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Andorra: el pueblo que ganaba más de cien millones al año languidece en un entorno que prospera

La central térmica de Andorra dejó de operar el 30 de junio del año pasado, aunque Endesa todavía emplea a 150 trabajadores en el desmantelamiento.

Eduardo Bayona

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La central térmica de Andorra, la industria más contaminante de Aragón mientras funcionó y una de las factorías más rentables del territorio, fue durante los casi 40 años transcurridos entre su inauguración a finales de noviembre de 1981 y su apagado el 30 de junio de 2020, el principal motor económico de esa localidad y su comarca, que durante varios años pasó por ser la de mayor renta de la comunidad y una de las principales del país, y también de las colindantes Cuencas Mineras, Bajo Aragón y Bajo Martín.

El cierre de la central sitúa a los habitantes de esos territorios ante una reconversión pura y dura de la industria energética en la que se basó su sistema económico durante casi cuarenta años, similar a la que sufrieron sectores como la siderúrgica o la naval precisamente cuando los hornos del noreste de Teruel comenzaban a quemar carbón para generar electricidad por mucho que las instituciones y otros actores apelen a conceptos como “transición justa”, contaminados por una potente carga eufemística que su propia (e inconcreta) formulación no es capaz de maquillar: ¿hacia dónde se dirige el tránsito? ¿qué injusticia pretende evitar?

La térmica ha cerrado, la ocupación directa que generaba ha bajado de 600 a 150 empleados que ahora trabajan en el desmantelamiento de las infraestructuras y la actividad desaparece en la minería mientras mengua en otros sectores auxiliares como el transporte cuando sigue sin conocerse quién va a explotar los derechos de conexión a la red eléctrica de la capacidad que deja libre la central, algo de lo que depende, al menos en parte, una de las facetas de esa reconversión.

Esa realidad se consolida mientras la economía de las principales localidades del área nororiental de Teruel va prosperando, en algunos casos de manera notable según indican los registros que hace públicos la Agencia Tributaria, aunque quedan incógnitas por despejar como la capacidad tractora de supuestas alternativas como Motorland.

Lo relativo del retroceso de Andorra en la clasificación

Los datos de la Agencia Tributaria cifran en 752,38 millones los ingresos declarados entre 2013 y 2019, el año previo al cierre, por vecinos de Andorra en el IRPF, principalmente como procedentes de rentas salariales, de actividades económicas, de alquileres y de ganancias financieras.

Eso supone una renta media bruta anual de 107 millones de euros de la que Hacienda se llevaba casi veinte. Quedaban más de 87,5 para gastar tras soportar una presión fiscal del 18,48%.

En esos siete años, tanto la renta bruta media como la neta, que es la disponible tras descontar lo liquidado en el IRPF y lo aportado en cotizaciones a la Seguridad Social, se mantuvieron estables aunque con una ligera tendencia a la baja: la primera cayó menos de un punto y medio al pasar de 29.663 euros a 29.214 (-449) y la segunda lo hizo en 2,6 al menguar de 23.894 a 23.734 (-160).

No obstante, esos datos indican que el retroceso de Andorra en las clasificaciones sobre la renta bruta media tanto a nivel autonómico como estatal, donde en esos siete años cayó del primer al cuarto puesto y del 106 al 345, no se debió tanto al deterioro de su economía como a la mejora de otros, caso de Cuarte de Huerva, cuyo registro creció de 27.901 a 31.095, Villanueva de Gállego (de 26.912 a 29.940) y Zaragoza (de 26.390 a 29.475). 

Las rentas medias mejoran en las comarcas limítrofes

Algo similar había comenzado a ocurrir en el entorno de Andorra antes de que estuviera sobre la mesa el cierre de la central de manera definitiva, la consecuencia de cuyas eventuales ondas expansivas en el ámbito económico están por determinar.

Esa tendencia a la baja de las rentas medias declaradas en Andorra contrasta con la mejoría que se ha dado en ese mismo periodo en las principales poblaciones de las tres comarcas que rodean a la suya.

En este sentido, el avance de ‘solo’ 891 euros en siete años de Alcorisa (de 22.379 a 23.270) resulta escaso frente a los 2.742 de Calanda (de 17.736 a 20.482) o los 2.462 de Mas de las Matas (de 17.360 a 19.832), ambos en la comarca del Bajo Aragón, en cuya capital, Alcañiz, ese registro crece en 2.492 (de 21.600 a 24.092).

Las mejoras son de menor cuantía en el Bajo Martín, con crecimientos de 1.898 en Híjar (de 19.513 a 21.411) y de 1.706 en Albalate del Arzobispo (de 21.273 a 22.979), y más reducidas todavía en las Cuencas Mineras, donde se quedan en 1.638 en Montalbán (de 22.200 a 23.838) y en 1.020 en Utrillas (de 22.809 a 23.829).

Andorra sigue siendo la población turolense de más de mil habitantes con una mayor renta media, tanto bruta como neta, por declaración de IRPF, aunque Alcañiz ya la duplica en volumen con 203 millones anuales declarados por sus vecinos.

Y, al mismo tiempo, se va achicando de manera notable la diferencia que mantenía con las capitales de sus tres comarcas limítrofes: en siete años, la horquilla de más de 8.000 euros con la del Bajo Aragón se ha reducido a apenas 5.000, mientras las de Utrillas e Híjar pasaban, respectivamente, de más de 7.000 a apenas 6.000 y de más de 10.000 a apenas 8.000.

Cuando se pierden más habitantes que contribuyentes

Esos datos no indican que la renta bruta media por habitante de esas localidades haya crecido en esas magnitudes mientras la de Andorra permanecía congelada, ni tampoco que hayan variado en esas medidas las de los declarantes de cada municipio. Sin embargo, sí apuntan claramente a la existencia de dos tendencias opuestas, una de mejora y otra de declive.

La Agencia Tributaria deja claro en su portal “la información declarada en el IRPF se refiere a la totalidad de rentas percibidas en el año de devengo por todos los miembros que integran una unidad familiar”, por lo que “no puede interpretarse la renta media por declaración ni como renta individual ni como renta por hogar o familia en sentido estricto, ya que dependerá de la modalidad de declaración (individual o conjunta) escogida”.

Resulta llamativo, no obstante, que durante ese periodo de siete años en Andorra se haya ido reduciendo de una manera mucho más acusada el número de habitantes, que pasó de 8.148 a 7.345 (-803, -9,85%), que el de declaraciones del IRPF, que prácticamente se mantuvo al variar de 3.727 a 3.677 (-50, -1,34%), y el de declarantes, con una pérdida de solo 303 y un -6,17% (de 4.905 a 4.602).

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