Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Moriremos de éxito
Darán igual las múltiples señales de alarma que venimos recibiendo desde hace tiempo. Estamos dispuestos a ignorarlas todas y cada una de ellas. Que otros territorios ya lo hayan sufrido antes y podamos conocer de primera mano las consecuencias no va a impedir que cometamos el mismo error. Estamos abocados a morir de éxito.
Esa es la irremediable conclusión que podemos extraer después de un verano como el que hemos tenido en Cantabria, con las playas abarrotadas, las calles a reventar, los parkings llenos, los alquileres a precios abusivos, los hosteleros sin levantar la voz como suelen mientras hacen caja, los espacios naturales esquilmados, los servicios públicos saturados y una sensación de hartazgo que se ha impuesto en el imaginario popular.
La gallina de los huevos de oro —para unos pocos— no da más de sí y la turistificación descontrolada por la que han apostado los sucesivos gobiernos en Cantabria comienza a afectar directamente y de forma generalizada a la vida diaria de los cántabros y cántabras que no terminan de resignarse. Solo unos pocos levantaron la voz cuando íbamos directos al abismo en el que ya están muchos otros —que en Santander pongan a Málaga como ejemplo a seguir es una muestra palpable de esa visión cortoplacista que nos ha traído hasta aquí— y seguimos escuchando discursos negacionistas sobre una masificación turística que puede demostrarse con números.
¿Es viable para un territorio como Cantabria acoger al doble de su población durante el verano? ¿Es sostenible para un municipio como Noja multiplicar por 20 o por 30 su número de habitantes en los meses estivales? ¿Es lógico que en un barrio como El Sardinero dos tercios de las personas que pernoctan en julio y agosto no sean vecinos de Santander? Son cifras que asustan y que deberían hacernos reflexionar, pero no parece que la preocupación ciudadana siga el mismo camino que la dirección política que impone el Gobierno y los ayuntamientos más afectados.
Porque mientras la indignación por la situación que se palpa en las calles sigue creciendo, se aprueba un decreto para regular las viviendas de uso turístico que abre la puerta a que empresas y fondos de inversión puedan explotar este tipo de alojamientos. Un decreto, por cierto, que deja las manos libres a los municipios para que cada cual legisle según sus propios intereses, y que da un periodo tan amplio para su entrada en vigor y con tan pocos medios para su inspección que difícilmente va a poner freno a corto plazo.
Porque mientras los cántabros y cántabras conviven con las evidentes molestias y los problemas derivados de este modelo fallido, se reforma una vez más la Ley del Suelo para permitir construir viviendas en suelo rústico que podrán servir como segunda residencia veraniega o directamente como viviendas turísticas durante todo el año, por si no tuviéramos pocas.
O porque mientras consejeros, alcaldes y concejales niegan que exista esa masificación turística, reclaman la construcción de más viviendas, de más aparcamientos, de más infraestructuras con las que 'entretener' al visitante, porque no hay agua para todos, no hay médicos para todos, no hay personal de limpieza que haga frente a esos crecimientos de población desmesurados, no hay alquileres asequibles para los jóvenes y no tan jóvenes, pero siempre quedará espacio y habrá recursos para la última idea disparatada que se recoja en esos mal llamados planes de sostenibilidad turística que financian los fondos europeos para nuestra desgracia.
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