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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Nadie debería...

Maribel Martínez

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Nadie se sube a una patera, como quien emprende un viaje de placer, al otro lado del Mediterráneo para tras un más que proceloso viaje llegar a una implacable Europa que le cierra las puertas en sus narices. Nadie embarca a su familia en ese viaje sin retorno, sin llegada asegurada y con incierto futuro si no es que lo que está dejando atrás es la muerte. Nadie se gasta hasta el último dolar ahorrado para pagar a las mafias que te llevarán o no -nadie te lo asegura- a las playas de la Europa rica, si no es esta dramática huida la solución a una vida que las guerras, el hambre o las persecuciones de todo tipo han hecho insostenible.

Ningún joven deja atrás a su familia, amigos, estudio o trabajo, cruza desiertos, pasa insoportables penalidades e incluso termina como esclavo en Libia o abandonado a las puertas del Estrecho en Marruecos, si no es para buscarse un futuro, trabajo digno, formación y algo de dinero que enviar a casa.

Ninguna mujer embarazada, recién dada a luz o con bebés e hijos menores se embarca en un viaje a ninguna parte, en el que tiene todas las bazas para morir durante la travesía, si no creyera que va a encontrar a este lado del infame mar, algo mejor para ella, sus hijos e hijas.

Ningún gobierno ni medio de comunicación, sea del color que sea, debería de afirmar que estas personas vienen, cual hordas de desarrapados, a invadir los países europeos y lo que es peor a subvertir el orden social, arrebatar puestos de trabajo o imponer su religión.

Ningún político, y especialmente los que están al frente de los gobiernos de la UE, deberían utilizar a los emigrantes como moneda de cambio con la que negociar y presionar, mientras ganan votos ante sus futuros votantes.

Ningún presidente de gobierno o ministro del interior de la UE debería imponer sus soflamas fascistas, xenófobas y racistas tales como las expresadas por Matteo Salvini cuando afirma como un Trump cualquiera “primero Italia”. Mucho menos cuando se produce una crisis como la del buque Aquarius con 629 personas a bordo, niños incluidos, que desde hace días deambulaba por el Mediterráneo sin agua y comida a la espera de que un “bondadoso gobierno” les permitiera atracar en sus puertos.

Ningún político debería expresarse en los términos de los partidos de derecha y ultraderecha de este país, Albiol incluido, que no cesan de proclamar que la acogida del Aquarius puede lanzar el mensaje de que España es “un coladero para la inmigración ilegal”

Yo querría que ninguna de estas se cumpliera, pero la realidad es que una por una se cumplen todos los días en este primer mundo que cierra los ojos a las guerras, el hambre, las persecuciones, las muertes, el desarraigo o la esclavitud.

Yo desearía que ningún gobierno mirara para otro lado ignorando lo que sucede frente a nuestras costas. Que no se cerraran las fronteras esperando que el Mediterraneo se convierta una vez más en el cementerio donde terminan el futuro, las vidas y las ilusiones de los miles y miles de ciudadanos de los países en conflicto a los que se les niega la posibilidad de buscar una vía de escape a tan atroces situaciones.

Yo desearía que se respetaran escrupulosamente los convenios internacionales, los acuerdos que en materia de fronteras obligan a la UE y se cumpliera letra por letra la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Yo desearía vivir en un mundo sin guerras, sin hambre, sin fronteras, regido por políticos incorruptibles y vigilados por una ciudadanía que pusiera coto a cualquier intento de que todo esto no se cumpliera.

A estas altura lo único claro es que frente a gobiernos xenófobos que cierran a cal y canto sus fronteras, ante esta emergencia humanitaria, otros como el español dan un paso al frente y se disponen a acoger a los refugiados del Aquarius

Imposible no sentirse orgullosa de esos ayuntamientos y comunidades españolas como Madrid, Barcelona, Baleares, Euskadi, Aragón y Zaragoza, mi ayuntamiento, que han abierto sus puertas, sin matices, entendiendo que lo primero son las personas, vengan de donde vengan, y más si hay una crisis humanitaria que resolver.

Por eso nadie debería...

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