan los cinco sentidos en un rato donde no faltarán unos duendes inesperados que harán de las suyas.

Tras conocer la viña quedan ganas de probar más de las 18 opciones que se ofrecen y donde uno de los productos más llamativos es la siesta en la bodega, que se realiza en los meses de verano.

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