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Jánovas no se rinde: la muerte de su última vecina ilustre, Paca Castillo, supone un estímulo para avanzar en su recuperación

Emilio Garcés y Paca Castillo, los últimos de Jánovas.

Miguel Barluenga

Huesca —

“Jánovas no rebla, si se nos cae la casa se vuelve a levantar”. Con este sencillo y, a la vez, poético mensaje sintetiza Óscar Espinosa el sentir de Jánovas en unos días en que ha perdido a uno de sus mayores símbolos, Paca Castillo, fallecida el pasado 8 de julio en Barbastro a los 92 años de edad. Haciendo honor a su apellido, se enrocó en una actitud vitalista y reivindicativa para pelear contra la injusticia del embalse fantasma que nunca se llegó a construir pero que anegó los proyectos vitales de tres generaciones del pueblo.

Pero Jánovas vive, y resiste. El proyecto para su completa rehabilitación sigue adelante con buenas perspectivas. Uno de los últimos ejemplos se encuentra en Casa Agustín, con la fachada trasera ya acabada y el tejado a punto de rehabilitarse. Los nuevos vecinos, descendientes de Paca y otros nombres ya inolvidables, enarbolan una bandera que no se extingue. Una victoria siempre amarga.

La contó la propia Paca hace cuatro años en un programa que Salvados dedicó íntegramente a esta localidad. Le dijo a Jordi Évole que “nos arruinaron la vida. Con estos tiburones no hay quien salga. Tuvimos que aguantar cómo dinamitaban las casas. Soy mayor y no encuentro nunca una explicación para que me digan qué quiere decir la justicia, porque yo no la he visto por ningún lado. Me iré del mundo y no lo sabré”.

Con su esposo, Emilio Garcés, fueron los últimos vecinos que abandonaron Jánovas. Garcés falleció en 2011 sin haber podido asistir a la reversión de las tierras y el inicio de la vuelta a la vida de esta población, un tranquilo pueblo del valle del Ara engullido por el desenfreno hidrográfico de mediados del siglo pasado. En 1951 se diseñó un proyecto para anegar los pueblos de Jánovas, Lavelilla y Lacort, entre otros, con el fin de poner en marcha un embalse de 548 hectómetros cúbicos que abastecería de agua los Monegros y de electricidad a grandes núcleos industriales en Madrid y Barcelona, bajo la tutela de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Dinamita y amenazas

El franquismo no tuvo miramientos en sofocar la resistencia del pueblo con todos los medios a su alcance: llegó a dinamitar viviendas y a sacar por la fuerza a profesores y niños que se negaban a abandonarla. Las obras se habían encargado a la empresa Iberduero, antecesora de la actual Iberdrola, a favor de la que se expropiaron los terrenos para acometer los trabajos. En 1984, 23 años después, ya no quedaba un alma. Paca representó el símbolo de esta lucha, vivida en primera persona con cortes continuados del suministro eléctrico y visitas de representantes de Iberduero a la casa para amedrentar y amenazar a este matrimonio.

Pero la llegada del nuevo siglo sorprendió al proyecto olvidado, obsoleto y muy caro. En 2001, un nuevo informe de viabilidad desaconsejó que se acometiera y advertía del impacto medioambiental que acarrearía. En 2005 se descartó y en 2008 la CHE comenzó a ponerse en contacto con los propietarios afectados, unos 115, para iniciar los procesos de reversión de los terrenos que iban a inundarse y reconstruir la localidad.

El Gobierno de Aragón ha dado una subvención de 60.000 euros al Ayuntamiento de Fiscal para ayudarlo en la recuperación de terrenos que en este momento pertenecen a Endesa Generación. Así, recuperará 186 hectáreas de suelo rústico, unos 23.000 metros cuadrados de superficie urbana y 60 inmuebles entre calles, plazas o el puente colgante. La Asociación San Miguel, formada por hijos y nietos de los expoliados, abandera este regreso a la vida.

La dignidad de una familia

La familia Garcés resistió en una paulatina soledad desde 1986 con sus seis hijos a su cargo. Se marcharon en 1984 por la presión de Iberduero y de la administración. Jánovas llegó a tener 42 casas habitadas y 400 vecinos y era cabecera del valle de la Solana. En los últimos meses, y eso Paca sí que lo llegó a ver, ha vuelto la luz eléctrica por primera vez desde 1984. La reversión alcanza ya al 90 % de las propiedades. El pasado 15 de junio se celebró un festival musical y solidario, Jánovas Insumergible.

El proceso de reversión acordado entre Endesa y el Ayuntamiento de Fiscal, al que pertenece la localidad, ha brindado el traspaso de medio centenar de propiedades municipales. Entre ellas, la iglesia de San Miguel, el puente colgante de Jánovas o el frontón. El pasado mes de marzo, las calles se iluminaron en su totalidad por primera vez desde 1984. Por ahora, las calles, la escuela y cuatro casas particulares ya tienen electricidad. Y la iglesia de San Miguel se encuentra restaurada casi al 90 % a la espera de la portalada románica que se encuentra en Fiscal y de la campana, que está en Guaso.

No todo son buenas noticias. El Tribunal Supremo ha desestimado el recurso contencioso-administrativo interpuesto por el Ayuntamiento de Fiscal relacionado con el Plan de Desarrollo Sostenible para el entorno territorial de Jánovas, que solicitaba al Gobierno central ayudas antes del año 2028. Los habitantes de la localidad lo consideran “una vergüenza” y avisan de que “pese a la incompetencia de los políticos la gente se rebela y actúa en justicia”.

El Consistorio reclamaba en su recurso la ejecución de los planes de restitución, y esta desestimación va a ocasionar “el retraso en los trabajos”, que seguirán respaldados por el Gobierno de Aragón y la Diputación Provincial de Huesca (DPH). Siguiendo la estela de Jánovas, la luz eléctrica ha vuelto a otras localidades como Bara, Used, Bentué de Nocito, Silves, Seso, Rapún y Pardina de Ayés (Sabiñánigo).

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