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El timo de las emisiones no emitidas de los patinetes eléctricos de Lime

Mensaje enviado por Lime tras un recorrido de 1km en patinete eléctrico.

Clemente Álvarez

Cuando un usuario utiliza un patinete eléctrico de la marca Lime en Madrid la distancia media que suele recorrer es de poco más de 1 kilómetro, según los datos ofrecidos por esta compañía de Silicon Valley respaldada por Uber y Google. Y al final del trayecto recibe en su teléfono móvil el siguiente mensaje: “¡Qué buen viaje! No has emitido nada de carbono a la atmósfera”. A continuación, la marca informa al usuario en la app del “carbono no emitido” (expresión estadounidense para referirse a las emisiones de CO). Por un viaje de 1 km en patinete, emisiones de CO2 no emitidas: ¡238 gramos!

Primera pieza que no encaja: esta cantidad de CO por kilómetro equivaldría a realizar el mismo recorrido al volante de un todoterreno de los más grandes. Esto quizá sea normal en EEUU, pero no en Europa, donde un coche nuevo emite de media 118,5 gramos por kilómetro.

Pero más allá de esta exageración en el cálculo, mucho más importante es saber si realmente el uso de estos patinetes supone de forma global alguna reducción en la contaminación (tanto del CO causante del cambio climático como de otras sustancias nocivas para la salud). Es cierto que estos vehículos eléctricos no generan ninguna emisión durante su uso. Sin embargo, al final de cada día tiene lugar en Madrid todo un despliegue logístico para recargar sus baterías que sí contamina.

Este operativo es especialmente complejo por varios motivos: sea cual sea el nivel de sus baterías, todos los días se recogen, se recargan y se vuelven a colocar los cerca de 1.000 patinetes de Lime en Madrid (aunque la marca californiana se resiste a decir la cantidad total de unidades que ha puesto en la ciudad, este es el número que se deduce consultando la ubicación de los vehículos eléctricos en el mapa de la app). Pero, además, a diferencia de otros sistemas de alquiler como las bicis, los patinetes no están agrupados en diferentes estaciones, sino que se encuentran diseminados de forma aleatoria por la ciudad. Cada noche hay que ir a buscarlos prácticamente de uno en uno.

En teoría, esto se hace con jóvenes dispuestos a ganarse de 5 a 10 euros por cada patinete que recarguen en un enchufe de su casa (los denominados ‘juicers’). Sin embargo, la realidad es que la mayoría de estos pequeños vehículos son recogidos en furgonetas por una empresa de logística.

Aunque Lime tampoco da el nombre de esta compañía ni informa de cuántos patinetes se recogen con uno u otro sistema, la encargada de la recogida y recarga es Instapack, que centraliza la logística desde una nave en Coslada, localidad a 15 km de Madrid. Esta empresa también rechaza responder a preguntas sobre el operativo, pero sí reconoce que se ocupa de la mayor parte de los patinetes.

¿Cómo se lleva a cabo la recogida por las noches? A nuestras preguntas, un conductor de Instapack al que mantenemos en el anonimato asegura que suele estar cinco horas cada día recogiendo patinetes, en las que recorre de media unos 60 kilómetros con su furgoneta diésel. “Cada día es una aventura”, asegura, incidiendo en la complejidad de la búsqueda de los vehículos eléctricos de Lime en algunas zonas de la ciudad. Según comenta, en su turno de recogida trabajan unas 13 furgonetas, pero luego otros tienen que volver a colocar los patinetes a partir de las cinco de la mañana. Instapack no confirma esta información.

Sin datos precisos, resulta imposible realizar una estimación fiable de las emisiones generadas por la logística de la recogida de los patinetes en furgonetas y otros vehículos de los ‘juicers’, de la recarga con la electricidad de la red convencional y de su colocación de vuelta en las calles. En cualquier caso, esta es la segunda pieza que no encaja: la contaminación no contabilizada.

Lime admite que todas las emisiones producidas en este proceso no son tenidas en cuenta en el cálculo enviado al usuario al terminar cada viaje de patinete. “Lo que se da es el CO que emitiría un coche para el mismo trayecto realizado”, asegura la marca, que no especifica cómo calcula un ahorro de emisiones tan exagerado. “Es más una medida para concienciar que una medida real”, es la respuesta de la compañía.

Aquí se llega a la cuestión clave. La tercera pieza que no encaja es que en todo momento se da por supuesto que cada trayecto en patinete eléctrico está sustituyendo un viaje en coche. Para poco más de 1 kilómetro de distancia media, esto de nuevo puede ser así en EEUU, donde se usa el automóvil para todo, pero no en Europa, y especialmente en España, un país dónde todavía se camina bastante en comparación con otros lugares (una práctica muy saludable que habría que intentar mantener).

¿Cuántos de los viajes en patinete sustituyen en realidad a desplazamientos en automóvil? De momento, de lo poco que se sabe, según los datos de Lime, es que un 40% de los trayectos encima de estos vehículos eléctricos empieza o acaba en una parada de bus o metro. Esta combinación puede resultar muy interesante si realmente reduce el uso de coches. Pero si no es así, se habrá montado un increíble operativo moviendo furgonetas todas las noches para realizar desplazamientos de poco más de 1 kilómetro que antes se hacían caminando, en bici o en transporte público. En lugar de evitar emisiones, se estarían generando otras extra. Y esto vale para todas las marcas de alquiler de patinetes eléctricos.

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